Capítulo 46.

36.1K 2.1K 305
                                    

Milo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Milo.

2 semanas después.

—¡Ada, que te vas terminar de quedar sin uñas si sigues mordiéndolas!.

—Estoy nerviosa, Baker.

Me contesta todavía con sus dientes castañeando sobre sus uñas.

—Ok, acabemos con esto de una vez por todas.

Sin más, agarro el ordenador de su cama y actualizo la página de la universidad de Oxford mientras ella se cubre los ojos con la palma de su mano.

El resultado de su solicitud aparece frente a mis ojos.

—Lo siento mucho, ratita....

Lamento llevándome una mano al pecho y lanzando un exagerado suspiro.

—¡Pero también vas a tener que aguantarme en la universidad porque te aceptaron!

¡Gracias tío!

No dudó en hablar con sus contactos para que su entrada fuera casi oficial al igual que la mía cuando se lo pedí aunque me aseguró que no tuvo que hacer mucho ya que el perfil y las calificaciones de ella es lo que buscan en dicha universidad.

—¡Oh por Dios! —se abalanza sobre mí y caemos sobre la cama donde me sigue apretando con sus brazos —¡Entré a Oxford!.

—¡Te lo dije, por supuesto que te aceptarían!

Mira la computadora para ver los resultados por si misma y vuelve a lanzar otro grito de emoción para luego volver tirarse encima mío posando sus labios una y otra vez sobre mis mejillas.

—¡Oye, que me babeas!

Ignora mi quejido y me sigue besando hasta que un carraspeo interrumpe.

—¿A qué se debe la algarabía?.

Inquiere Peter, fingiendo seriedad desde el umbral.

Ada levanta la portátil y le muestra la pantalla con una sonrisa amplia como hace mucho no le veía.

Él explaya sus ojos a medida que lee.

—¡Entonces es oficial! —exclama con semblante nostálgico.

Asentimos y ellos se abrazan.

—Felicidades mi niña, estoy muy orgulloso de ti —Capto el balbuceo de Peter.

—Oh, tengo que contárselo a... —se corta así misma cuando corre y agarra su teléfono, pero lo termina dejando en el mismo lugar.

Su cara de felicidad se empaña con un tinte de aflicción.

—Ella y mamá también celebran desde arriba, cariño —se le acerca su padre para dejarle un beso en la coronilla —Bueno, tengo mucho trabajo que hacer para solventar las cuotas, mi niña.

¿Quién enamora primero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora