CAPÍTULO VEINTIOCHO

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~Lilith Freya Windsor~

Salió cruz.

Toda mi atención fue a Andrew. Ahora yo tendría que decidir sobre él.

Tengo miedo.

Lilith, abre los ojos.

Lo primero que veo son los ojos de Chase. Son tan lindos, tan diferentes. Me pierdo en ellos recordando todo lo que pasó.

—Te espero. —Acomodó su traje cuando se levantó para volver a su asiento.

—Lilith —Escuché la suave voz de Andrew a mi lado—, haz lo que tengas que hacer. Solo te diré eso.

No sé lo que se supone que tengo que hacer.

—Yo...

Piensa rápido.

Los dos me miran expectantes. Se me viene a la cabeza la vía más rápida que conozco para matar a alguien; cianuro.

—¿Tienes té helado? —Por su rostro, Chase no tuvo ni idea de por dónde venía mi idea, así que proseguí— ¿Tienes cianuro?

Fue entonces cuando cayó en cuenta. Andrew también supo por donde iban los tiros y me dio una mirada de agradecimiento la cual devolví. Después de un par de segundos Chase se fue, dejándonos solos otra vez. Al relajar mi estómago dejé salir un suspiro.

—Oye... creo que llegó mi momento de hablar contigo. Mírame, Lilith. —Insistió en un tono delicado. Su voz hace eco por la habitación vacía.

—No quiero, no quiero mirarte y recordar que en menos de treinta minutos ya no estarás aquí. No quiero. —Mi cabeza apunta a la dirección contraria, donde solo puedo ver la pared.

—Hiciste lo que pudiste. Eres fuerte e inteligente, vas a salir de esta sin mí, y vas a ser feliz.

Mentiroso, mentiroso.

—Perdón. —Entre lágrimas silenciosas dejé salir lo único que podía decir para que me perdonara.

—No, yo... —Escuché una bocanada de aire salir por su boca—, desde hace días acepté que esto pasaría. Y estoy bien con ello, pero necesito que me prometas algo.

No, más promesas no, por favor.

—¿Qué?

—No te vas a rendir.

Me mordí el labio con tanta fuerza que hasta que no brotó la sangre, no paré.

—Lo prometo.

Chase volvió con la taza de té en la mano. Una corriente de nervios recorre mi espina dorsal, quiero estar calmada pero verlo suele tener el efecto contrario en mi.

Desde que entró por la puerta no dejó de mirar mi boca. Mantuvo la mirada fijada en mí hasta llegar a la silla. Posó la taza en el suelo y me agarró el mentón sin presiones o rudeza, cosa que me sorprendió. Cerré los ojos en espera de lo peor, pude sentir la mirada de Andrew sobre nosotros.

Hice una mueca de asco cuando Chase deslizó su lengua por todo mi labio, llevándose la sangre consigo. Su aliento olía a cerezas y cigarrillo. Lo mínimo que hiciera me provocaba violencia y ganas de arrancarle la cabeza.

Cuando se despegó de mí, desvíe mi mirada a la puerta para no tener que verlo a los ojos. Alcancé a ver cómo tomaba con la mano la taza y le hacía tragar al rubio el líquido con cianuro.

A Andrew le quedan minutos de vida a partir de ya. Estoy entre la tristeza y la ansiedad. Me prometí a mi misma en el pasillo que me calmaría, que todo esto pasaría por su bien, que se merecía estar en paz, pero no puedo dejarlo ir. Mi único compañero durante estos días y posiblemente la única persona que me haya visto como algo más que como un trozo de carne, está a punto de morir y yo estoy aquí sentada sin poder hacer nada.

No pasaron ni quince segundos cuando ya Andrew había quedado inconsciente en su asiento. Me alerté en cuanto vi caer su cuello hacia adelante. Con su cabeza ladeada, Chase se pegó al pecho del chico para comprobar los latidos del corazón y asintió con un pequeño puchero.

Eso me calmó, pero no por mucho, pronto los imperceptibles temblores se convirtieron en convulsiones.

—Su padre también convulsionó antes de morir —comentó Huntley recostado a su silla.

—¿Andrew? —Alcé mis cejas y quedé paralizada en el momento, todo de mí esperaba un gesto, una repuesta, un "estoy bien", pero nunca lo obtuve.

Mi cerebro no supo si preocuparse por las severas convulsiones o si estar tranquilo de saber que al menos seguía vivo. Definitivamente preferiría la segunda, porque casi al mismo tiempo que lo pensaba, su cuerpo dejó de moverse. Mi mundo se fue al piso, la respiración se me cortó, casi supe el momento en que la sangre dejó de fluir por mis venas. Lógicamente solo fue para mí, porque el hombre cuyo nombre ya me da rabia mencionar, aplaudió como si del final de una obra de teatro se tratara.

Me disocié por completo del entorno, si alguien me preguntaba por mi nombre no sabría cómo contestar. Llevando mi cabeza abajo, mis cabellos se pegaron a mi boca y me hago consciente de la sensación de las ataduras sobre mis muslos y tobillos. Mis oídos detectaban tan solo un silbido lejano. Tan pronto como me decidí a elevar el mentón, me percaté de la ausencia de Chase.

A continuación se hizo notar en la sala, incrustando una gran preocupación en mí debido al pañuelo blanco y mojado que cargaba en la mano. Dirigió el pañuelo a mí boca sin soltar mi cabeza, la cual sujetaba por detrás para dejarme sin escapatoria. Por más que negué y grité, no le importó.

***

Tiempo después desperté gracias al roce de algo contra mis pestañas, descubrí que se trataba de unas sábanas. La luz irradiante del exterior me sorprendió, ya que en el zulo era imposible ser testigo de algo así. Llegué a la obvia conclusión de que no era el zulo al que estaba acostumbrada, sino la habitación en la que Chase me encerró antes de la cena de aquel fatídico día en el que volvió Wilder.

Está justo como la recordaba. No me reconocí en el espejo de cuerpo completo, pero si vi algo en el reflejo que me llamó la atención; un brazo asomar por debajo de la cama.

No pude contener las lágrimas que aprisionaban mis ojos, simplemente me cansé de aguantar el sufrimiento en el corazón. Grité, pataleé, lloré y maldije de todas las formas posibles con la mano en la boca y las uñas clavadas en la sábana.

El cadáver de Andrew estaba bajo mi cama.








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AUTORA: Estoy llorando, bye. 🤍🩸
R.I.P Andrew🤍🛐

ARTHURDonde viven las historias. Descúbrelo ahora