Capítulo 21.

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Milo

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Milo.

-¿Me bloqueaste? Bueno, no importa. Te tengo que decir algo muy importante sobre tu querida novia.

Recibí una nota de voz de un número desconocido.

¬¿Madison?

¬La misma, corazón.

Joder, pero que intensa.

¬Sea lo que sea que tengas que decirme de Ada no me interesa.

¬Créeme, te interesa. Se trata de ella y mi hermano.

Mierda, no. Se por donde va la insinuación pero eso no puede ser, me niego siquiera a pensarlo.

-Te daré más información si vienes al bar del centro.

Concluye en otra nota de voz.

Confío en Ada, pero tengo que averiguar lo que ha pasado y quizás tenga la respuesta al video donde lo golpea y de sus actitudes extrañas.

Agarro las llaves de mi moto y me voy a dicho bar.

Al llegar, ingreso con la identificación falsa de mayor de edad cortesía de Madison que me dio cuando viajamos de Inglaterra y que hasta ahora no había utilizado.

La busco entre la multitud alborotada que bailan y beben como si no hubiera mañana.

Está en la sala VIP con una amiga suya a la que le hace una seña para que se vaya cuando chocamos miradas.

—Quién como tú que puede estar de fiesta en pleno lunes.

Me le acerco y me esboza una sonrisa de complacencia.

Luce un vestido plateado muy escotado en v sentada en el mueble cuerino negro.

—No es de poder, es de querer, amor.

—Y bien ¿Qué es eso urgente que me tenías que decir de Ada?

Cuestiono, no he venido a festejar.

—Claro, se me olvidaba que solo estás aquí por ella y no porque quisieras verme.

Se queja, la verdad que con Ada no ha sido necesario buscarla a ella ni a ninguna otra incrementado mis sospechas de un amarre.

—Ve al grano, por favor —le pido dejándome caer en el sillón largo.

Ella se para y se sienta encima de mi regazo.

—Primero celebremos que estás de vuelta —me pide ofreciéndome un trago verde que rechazo —Anda, hace mucho que no nos enfiestamos juntos.

Y si, mi cuerpo extraña algo de alcohol y hierba que luego suda en la pista de baile o...

Espabilo los recuerdos de ese Milo que ni siquiera se que buscaba con tanta euforia y quedó en el olvido desde que se reencontró con ella.

—¿O prefieres empezar con un toque? —me señala los porros recien armados que mantiene entre las líneas de sus pechos.

¿Quién enamora primero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora