4.3. So sublime.

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El Colegio de Magia de Tokio seguía igual a como lo recordaba. Los edificios principales, el mismo jardín de siempre -un poco descuidado quizás- y los dormitorios nunca lo suficientemente llenos como para vencer su peste a soledad pero un poco menos vacíos de lo que él los vio antes de marcharse.

Fushiguro Megumi aguardaba junto a otras decenas de hechiceros en el jardín principal del Colegio. Frente a ellos, además de la imponente figura del Usuario de los Seis Ojos, se encontraba dispuesta una fila de tres camillas. 

El motivo de la reunión era muy bien conocido por todas las personas allí presentes.

Un automóvil estacionó a pocos metros y de él bajó una elegante mujer de largo cabello azulado que se unió a la reunión enseguida.

—Llegas tarde, Mei —exclamó Gojo con dureza.

—No lo suficiente para que exijas un reembolso, ¿verdad? —respondió ella.

La expresión del hechicero permaneció imperturbable detrás de su venda. Antes de iniciar una pelea y ocupar más del ya escaso tiempo que tenían, el líder del Clan Gojo prefirió dar inicio a la reunión.

—¡Bien, vamos a comenzar! —vociferó—. Hasta ahora cada ataque de la maldición ocurrió durante la noche. No hay razón para sospechar que será distinto en esta ocasión. Se les asignó una zona específica la cual deben patrullar constantemente desde la medianoche hasta el amanecer. También recibieron un pergamino marcado por mí. Pueden activarlo con energía maldita y les enviaré refuerzos de inmediato. ¿Alguna duda? —Ninguno de los presentes objetó a sus palabras, por lo que Satoru decidió no alargar innecesariamente el preámbulo—. ¡Bien, andando!

El grupo de hechiceros respondió una afirmación al unísono e inmediatamente marcharon hacia los vehículos encargados de llevarlos a sus respectivos territorios.

En el jardín quedaron solo cuatro personas: Gojo, Mei, Megumi y otro estudiante desconocido.

La primera en dar un paso adelante fue Mei. Con un sutil movimiento de manos cientos de cuervos abandonaron el resguardo del bosque que rodeaba la escuela y volaron directamente hacia una de las víctimas postrada en la camilla. Las aves circundaron el cuerpo inerte por varios minutos, algunas incluso se posaron sobre él, pero ninguna le hizo daño alguno. Cuando Mei consideró que era suficiente, otra seña les ordenó que se dispersaran e iniciaran el viaje hacia su zona designada.

El siguiente fue el estudiante desconocido, quien caminó con aires de misterio hasta la segunda víctima. En seguida el césped bajo ella comenzó a crecer anormalmente y a trepar por los barrales de la camilla. Un par de segundos después se encontraba cubierta de vegetación, la cual se encargó de memorizar la energía maldita impregnada en el cuerpo. Cuando terminó solo regresó el césped a su estado normal y se marchó en silencio.

Por último llegó el turno de Megumi.

Para este momento el único ajeno alrededor era Gojo ya que que Fushiguro lo pidió así. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que llamó a sus invocaciones divinas que no estaba seguro de cómo reaccionarían.

El joven de cabello negro dio un largo suspiro y preparó sus manos para realizar el ritual.

Lobos de Jade. Shiro. Kuro.

La sombra que proyectaba el gran árbol cercano gracias a la luz de la luna había dejado de ser solo oscuridad. Megumi la convirtió en un portal para sus shikigamis.

Pasó un tiempo considerable y, aún sin obtener respuesta, Fushiguro cambió la seña de sus manos.

Nue. Gama. Banshō. Orochi.

Waltz for Sukuna | Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora