El ruido de las olas chocando contra la orilla le dio la bienvenida a su consciencia.
Sukuna ciñó los brazos fuertemente, pero su carne fue retenida e irritada por la cuerda que apresaba su cuerpo contra la silla.
Al mismo tiempo que sus movimientos fueron visibles, un par de pisadas resonaron sobre la arena acercándose hacia él, como si estuviera esperando su despertar desde hace tiempo.
—Me apropié de este cuerpo hace unos dos años. Antes de morir, Suguru Geto hizo cosas muy interesantes, y poseía objetos muy interesantes también. —Kenjaku retiró la bolsa de tela negra que cubría la cabeza de Sukuna, revelando sus ojos enfurecidos y aún algo adormilados—. La Cuerda Negra es un artefacto maldito especial. Su solo roce hizo temblar la técnica del mismísimo Gojo Satoru. Ser amarrado con ella debe ser duro incluso para el Rey de las Maldiciones.
Sukuna esbozó una sonrisa de lado que, aún estando completamente inmovilizado, hizo temblar a su secuestrador.
—No tenías que tomarte tantas molestias, Kenjaku —exclamó con desidia y diversión—. Si hubieras sido un poco más paciente yo mismo habría ido a buscarte.
El tono del doctor fue desafiante y sarcástico. Kenjaku no pudo comprender la fuente de su altanería encontrándose en aquella situación y eso lo enfureció.
—Trabajé demasiado duro por esto. No voy a permitir que lo arruine, Maestro —pronunció el usuario de maldiciones entre dientes.
La sonrisa de Sukuna no flaqueó ni un poco sino hasta que vio al joven amarrado en la silla ubicada justo en frente suyo.
—¿Por qué lo trajiste a él? —preguntó con la vista clavada en Megumi, quien seguía inconsciente.
Al notar aquel cambio de actitud Kenjaku sintió que las riendas de la situación volvían a estar bajo su poder.
—Antes de que decidiera por fin amenazarme directamente yo ya pensaba en cómo deshacerme de usted. ¡Tenía tantos planes!... Y todos fueron pisoteados por sus intentos de mantener la perfecta imagen de aliado ante la sociedad hechicera. ¡Hasta podría haber destruido a Gojo Satoru si usted no hubiera decidido hipócritamente responder al llamado del Colegio durante el Incidente de Shibuya! —escupió con rabia contra el rostro del doctor—. Eso y mucho más me llevaron a la conclusión de que Ryomen Sukuna es un obstáculo para mis metas y pensé: ¿cuál es la debilidad de alguien tan poderoso?
—Creo haberte informado que no me agradan las personas entrometidas. Debiste huir cuando te di la oportunidad.
Kenjaku lanzó una carcajada. Por supuesto que lo consideró y, en su ignorancia, estaba satisfecho por no haberlo hecho.
—Al principio creí que sería en vano, pero aún así decidí vigilarlo para hallar su punto ciego. No tenía muchas esperanzas y terminé llevándome una sorpresa muy grande. Ugetsu, Mahito, Ogami y ahora Choso... Todas sus acciones sin explicación compartían un solo común denominador: Fushiguro Megumi. —La mano de Suguru Geto tomó despectivamente el mentón de Fushiguro para evaluar su semblante inconsciente y, tras intentarlo, no pudo encontrar eso que lo hacía tan especial—. Bastó hacerle un solo rasguño para alterar su temple y de esa forma tan estúpida logré atraparlo. Es casi gracioso.
Aunque la mueca de diversión seguía plasmada en su rostro, internamente la situación no le causaba nada de gracia.
La leyenda a la que todos temían o admiraban se sometió desvergonzadamente ante un simple humano que, además, rechazaba lo que se le era ofrecido. Fushiguro Megumi ignoraba por completo las magnitudes de lo que brujos y maldiciones eran capaces de sacrificar para ocupar su lugar.
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Waltz for Sukuna | Jujutsu Kaisen
FanfictionTras la pérdida de sus compañeros en el incidente de Shibuya, Fushiguro Megumi debe someterse a una evaluación psicológica antes de retomar sus deberes como hechicero. En orden de cumplir con las exigencias de Gojo, Megumi acude al consultorio Ryom...