—Para ser alumno de Gojo no diste demasiado problema, Fushiguro Megumi —escupió Mahito con malicia—. Tus amigos fueron mucho más entretenidos.
La maldición regeneró su brazo cercenado con la facilidad de un pestañeo y, por otro lado, el joven hechicero apenas fue capaz de recobrar la razón tras el golpe bestial que su quimera difícilmente logró amortiguar.
No solo estaba enfrentando a Mahito, sino también a su propia debilidad.
Cerca de un año había pasado desde la muerte de Nanami y Kugisaki. Un año en el que abocó todo de sí al anhelo de justicia y lo único que consiguió, casi a costa de su propia vida, fue cortar una extremidad de aquel ser que le había arrebatado a sus amigos.
Megumi enfocó la vista en su enemigo. A un lado de la maldición que se aproximaba hacia él yacía el cuerpo ensangrentado de su lobo blanco y, más atrás, sus otros shikigamis agonizando. El panorama no auguraba nada bueno en absoluto.
Megumi acarició la cabeza de su quimera, la cual al igual que él estaba en su límite. Si esta era la última vez, por lo menos se aseguraría de dejar un recuerdo agradable con el que su shikigami podría recordarlo en el reino de las sombras.
—Vete, Nue —ordenó el pelinegro.
Bajo la palma de su mano la bestia desapareció dejando un halo de sombras tras su partida.
Mahito comenzó a reír, jactándose de la diferencia abismal de sus poderes.
—¿Ya te das por vencido?
En su pequeña jaula de remordimientos Megumi se hizo la misma pregunta.
¿Era esto darse por vencido?
Si Gojo fuera capaz de verlo en ese momento probablemente estaría decepcionado.
Pero eso ya no importaba.
No, no estaba dándose por vencido, sino dándolo todo por la memoria de las personas que amaba.
—Artefacto sagrado...
Por Kugisaki.
—¡Así es!
Por Nanami.
—Vibra y oscila...
Por él mismo.
—¡Dame algo de diversión!
Lo haría hasta el final.
—Octavo agarre...
—¡Vamos!
Mahito transformó su brazo en un arma mortal y rápidamente se abalanzó hacia Megumi.
Pero, cuando estuvo a solo medio metro él, una flecha de fuego traspasó la cabeza del espíritu y el joven hechicero se vio forzado a detener la invocación.
Fueron varios segundos, siete quizás, los que Mahito pasó consciente antes de caer al suelo. Y aún allí sus ojos seguían moviéndose frenéticamente sin entender lo que estaba sucediendo.
Megumi dio un paso atrás, luego dos, hasta que finalmente el dolor y la fatiga devastaron el equilibrio que lo mantenía en pie y su cuerpo se derrumbó sin oponer resistencia.
Entre la lógica de lo inevitable, un par de brazos salvaron su caída.
—Me temía que estuvieras muerto... —pronunció Sukuna acomodándolo cuidadosamente en el suelo.
El hechicero quiso decir algo, pero las palabras quedaron atrapadas en su garganta.
En ese momento, cuando todo había pasado y el dolor de los golpes dejaba de ser eclipsado por la sobredosis de adrenalina, Megumi fue finalmente consciente de lo que acababa de pasar.
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Waltz for Sukuna | Jujutsu Kaisen
FanfictionTras la pérdida de sus compañeros en el incidente de Shibuya, Fushiguro Megumi debe someterse a una evaluación psicológica antes de retomar sus deberes como hechicero. En orden de cumplir con las exigencias de Gojo, Megumi acude al consultorio Ryom...