CAPÍTULO DIECISIETE

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~Lilith Freya Windsor~

Recuerdo haber llegado a casa un poco preocupada por los celos de Chase.

Por alguna razón la imagen del hombre que me encontré mientras bajaba las escaleras no se me iba de la cabeza.

Ese cabello casi rubio y voluminoso que se llevó toda mi atención.

Sus ojos...

Tenía las pupilas dilatadas y los ojos rojos.

Puedo imaginarme a qué se debía, pero la verdad es que no me incumbe.

Pero lo que más me sorprendió fue su altura. Era extremadamente alto.

Nunca lo había visto antes así que no me quedó más remedio que pensar que se trataba del nuevo inquilino del que tanto hablaba Andrew.

Mi interés se centró nuevamente en mis dibujos que a lo largo de las semanas se volvían más escalofriantes.

La punta de la pluma rozaba con cariño la delegada hoja, llegando incluso a sentir la madera bajo la misma.

Una ráfaga de viento me exigió cerrar la ventana de mi habitación con prontitud.

Posteriormente caminé a la silla para reanudar mi actividad diaria favorita pero un cambio brusco de trazos en el papel me llevó al borde de la locura por un par de segundos sin dejar que me acercara al asiento.

El papel con líneas que se mostraban indecisas paseándose de un lugar a otro hasta conformar un rostro ahogándose en vergüenza, malicia e inocencia, se había convertido en un rastro de mentiras para dar paso a la imagen de una llamativa rosa goteando sangre sobre el cráneo ligeramente abierto de un niño.

El aire quedó atrapado en mis pulmones, la palidez en mi rostro era imperceptible pero sentí mi cabeza enfriarse y mi ritmo cardíaco aumentar considerablemente en cuestión de segundos.

Me aproximé cauta a la mesa y admiré de cerca la espeluznante pintura, logrando así advertir esos pequeños detalles que desde la distancia a la que me encontraba no pude notar; esa expresión de dolor y arrepentimiento, esa emoción que te hace experimentar una pintura, esa que te trata de hablar sin siquiera moverse.

Sus ojos...

Azules.

Una iglesia...

Veo mis pies descalzos sobre la gran alfombra negra que cubre todo el suelo, los vitrales que no aportan vida a la iglesia por más diversos que sean sus colores y los asientos de congregación a mi derecha e izquierda, esperando por personas tan ignorantes como la madre de Andrew para ser ocupados.

El ábside como la parte esencial de la iglesia donde se divizaban el altar, la sillería y demás elementos propios del presbiterio.

El confesionario, vacío. Las piletas con agua bendita y como plato principal para despertar mi ansiedad, velas blancas y negras se situaban sobre el altar junto a una foto.

¿Quién es?

Somos Chase, Andrew y yo.

Pero... hay una cara la cual no alcanzo a distinguir, que nos acompaña en la foto, nos vemos muy felices, incluso Chase está sonriendo.

They are not what they seem.

El calor de las llamas del fuego envolvió la foto hasta quedar hecha cenizas.

Quiero huir de ese lugar, es demasiado sombrío, oscuro y más que una iglesia parece una secta satánica, pero algo dentro de mi insistía en que debía explorar más a fondo.

ARTHURDonde viven las historias. Descúbrelo ahora