Capítulo 26.

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Milo

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Milo.

2 meses después.

Cuando se trata de ignorar a alguien con quien no quiero o simplemente no me interesa tener ningún tipo de relación se puede decir que soy un experto y es lo que he hecho con Rayan, pero con Adelaida ha sido más difícil de lo normal, no solo porque la extrañará o me hiciera falta, porque no.

Es por esta estúpida preocupación que provoca su estado físico.

En estos dos últimos meses ha bajado tanto de peso que está hasta los huesos recordándome a Charlie y a los términos como anorexia y bulimia.

Joder... no puede ser tan tonta como para llegar a esos extremos.

Su vestido de tirantes deja ver sus pronunciadas clavículas, sus labios están agrietados sin rastros del humectante de cacao, su piel pasó de un cálido bronceado a un color verdoso pálido y no es una queja pero sus lindos melones pasaron a ser unos cocos.

—¡Em! —me atrevo a llamar a su amiga cuando empieza el descanso, Williams simplemente se va ignorándome como en todo este tiempo.

—¿Si?

—¿Has visto a tu amiga? —intento que suene sin importancia.

—Yo sí, pero no sabía que tú también.

—No estoy bromeando, Emily.

—Está bien, si —dice con exasperación —es solo una etapa.

—¿Etapa?

—Si, pasó lo mismo cuando murió su mamá, pero lo superó y esto también lo superará. Ella no se ha sentido muy bien y si a eso le sumas los ejercicios que hace como loca es lógico que esté así de delgada.

Creo que eso lo dice tratando de autoconvencerse y no entiendo qué tiene que superar ¿nuestra ruptura? Si para eso tiene al ridículo de Rayan.

—Tienen que llevarla a un médico, no es normal.

Los ejercicios es una de las señales, maldición.

—¿Crees que Peter no se lo ha pedido? Hasta yo se lo pedí pero no quiere, Milo.

Menuda terca.

—Oblíguenla, joder.

—No lo voy a obligar a hacer lo que no quiere.

—Em, está mal.

—¡Ya lo sé! —se vuelve a exasperar —y créeme que la estoy tratando de ayudar, pero su cambio no ha sido solo físico.

—¿Cómo?

—Está muy irritable, no se le puede tocar el tema porque se molesta y se ha aislado incluso de mí, solo sale a ese maldito parque a hacer su rutina —alega —yo también estoy preocupada, pero ella no se deja ayudar.

¿Quién enamora primero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora