Capítulo 29.

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Milo

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Milo.

Un mes después.

La campanada final suena y me apresuro en alcanzar a Emily, debe estar cansada de mi intensidad, pero es la única que me puede dar noticias.

Esto ha sido lo más difícil, la incomunicación que exige el lugar para su proceso de rehabilitación en el que no se le permiten celulares para que no se contaminen con algo que las pueda hacer recaer.

—Oh, Milo, hoy si tengo novedades para ti —dice alegre —ella está muy bien, ha tenido un par de recaídas pero nada que no pudieran controlar.

—Eso es genial, supongo.

—Si, tenías razón —afirma —nosotros no la podríamos ayudar como lo hacen allí.

Concuerdo con un leve asentimiento y saca su teléfono en el que empieza a buscar algo.

—Y el coordinador le mandó estas fotos a Peter.

Me muestra la pantalla con una foto de Ada con un grupo de chicas en un jardín en el que reconozco a una...

Charlie, vaya, el mundo sí que es pequeño...

De no ser por ella, jamás hubiera sabido de lugares como ese en donde me convencí que la iban ayudar.

Su aspecto ha mejorado mucho y el de Adelaida también lo que minimiza la culpa que he sentido por sugerirle a su padre encerrarla allí.

Aunque le costó, terminó aceptando a sabiendas que su hija nesecitaba ayuda profesional.

Paso la siguiente foto y es ella tocando una guitarra en el mismo lugar, otra más formando un corazón con sus manos con el texto 'Subí 4 kilos' con una sonrisa de orgullo que me contagia.

Esa sonrisa enseguida se esfuma cuando veo la siguiente foto y es de ella dándole un beso en la mejilla a un rubio de ojos azules.

El clásico galán de novelas literarias que tanto le gustan...

—Él es el coordinador y no están saliendo, Peter dice que ha sido un gran apoyo y Ada le agarró cariño.

Comenta Emily como si necesitara la aclaración.

—No me importa —aseguro entregando su móvil al darme cuenta de que la siguiente foto es suya con su novia.

—Si, claro —me rueda los ojos —Por cierto, nos pidió que le mandáramos un video, si quieres mandarle algún mensaje es la oportunidad.

—Este, no creo que tenga nada que decirle...

O mejor dicho, no creo que ella me quiera escuchar.

—Como quieras, pero si cambias de opinión solo envíamelo por el chat o al correo.

¿Quién enamora primero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora