Capítulo 38.

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Milo

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Milo.

Luego del desayuno verde y nutritivo decidimos que nos queríamos dar un baño en altamar por lo que le aviso al inoportuno instructor que nos vamos más temprano de lo acordado para que vaya preparando la lancha.

Ada sale de su habitación con sus cosas listas para partir, luciendo otra vez ese traje de baño rosado y un short Jean y me quedo embobado con su figura que luce con más confianza.

¡Dios, ese sexy piercing se ha convertido en nueva cosa favorita!.

No me quejo de este pequeño escape porque al final pudo ser liberador y me alegra saber que en ese centro le ayudaron a sanar el daño que le hizo ese imbécil qué muchos años llamé amigo.

Paramos en un hermoso arrecife en el que no duda clavarse de cabeza al agua y la sigo para que no se ahogue.

Joder, ¿que no entiende que su corazón todavía está débil y no puede agitarse?.

Y así pasamos todo el día, viendo peces coloridos que se pasean por nuestras piernas con los lentes de buceo que nos dio el instructor.

-¡Esto es increíble! -exclama al salir a la superficie.

-Y podría serlo aún más.

-¿Enserio? ¿Cómo?

Inquiere emocionada apartando su cabello húmedo de su rostro.

-¿Lo has hecho alguna vez en un arrecife?

Sus ojos se expanden y me termina lanzando agua con sus manos.

-Nadar con delfines -aclaro entre risas y cubriéndome con mis manos -me refiero a nadar con delfines, Ada.

Le señalo para que mire atrás de ella como dos de esos se acercan y queda enternecida con los gestos de los animales.

Jugamos un rato con ellos, chapoteando y dejando que nos arrastren de sus colas en el agua hasta que llega la hora de almorzar.

-Si quieres podemos almorzar cuando lleguemos al puerto -le sugiero.

No quiero que por el movimiento del barco se vaya a sentir mal o con náuseas después de comer.

-No, tengo hambre -me asegura -no creo que aguante hasta llegar a tierra firme, capitán.

Quedamos en la proa, comiendo la ensalada de atún que preparamos con anticipación.

-Muchas gracias, me divertí mucho.

Acaricia mi mano y solo puedo esbozar una sonrisa como un idiota.

Ya viajando, casi llegando a la ciudad, recibo una llamada de papá que me deja con el pecho aprisionado.

-¿Todo bien? -consulta Ada al escuchar mi angustia.

-Es mamá y melocotón, están en el hospital -le aviso.

¿Quién enamora primero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora