1.11. Rôti.

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Megumi observaba el reloj de la sala hipnotizado por su tictac.

07:09 a.m.

Enseguida Sukuna interrumpió su huida de la realidad al extender frente a él una taza humeante.

—Es café caliente.

—Gracias, doctor. —El joven lo recibió agradecido y tomó un sorbo mientras silenciosamente curioseaba la morada de su psiquiatra—. ¿Bebiendo tan temprano?

Sukuna deslizó su vista en la misma dirección que la de Fushiguro hasta llegar a la pequeña mesa junto al sofá. Sobre ella había una copa y una botella, ambas casi llenas.

—Desde que paso todas las tardes y gran parte de las noches en el consultorio, sí, suelo beber una copa de vino en las mañanas —explicó mientras recogía su insignificante desorden—. Es mi único tiempo libre después de todo.

—Lamento molestarlo a esta hora. Es demasiado temprano.

Sukuna colocó la botella en un mueble destinado al alcohol y observó a su paciente con seriedad, como si aquellas palabras lo hubieran ofendido.

—Nunca te disculpes por acudir a mí. El consultorio es para los pacientes, pero mi casa siempre está abierta para amigos —aseguró antes de reparar en la atención recibida por cada uno de sus movimientos—. Me encantaría compartir una copa de vino contigo, sin embargo, soy especialmente consciente de tu edad. Quizás podríamos hacerlo cuando crezcas.

La puerta del armario se cerró al mismo tiempo que Megumi asentía con la taza de café rozando sus labios.

Sukuna desapareció unos segundos para deshacerse de la copa y, cuando regresó, se quedó de pie en medio de la sala atendiendo la silueta de Megumi frente al gran ventanal.

El hechicero esperó percibir su presencia nuevamente a sus espaldas para reanudar la conversación.

Aunque ambos estaban charlando como solían hacerlo en las sesiones, esta situación se sentía completamente diferente. Podría deberse a la ropa informal de Sukuna, ya que Megumi nunca tuvo la oportunidad de verlo llevar otra cosa que no sean sus costosos trajes de tres piezas, o quizás la gran pared de vidrio permitiendo el ingreso de tanta luz que inclusos las más mínimas facciónes que en el consultorio no lograba ver ahora sobresalía intensamente.

Todo se sentía más claro, más íntimo.

—Tuve un sueño... Una pesadilla, en realidad. Desperté cerca de las 2 a.m. y, aunque lo intenté, no pude volver a dormir. —El adolescente lanzó un largo suspiro que, combinado con los círculos oscuros bajo sus ojos, corroboraron su historia—. No es la primera vez, esto ha pasado por un tiempo, estoy realmente cansado.

—¿Tomas algún tipo de droga para dormir?

—No. ¿Puede darme alguna? —preguntó girándose hacia el doctor.

—Hay un par de medidas que intentar antes de recetar fármacos. De hecho, esa es la última instancia. En tu caso no lo recomiendo.

Megumi estuvo de acuerdo sin protestar y nuevamente regresó su mirada al paisaje exterior. La decepción en su rostro fue tan conmovedora que el doctor se preparó para brindarle una sonrisa comprensiva y recitar los beneficios de las demás opciones, no obstante, su plan se vio frustrado cuando dio un paso hacia el joven.

Un sutil aroma llegó a los sentidos de Sukuna, quien instintivamente cerró sus ojos para comprender la naturaleza y origen de aquella esencia débil pero apetitosa.

La curiosidad distorsionó los límites de su prudencia llevándolo a dar otro paso hacia la espalda de Fushiguro y con audacia impropia aspiró el aire cerca de su cuello.

Waltz for Sukuna | Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora