—¿Qué se siente volver a trabajar como hechicero, Megumi? La última vez eso casi te destruye.
El adolescente observó con una expresión despectiva al hombre sentado frente a él.
—La última vez usted casi me destruye —corrigió.
Sukuna cerró la libreta que siempre mantenía cerca de él con aires de ofensa.
—Después de todo sigues creyendo que soy...
—No siga —interrumpió Megumi al instante—. Quizás usted tenga que pretender, pero yo no.
La efímera mueca de satisfacción dibujada en el semblante de Sukuna fue notada fácilmente por su paciente desde el asiento contrario. La luz ingresando por el gran ventanal cuyas cortinas estaban abiertas de par en par por primera vez encandiló cada una de sus expresiones.
Ellos se contemplaban el uno al otro con claridad, incluso aquello que pretendían esconder.
—No, no tienes que hacerlo —reconoció el mayor—. No conmigo.
—No espero que lo admita. No puede hacerlo. Pero prefiero los pecados de omisión antes que las mentiras descaradas, doctor. No me mienta.
Entre toda la aspereza que tintaba la voz del adolescente también resaltó un poco de súplica y Sukuna, débil ante Megumi, no pudo negarse a obedecerlo.
—¿Me devolverás la misma cortesía? —cuestionó. Un sí implícito en el silencio de su paciente lo invitó a continuar— ¿Por qué reanudaste tu terapia?
—No puedo hablar con cualquier psiquiatra sobre los pensamientos que me agobian.
El doctor hizo una pausa.
Quizás el mundo podría ignorar lo que ocurría en la cabeza de Megumi, pero no Sukuna.
Él era capaz de leer su mente y casi contemplar sus pensamientos de odio escritos en el aire. Pensamientos que tarde o temprano volverían a salirse de control traduciéndose en un premio y castigo para su egoísta deleite.
—¿Tienes fantasías sobre matarme? —cuestionó el psiquiatra. Más que un interrogante, su tono era el de una afirmación.
—Sí —reconoció el hechicero.
—Dime, ¿cómo lo harías?
Al igual que Sukuna, Megumi también podía ver más allá de la tranquilidad y elegancia que tejieron su disfraz de persona. Allí la provocación de su voz carecía de fines terapéuticos, en cambio, lo instaba a sumergirse en la locura.
Sin embargo, a diferencia de él, Fushiguro no sentía necesidad de camuflar sus verdaderas intenciones en el interior de aquellas cuatro paredes.
Ryomen Sukuna demandó su honestidad, y eso iba a darle.
—Con mis manos —respondió.
Un pequeño sobresalto en el cuerpo del doctor simuló develar sorpresa, pero ciertamente el motivo era otro.
—Entonces no hemos pasado la etapa de disculpas y perdón.
—Hemos pasado muchas cosas —Megumi se vio incapaz de seguir sosteniendo la mirada de Sukuna y decidió ponerse de pie. Con pasos lentos y dándole la espalda emprendió una caminata hacia el fondo del consultorio—. Descubrí una verdad sobre mí mismo cuando intenté matarlo.
—¿Que hacerle cosas malas a las personas que se lo merecen te hacen sentir bien?
—Exacto.
El doctor inhaló firmemente a la vez que se acomodaba en su asiento.
—Necesito saber si intentarás matarme de nuevo, Megumi.
—No intentaré matarlo nuevamente, doctor. No ahora que por fin comienzo a encontrarlo interesante.
No era una mueca borrosa, tampoco un gesto confuso. En sus labios había satisfacción legítima y Megumi no pudo soportar la idea de saber que él la había causado.
Su cuerpo volvió a darle la espalda, como si eso fuera a invalidar lo que acababa de suceder, y su atención se concentró por completo en los libros ordenados cuidadosamente frente a él.
—"Rituales y maldiciones". "Historia de la hechicería". Tengo entendido que usted recibe pacientes totalmente ajenos a nuestro mundo. ¿Acaso no tiene miedo de que lo descubran?
—Tú eres el único que presta atención a esas bibliotecas, Megumi —reconoció Sukuna desde su lugar—. No me ha pasado hasta ahora, pero en el caso de que lleguen a descubrirlo les hablaré con la verdad, como siempre lo hago. Si lo aceptan, está bien, la hechicería permanece discreta ante el mundo pero no es un secreto; si se vuelven locos... puedo usar el ritual de borrado de memoria en ellos. —El hechicero asintió por inercia, sin embargo, tras meditarlo con cuidado de su boca escapó una risa más parecida a un suave suspiro—. ¿Por qué te ríes?
—Cuando sale de su boca todo parece tan simple que podría creerlo sin siquiera cuestionarlo —respondió—. El ritual de borrado de memoria está extinto. Todos sus usuarios han muerto hace mucho tiempo. No existe manera de modificar lo que hay en la mente de una persona.
—Existen otras maneras de invocar rituales, Megumi.
—¿Cómo cuáles?
El joven se giró en espera de una respuesta, pero al hacerlo la silueta de Sukuna no estaba en la silla donde lo vio por última vez, sino de pie a pocos pasos de él.
Su primera reacción fue retroceder hasta que su espalda chocó contra la biblioteca. El doctor levantó su mano y la dirigió hacia uno de los estantes para tomar un libro, pasando justamente por encima de su hombro.
Sukuna observó su comportamiento con una mezcla de extrañeza fingida y provocación, para luego depositar en sus manos temblorosas el ejemplar abierto.
—Hay una gran diferencia entre rituales extintos y aparentemente extintos. En los primeros fue posible constatar la muerte de sus usuarios, los cuerpos han sido exorcizados y resguardados por los entes que regulan el mundo de la hechicería, mientras los segundos solo han desaparecido, nadie sabe si sus usuarios murieron o siguen con vida —Sukuna comenzó a caminar alrededor del consultorio, alejándose de él. Y recién ahí Megumi pudo enfocar sus ojos en la página del libro—. Si buscas lo suficiente, es posible que los encuentres.
"Ritual de necromancia. Ritual aparentemente extinto.
El ritual de necromancia permite a su usuario invocar las habilidades y el aspecto de una persona ya muerta. Para llevar a cabo el proceso de invocación es necesario recitar un mantra en el cual se llama la información del cuerpo. Quien servirá de recipiente debe tragar una cápsula que contenga restos de la persona a la que se invoca y luego se recita el nombre de dicha invocación. Durante el ritual el recipiente toma tanto las habilidades físicas del sujeto como su aspecto y no habrá manera de diferenciarlo del verdadero, lo único que permanece de éste son los datos de su alma. Así también, aunque su fuerza y apariencia sean diferentes, lo que sea que le ocurra al individuo durante el transcurso del ritual repercutirá en su verdadero cuerpo una vez que la energía maldita se agote y el proceso se dé por terminado".
—¿Puedes traer la información de cualquier cuerpo? —preguntó Megumi sin levantar la vista del libro.
—Cualquiera. Solo es necesaria una pequeña parte de los restos.
—¿Y la persona no recordará nada?
—Nada —afirmó Sukuna—. Como si todo hubiera sido nada más que un sueño.
El celular de Fushiguro vibró en el bolsillo de su pantalón y él se apresuró a contestar.
—¿Hola?
El número era desconocido y durante casi un minuto del otro lado de la línea solo se escuchó silencio.
—Fushiguro... —susurró la voz de una niña—. Está pasando de nuevo...
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Waltz for Sukuna | Jujutsu Kaisen
FanfictionTras la pérdida de sus compañeros en el incidente de Shibuya, Fushiguro Megumi debe someterse a una evaluación psicológica antes de retomar sus deberes como hechicero. En orden de cumplir con las exigencias de Gojo, Megumi acude al consultorio Ryom...