2.26. Mizumono.

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Como el aire me respirarás el día que decida esconderte en frases que no escucharás.❞

Le parole lontane − Måneskin.

Tras cortar la llamada Gojo también cortó la cuerda de su prudencia.

La reunión fue programada para las 21:00 y el reloj marcaba las 19:28.

Su técnica recordó las coordenadas habituales de Sukuna y rápidamente se movió a esos lugares.

Primero arribó al consultorio. Su cuerpo fue invocado en el centro de la gran sala, entre las dos sillas oscuras protagonistas de cada sesión. El poder de los Seis Ojos evaluó rápidamente la quietud del edificio completo y le informó que aquel lugar estaba vacío. Un segundo después, lo equivalente a un pestañeo, se encontraba de pie frente a la puerta principal de la casa donde residía Ryomen Sukuna.

Gojo no anunció su llegada, solo abrió la puerta sin tocar.

Aunque sus pies no llegaban a tocar el suelo y su caminata era tan ligera como una ráfaga de viento, Sukuna logró oirlo claramente desde la cocina y se quedó ahí, esperándolo.

En el instante que sus ojos se encontraron la batalla ya había comenzado. Tan silenciosa y tranquila que ambos podrían haber ocupado sus asientos y disfrutar la cena prometida antes de que uno de los dos decidiera abandonar su orgullo para atacar primero.

—Hola, Gojo —entonó Sukuna desde el otro lado de la encimera—. Llegas temprano.

—Sabes que soy algo impaciente —respondió el profesor—. Quería robar un poco de tu tiempo para agradecerte por tu amistad, Sukuna.

Para este punto los disfraces de ambos habían desaparecido por completo y sus palabras no eran más que un cínico preámbulo para el acto principal.

—La cualidad más hermosa de un amigo es entender y ser entendido con absoluta claridad.

—Entonces este es el momento más genuino de toda nuestra amistad —escupió Gojo mientras lentamente se quitaba la venda de los ojos—. Estaba tan ciego...

La sonrisa perversa de Sukuna contrastó fuertemente con la seriedad repentina en el rostro de Satoru.

—En tu defensa, trabajé muy duro para mantenerte de esa forma —reconoció—. Puedes permanecer ciego, Gojo. Aparta la vista de todo esto. Vete y no haré ningún intento de ir detrás de ti. Pero si te quedas, tendré que matarte.

Por inercia, una carcajada amenazó con abandonar los labios de Satoru. Nadie, ni una sola alma en toda su vida se atrevió a hablarle así.

Sin embargo, la situación lo obligó a callar. Algo en Sukuna le anticipó que no debía tomarlo a la ligera.

Gojo cerró sus ojos por un momento e inhaló profundamente. Para cuando sus dedos terminaron de cruzarse, Sukuna ya empuñaba la Alabarda Celestial y arremetía violentamente contra él.

Entre ellos se desató una feroz batalla cuya magnitud no tenía precedentes. La colisión de dos fuerzas colosales portaba un desenlace desconocido incluso para el mismo destino, quien solo pudo escribirlo en el preciso instante que la herramienta maldita atravesó el cuello de Gojo Satoru.

Un erudito de la historia como Sukuna jamás se arriesgaría a repetirla y, en honor a otros temerarios que llegaron antes que él, sacó el arma del cuerpo de Gojo para luego apuntar directamente a su cráneo.

La victoria estaba a medio metro de distancia, sin embargo, justo antes de ejecutar el movimiento final, un suave sonido viajó desde la lejanía y paralizó todo su cuerpo.

Waltz for Sukuna | Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora