Capítulo 13.

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Milo

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Milo.

—Nana, esto no entra —me quejo al no poder meter algunas prendas en mi maleta.

—Cómo no te va a entrar si has doblado mal la ropa...

Flora saca lo que está encimado y empieza a doblarlo ella misma haciendo que todo encaje en el reducido espacio.

—¿Qué haría sin ti? —le beso la frente.

—Ay mi niño, me harás falta —me abraza —Este mes será eterno.

—No exageres, nanita. Además, te llamaré todos los días, mientras disfruta de la paz y tranquilidad de tener la casa sola.

—Si, ya tengo en la mira una serie de esas que me buscaste en esa app de la letra N.

—Que aburrida, yo de ti aprovecharía e invitaría a esos pretendientes que tienes en el Marquet.

—Pero qué dices muchacho, mira que hasta roja me he puesto.

Dice entre una risita nerviosa, la miro y en efecto el color de su cara era el de mi maleta, rojo.

Termino de guardar lo necesario y me dispongo a meter mi equipaje en el auto de mi papá.

—Apura, hijo que llegaremos tarde —me grita mi padre.

—Un minuto, joder —le respondo —Bueno Saltarín, te quedarás con nana y creo que tu madre vendrá a visitarte. No quiero quejas, te portarás bien, eh.

Me despido del felino con el que ya me he encariñado y solo recibo un maullido indiferente de su parte.

Le doy un último abrazo a mi nana que me da la bendición formando una cruz con sus dedos y me subo al carro.

No se si deba al cansancio de haber organizado este viaje en tiempo récord, pero mis padres están más callados que nunca así que solo disfruto de la música que pongo a reproducir en mi iPad.

Llegamos al aeropuerto y nos quedamos en la sala de espera, me impaciento al comprender que a cierta persona se le hizo tarde para venir a despedirse.

Anuncian por el altavoz que ya debemos abordar el vuelo y creo que me tendré que resignar a que no vendrá pero...

—¡Esperen, no se vayan! —vemos que Em viene corriendo hacia nosotros llamando la atención de la multitud del lugar.

—¿Y Ada? —pregunto cuando nos alcanza.

—Viene atrás de mí —dice con el poco aliento que logra recuperar.

Le hace falta físico.

Tan solo segundos después nos percatamos de que Adelaida también viene corriendo como si su vida dependiera de ello aunque incómoda porque se sostiene la falda de su vestido con una mano y con la otra nos hace la señal de que esperemos.

¿Quién enamora primero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora