Capítulo 28.

48.1K 2.4K 166
                                    

Ada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ada.

—Linda, llegamos —me mueve meticulosamente la enfermera en la parte trasera de la furgoneta.

No se en que momento, pero me he quedado dormida vuelta un ovillo en el asiento.

Tampoco he podido calcular el tiempo en el que viajamos, pero dado que todavía está la luz de la tarde supongo que no debió ser mucho.

Me inclino levemente y un gran edificio blanco se impone ante mis ojos con un gran letrero gris con las siglas CRTA (centro de rehabilitación de trastornos alimenticios).

Me restrego los ojos todavía adormilada, los rayos de sol rebotan en su tejado de tejas azules y en su jardín arbolado que me parece hermoso decorado con unas cuantas flores que le dan más vida.

Pero incluso eso ahora mismo me parece deprimente.

Sigo sin entender cómo es que mi padre permitió esto y que mierda hago aquí.

—Hola, yo soy Bailey —se acerca un hombre joven, pero notoriamente mayor, es de pelo rubio aplastado y unos ojos azules océano que destellaban alegría —bienvenidas a nuestro centro, trataremos de ayudarlas, pero para eso necesito que pongan de su parte.

Habla en plural y es cuando me percato de que hay otra chica extremadamente delgada, pálida con ojeras oscuras que le cuelgan en su alargado rostro.

¿Realmente luzco así?

Inconscientemente me miro a través del espejo retrovisor pero solo puedo ver a la Ada de 8 años llorando, avergonzada de comer porque sabe que está engordando.

—Vengan, les daremos un tour por el lugar —dice como si lo que nos fuera a mostrar es alguna atracción turística.

Ingresamos y nos reciben en recepción donde le entregan unas carpetas que asumo y es nuestra información, la cara de la chica me dice que está en la misma que yo.

No quiere estar aquí.

—Aunque ya tenemos ciertos datos médicos sobre sus estados físicos aquí preferimos que nuestros especialistas las valoren —menciona Bailey —así que mañana tienen citas, bellas damiselas.

Aquella chica lo miraba como si estuviera loco.

Superficialmente nos enseña el resto de áreas, como el consultorio del nutriólogo y de la psicóloga a quienes nos los presentan pero nosotras seguimos indiferentes.

—Quiero que sepan que si están aquí es para que mejoren y no se sigan haciendo daño, no un castigo —dice la mujer con lentes —será un placer ayudarlas.

El tal Bailey también nos enseña el largo comedor.

—No les mentiré, este lugar es la pesadilla de todos aquí.

¿Quién enamora primero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora