¡AÑO NUEVO!

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Nota de la autora: Capítulo sin sentido pero muy lindo💕. Tampoco tiene nada que ver con la historia original. Solo quise unirlos por año nuevo.🤍







ARTHUR

Oh, la navidad, que fecha tan especial, ¿verdad? Ideal para conectar con tus seres queridos. Familias con niños se aventuran a las compras navideñas, luces por doquier, regalos, reencuentros, en fin... una puta mierda.

En un inicio esta idea de tener una cena familiar en casa no me parecía tan buena, pero teniendo en cuenta que si no lo hago Lilith y Wilder me matan, ya no parece tan malo.

Estoy tendido en el sofá, el tedio me consume a la espera de mi esposa, que no sé dónde se encuentra. Si nos hubiéramos quedado en el edificio no tendría que subir cincuenta escalones para llegar a nuestra habitación, pero ella y Andrew se empeñaron en pasar las navidades en mi casa.

—Deberías ayudar un poco en lugar de tocarte tanto los cojones. ¿No, Chase? —Me reclama cierto individuo de cabello rubio con la mano en la cadera.

—Arthur. —Le corrigo alzando el dedo índice— Y no, no me estoy tocando los cojones, para eso ya te tengo a ti. —Sonrío un poco irónicamente y me levanto del sofá para buscar a Lilith.

—Serás imbécil. —Le oigo decir a mis espaldas.

—Uy. —Mis labios se unieron en una línea— No lo sabes tú bien— ¡Freya! —grito subiendo las escaleras— ¿Dónde coño estás?

No hubo respuesta.

—¿En serio me vas a hacer subir las escaleras? —Miro el tramo que aún me queda por recorrer— . Si, si me va a hacer subir las escaleras —murmuro para mí mismo.

—Oye, Chase.

Odio que ese imbécil me llame por un nombre que no es el mío.

—Arthur —corrigo nuevamente.

—¿Has visto a tus hijos?

Siento su voz desplazarse del salón al comedor mientras organiza cosas para la cena de esta noche, en cuanto a mí, continúo con la mirada clavada en las escaleras que no quiero subir, en espera de mi esposa.

—Si, son preciosos. Se parecen a mí —respondo a su estúpida pregunta de mala gana.

—No, quiero decir, ¿dónde están?

Ahh, eso.

—Los escondí.

—¿Qué? —escucho, acompañado del estruendo de múltiples cosas chocando contra el suelo.

Volteo de forma rápida y desde el pie de la escalera me doy cuenta de que eran platos y utensilios de cocina en general que Andrew trasladaba.

—Eso lo recoges tú, ¿no?

—Pero tu estás enfermo. —Se llena de ira con facilidad, casi puedo ver el humo salir de sus orejas— ¿Dónde están Sibylle y Heinrich? —Eleva la voz.

Iba a soltar unas cuantas carcajadas y aclarar que es solo un juego entre nosotros, pero a mis espaldas, una voz femenina se hizo partícipe de la conversación.

—¿Cómo que dónde están Sibylle y Heinrich?

Tanto Hirsch como yo nos fijamos en ella al instante. Lleva un vestido blanco, casi transparente, con unos guantes finos de ceda que llegan hasta sus codos y unos zapatos de tacón filosos que podrían matarme si me pisa con ellos. Su cabellera blanca lleva algunos adornos y los rizos a los extremos de su flequillo son medianamente más largos que los del medio.

ARTHURDonde viven las historias. Descúbrelo ahora