Capítulo 11.

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Ada

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Ada.

Llegamos a la casa de mi amiga y entro con ella para cerciorarme que el bruto de su padre no le haga nada.

—¿Te parece que estas son las horas de llegar? —Le reclama.

—Perdón papi, no medí el tiempo.

—Si, estábamos viendo una película en mi casa —miento.

—Lo que sea, pero sabes que no me gusta que andes vagabundeando como la perra de tu madre.

El miedo sobrepasa a mi rabia por cómo la trata y me quedo callada.

Maldigo mi cobardía y la suya.

¿Cuándo va a entender que no es su mamá?

Le quiero decir tantas cosas, pero solo lo haría enojar más y terminaría desquitándose con ella.

Me aseguro que quede en su habitación sana y salva, de camino a casa me paro en una farmacia para comprar la píldora del día después.

Lo que me recuerda que tengo que agendar cita con la ginecóloga o mínimo comprar preservativos y tenerlos a la mano.

Llegué a casa y me encerré en mi cuarto.

Esta vez no contengo la culpa por todo lo que he comido en el partido y durante la película así que directamente voy al baño y me provoco las arcadas que me obligan a devolver todo.

Son terriblemente incómodas, pero no puedo subir de peso.

¬Mañana te llevaré la pastilla mágica, ratita.

Reviso el mensaje que me envió Milo después de salir del baño.

¬Ya la compré.

Le informo lo que me recuerda sacarla del bolsillo de mi chaqueta para tomarmela cuando mi estómago se calme un poco.

Mientras, agendo la cita con la doctora para la tarde y le pregunto a Em si me puede acompañar pero me dice que no porque consiguió trabajo de medio tiempo y empieza mañana.

Eso explica porque anda tanto tiempo en su teléfono.

Afortunadamente me quedan algunos ahorros después de lo de Saltarín y no tendré que pedirle dinero a papá.

Al día siguiente después de la prepa me dispongo a ir a la ginecóloga y Milo se ofrece a acompañarme, pero me niego.

Ya de por si me es vergonzoso tener que ir a consultar por un método anticonceptivo será peor si voy acompañada de mi novio.

Llego a la clínica, me anuncio con la secretaria y me pidió que espere en la sala de espera.

Minutos después me quedo petrificada cuando veo salir del consultorio a Martina Baker.

¿Quién enamora primero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora