2.14. Gohan.

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Megumi salió de su cuarto e inmediatamente cerró la puerta con seguro. Mientras giraba la llave se preguntó a sí mismo cuándo adquirió aquella costumbre.

En el pasado, antes de que el número de habitaciones vacías superara con creces a las ocupadas, las puertas podían permanecer abiertas incluso durante las misiones fuera del colegio y nadie se preocupaba por cerrarlas.

Solían estar seguros en ese lugar. Y los recuerdos de aquel tiempo lejano respondieron a su pregunta inicial.

El joven guardó la llave en el bolsillo de su pantalón y procuró iniciar el trayecto que había planeado originalmente, pero la figura de Gojo esperando en la entrada de los dormitorios lo obligó a detenerse.

En esta ocasión, la venda que acostumbraba cubrir sus ojos había desaparecido y tampoco llevaba los anteojos negros casuales. Esa era una imagen extraña de ver.

—¿Te encuentras bien? —preguntó con cuidado el menor de ambos.

Gojo reaccionó al instante. Aunque Megumi sabía que era imposible, por un momento tuvo la sensación de tomarlo desprevenido mientras deambulaba en sus pensamientos.

—Estaba esperándote. Necesito hablar contigo —respondió Satoru.

—¿Sobre qué?

—Sobre Sukuna —Solo su nombre hizo que los latidos de Fushiguro se aceleraran—. ¿Qué es lo que querías decirme aquella vez?

—¿Ahora quieres escucharme?

—No es un buen momento para reclamos, Megumi, no ahora —Gojo dejó de apoyar su cuerpo en la pared y caminó hasta llegar frente al adolescente—. Vi y escuché cosas que no puedo explicar. Ya he buscado en los libros y registros más antiguos, hablé con cada persona que podría tener información al respecto, incluso acudí con el Maestro Tengen. No me gustaría involucrarte en algo cuyas dimensiones desconozco, pero eres mi última opción para encontrar una respuesta.

En ese momento Megumi sintió unas inmensas ganas de golpear a Gojo y a la vez llorar como un niño frente a él. Ambas se contrarrestaron perfectamente dejando en su rostro una mueca nula.

Deseaba golpearlo por todo el tiempo que le tomó darse cuenta de que algo andaba mal con Ryomen Sukuna y, por otro lado, el alivio de ver a su alcance la posibilidad de ser escuchado y que alguien creyera en sus palabras solo podría ser expresado con lágrimas.

Quería contarle tantas cosas... Cuál fue el inicio de todo, lo que descubrió, cómo y cuándo lo hizo.

Las memorias del último año se agitaron violentamente como avispas atrapadas en una caja oscura y su garganta, estrangulada por el solo recuerdo de Sukuna vigilándolo desde su trono, no pudo brindarles una salida.

—Él no es quien todos creen —fue lo único que llegó a pronunciar.

—¿Y quién es en realidad?

Aquella pregunta hizo un eco infinito en su cabeza.

—No lo sé —respondió sinceramente—. Es lo que trato de averiguar.

Gojo quiso argumentar, pero el sonido de su celular lo interrumpió de repente. Con un rápido movimiento lo sacó de su bolsillo y pasó un par de segundos debatiendo consigo mismo si contestar o no.

Megumi llegó a ver el nombre de Yaga impreso en la pantalla, por lo que decidió escapar de aquella situación y continuar su camino inicial.

—¿A dónde vas? —preguntó el profesor al instante.

—Estoy hambriento. Voy a comprar comida.

—Ijichi está en la escuela. Puedo pedirle que te lleve.

Waltz for Sukuna | Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora