2.1. Kaiseki.

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La oscuridad se volvió luz.

Megumi despertó poco a poco. Con esfuerzo pudo aclarar su vista desenfocada y logró reconocer el techo de su habitación.

—Hey, bienvenido —exclamó Gojo a su lado. No llevaba ningún tipo de venda y las pronunciadas sombras bajo sus ojos delataban que no había dormido bien en, quizás, varios días.

Megumi no respondió al instante, solo sostuvo la mirada celeste con la mayor firmeza que su cansado cuerpo le permitió.

—¿Cuánto tiempo llevo dormido? —preguntó.

—Un par de semanas, un par de meses, quizás años —bromeó el profesor con la fatiga manchando su carisma—. No es cierto, solo tres días.

—¿Qué pasó con...?

—Se acabó, Megumi —interrumpió Gojo—. Ha sido exorcizada.

—Ya veo...

El adolescente lanzó un suspiro de alivio genuino casi sin querer y volvió a cerrar sus ojos.

—¿Por qué fuiste solo?

—Yo solo... lo hice.

—¿Eres consciente de lo que hubiera pasado si Sukuna no llegaba a tiempo?

—Sukuna... —Los recuerdos antes de desmayarse llegaron repentinamente. Megumi trató de incorporarse con dificultad, pero Gojo lo detuvo—. Necesito decirte algo sobre él.

—Tranquilízate, eso puede esperar. Ahora es necesario que descanses.

—No, escúchame...

—Megumi, cálmate.

—Cuando luché contra el "Cara Parchada" yo...

—¡Megumi! ¡Es suficiente! —Fushiguro seguía intentando levantarse, pero el grito de Gojo hizo que detuviera sus movimientos en seco. Al mismo tiempo, una punzada de dolor en su pecho deformó la expresión de su rostro y el profesor se apresuró en ayudarlo a acostarse nuevamente—. Esa herida arrancó gran parte de tu pulmón, te rompió seis costillas y, por solo medio centímetro, no llegó a tu corazón. Ieiri, Sukuna y yo pasamos veintidós horas tratando de salvarte. ¡Es un milagro que estés vivo en este momento! ¡Aún así, lo primero que piensas al despertar es en la maldición que te dejó en ese estado!

—Solo quiero decirte que durante...

—¡No quiero escucharlo! —volvió a gritar—. Se acabó, debes dejarlo ir. Casi mueres en ese lugar, ¡¿lo entiendes?! —Gojo masajeó su rostro claramente frustrado. Luego se levantó de la silla y comenzó a caminar hacia la puerta, pero a mitad de camino regresó su vista cansada hacia el pelinegro—. No me debes nada, Megumi, ni a mí ni a nadie, nunca lo has hecho. Tu vida te pertenece solo a ti. Pero, por favor, no me hagas perder a otro alumno.

Fushiguro no supo qué contestar y Gojo tampoco le dio la oportunidad de hacerlo, solo salió de la habitación sin decir otra palabra. 

Waltz for Sukuna | Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora