Ada y Milo, amigos en la primaria, se separan cuando él tiene que mudarse inesperadamente.
Años después se reencuentran en la preparatoria y en medio de una apuesta que involucra a sus mejores amigos empezarán un romance con sucesos que pondrá a pru...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ada.
Esparzo un ungüento sobre los moretones que tiene Emily en su espalda y brazos con el corazón encogido y los ojos humedecidos por cada quejido que emite.
–Em, por favor... —le trato de pedir lo de siempre.
Su padre la maltrata desde que su mamá los abandonó por su jefe, como si ella hubiera tenido la culpa de algo semejante.
Por lo que me contó a duras pena, esta vez fue por que le dijeron que la habían visto con un chico motorizado. Se de quien se trata y por primera vez no siento celos porque es injusto que la castiguen por querer hacer su vida de chica adolescente.
—Estoy bien, cariño —me interrumpe.
No es verdad.
Esto ya está siendo insostenible para ella, me consuela diciéndome que todo acabará cuando nos vayamos a la universidad.
Lo dudo, este tipo es tan tóxico que la lastimará así nos vayamos a China a estudiar.
—¿Porque lo aguantas?.
Se encoge de hombros.
—Es mi padre y me quiere, lo se —alega y niego desesperada —Solo está enojado y no quiere que me vaya.
Patéticas excusas, es su hija no su esclava.
—Lo odio —balbuceo.
—Ada, a Harper y a Peter no les gustaría que infundieras odio.
—Entonces que no te toque, bebé —mi quejido suena a un sollozo.
—Ya no lo hará, te lo prometo.
Mentira, lo sé.
—Busqué a Grace —se tensa pese al ardor qué debe estar sintiendo en su piel —Está en Londres, si me dejas escribirle ella podría...
—¡No! —niega de inmediato —No molestemos a su majestad con los problemas de su olvidada familia.
—Em... —insisto —ella podría venir y llevarte consigo lejos de esa bestia.
La prefiero mil veces lejos, que lastimada.
—¿Qué te hace pensar que aceptaría ser parte de su nueva vida? —cuestiona con evidente Ironía —además, no lo voy a dejar y menos por ella.
Aunque intenta disimular su cara de dolor es obvia cuando se pone la camisa.
—Em, es tu mamá y...
—¡Mamá que me dejó! —me refuta —No voy ir con la que es culpable de todo esto, para empezar.
Mis ojos se empañan al igual que los de ella, pero es más fuerte y se repone rápido sin botar una sola lágrima.
