CAPÍTULO DIECISÉIS

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~Lilith Freya Windsor~

Mis párpados pesaban horrores y me costó gran trabajo enfocar las cosas a mi alrededor una vez que los mantuve abiertos.

Aún estaba oscuro.

¿Cuánto tiempo ha pasado?

¿Qué pasó?

Rabio de dolor al intentar mover mi cuerpo pero el recuerdo de un hombre amenazándome le resta importancia al ardor y me levanto rápidamente del suelo en estado de alerta y desesperación.

Al enderezarme veo al sujeto tirado en el suelo. Sin el pasamontañas puedo ver su rostro desfigurado por cortes que parecen haber sido hechos recientemente.

El cuchillo que perpetró los cortes resultó ser el mismo que utilizó para amenazarme.

La curiosidad y el olor a sangre colaboraron para guiar a uno de los gatos que merodeaba por la zona a mordisquear las pieles muertas y probar ese nuevo y extraño líquido que se deslizaba por la cara del susodicho. Sus bigotes manchados de un intenso rojo, el felino pareció haberlo disfrutado ya que continuó lamiendo y mordiendo las heridas del agresor.

Mi cara se contrajo del asco y mi mandíbula colgaba del asombro de ver a un gato devorar los pellejos de aquel hombre con tantas ansias.

Podría deberse a los efectos del hambre o realmente le gustaba.

Mi cuerpo tembló irremediablemente. Mi respiración comenzó a ser cortante e irregular. Los alocados latidos de mi corazón hacían que mi pecho doliera.

Sentía la mitad de mi rostro paralizado del estrés que suponía esa situación para mi sistema.

Miedo, pánico, aturdimiento.

Di unos cuantos pasos hacia adelante, el gato huyó tras ver que me acercaba al cuerpo del tipo. Toqué su muñeca en busca de su pulso o algo que me diera señales de vida.

No sentí nada.

Me quedé paralizada y presa del pánico mis piernas se debilitaron, haciéndome caer hacia atrás.

No.

No puede ser.

¿Está muerto?

Me arrastré hasta el cuerpo de nuevo pero ésta vez, apoyé mi cabeza en su pecho y un débil latido fue suficiente para hacerme suspirar del alivio.

¡Está vivo!

Rebusqué mi bolsa por todo el lugar. Se hallaba junto a una montaña de alimentos en descomposición.

Lo tomé entre mis manos y solté un largo suspiro. Registré cuidadosamente el interior y asegurándome de que no faltara nada, salí corriendo de la escena con el corazón en la garganta.

Llegar al edificio tomaría menos tiempo que correr a casa.

Necesitaba refugiarme en el apartamento de Chase para sentirme a salvo por completo.

Doblando la esquina le permití a mis pulmones recuperarse.

Alcé mi vista del suelo y la fijé en Andrew, que colaba una bolsa de plástico en el cubo de basuras.

—Mamá, la basura hay que sacarla más temprano, siempre se te olvida. —Le reclamaba el rubio a su madre desde el portal.

—¡Andrew! —Lo abracé desesperada por sentirme amparada.

—Buenas madrugadas, pensé que estabas en tu cama descansando —respondió a mi repentino abrazo.

—No, el problema es que...

ARTHURDonde viven las historias. Descúbrelo ahora