Capítulo 30.

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Milo

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Milo.

Después de una cálida ducha donde me deshago asqueado de la sangre de ese maldito y relajo mis músculos que están muy adoloridos por el partido y la golpiza espero pacientemente a que llegue papá.

—Ya está aquí —me informa nana.

Bajo y me lo encuentro en la sala con cara de pocos amigos.

Niega con la cabeza y mamá me mira afligida, Flora regresa con el botiquín de primeros auxilios y me empieza a curar los nudillos lastimados.

Don Edgar empieza a caminar de un lado para otro como buscando las palabras para decirme...

—Un tabique roto, dos costillas fracturadas y 4 molares desprendidos... ¿Me puedes explicar en qué momento mi hijo se transformó en Rocky Balboa?

—Ese se merecía eso y más.

—¿Y por qué? —cuestiona —¿Qué te dio el derecho de golpearlo con tal brutalidad?

—Cariño, necesitamos que nos digas que pasó para poder entenderte porque tú no eres así.

Insiste mamá cuando me quedo callado.

—Es que no se si debería decirles, es algo muy delicado que no tiene que ver conmigo sino con Ada.

Respondo seriamente, no quiero ser el que ventile sus malas experiencias sexuales y darle otro motivo para que me odie aún más cuando vuelva.

Por otro lado, si les digo podrían hacer algo más que golpearlo, refundirlo en la cárcel, aunque seguramente sus papis lo sacarían casi que de inmediato.

Ah, maldita burguesía.

Dios, la ganas que tengo de ir a ese centro y reclamarle el porque no me dijo la maldita verdad son inmensurables.

—Por favor, dime que esto no se trata de un lío por faldas.

—No, no es un lío de falda y ese es el problema, padre.

Y si, hubiera preferido mil veces la versión anterior en donde creí que ella había querido pero después se arrepintió y odiarlos solo por eso.

—¿Entonces? —inquiere —¿sabes que? no se si lo quiero saber porque nada justifica lo que hiciste, no eres un salvaje.

Si supiera estaría de acuerdo conmigo porque ha sido él precisamente el que me ha enseñado que no es no.

—No me arrepiento, se lo merecía.

—No Milo, nadie merece esa clase de violencia y menos si es un amigo tuyo —alega mamá.

—¡Ese jamás fue ni será mi amigo!

Espeto dando la media vuelta y dando por finalizada la conversación, no voy a decir nada hasta que hable con ella.

—Milo... —me llama papá y me giro —Mañana volveré a contactar con Bramson para saber qué acciones va a tomar, pero por lo pronto la única consecuencia de lo que hiciste es que estás suspendido del equipo de rugby sin opción a la capitanía.

¿Quién enamora primero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora