Capítulo 45.

37K 2K 198
                                    

Ada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Ada.

Cómo todas las mañanas, lo primero que hago es desearle los buenos días a mi ángel.

¬Buenos días, gracias por el sol de hoy.

Le escribo después de ver los luminosos rayos de sol que se cuelan por mi ventana y me recuerdan a su cabello.

Me preparo para ir a clases y al ver mi reflejo en ropa interior mi cara decae con la decepción, no me gusta lo que veo en el espejo.

—¡No! —Me riño en voz alta —¡recuerda, no necesitas un cuerpo bonito, si no un cuerpo sano y lo estás teniendo!

Repito las palabras de Bay, inhalando y exhalando para disipar esos pensamientos.

¬Hey, te espero en la cancha, atrás de las gradas cuando llegues.

Mi teléfono respingó con el mensaje de Milo y me sorprende, se supone que debe estar entrenando para el partido de mañana.

Me visto rápido, desayuno la torre de hotcakes de banana que me preparó papá y me marcho apresurada, algo ansiosa y emocionada por verme con mi novio.

Me parqueo y salgo apurada hasta la cancha del campus, pero no veo a nadie, asumo que deben estar en las regaderas así que decido esperar.

Camino de un lado a otro como tonta por segundos que me parecen eternos, pero de repente una mano cubre mi boca arrastrándome hacia más atrás y con unos de sus brazos me inmoviliza por lo que empiezo a patalear, histérica.

—¡Cállate! —me piden respirando fuerte en mi oído y reconozco la voz, pero eso solo me hace inmovilizarme aún más.

—¡Solo quiero hablar, no grites!

Me pide Rayan, me suelta y me vuelvo hacia a él impactando mis puños en su pecho.

—¡¿Pero que te pasa, imbécil?!.

—¡Que te calmes! —me pide zarandeándome.

Miro para todos lados rogando por que alguien aparezca, pero la cancha sigue vacía.

—¡Milo! ¡Milo! —grito tratando de huir, pero él me impide el paso y vuelve a poner su asquerosa mano en mi boca.

—¡Ada, cálmate que solo quiero hablar maldición! —insiste —¿Ya, te puedo soltar sin que grites como una loca?

Asiento con el afán de que me libere de su contacto que me trae malos recuerdos.

Él lo hace y por fin toma distancia poniendo sus brazos como jarra.

—¿Qué quieres?.

Artículo casi en un susurro por el miedo que emergió de repente por estar sola con él.

—¿Qué mierda le dijiste a tu padre?

Ay no, papi.

—¿De qué hablas?

¿Quién enamora primero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora