Capítulo 5.

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Milo

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Milo.

Sigo sin saber cómo tomar aquel corto pero definido beso.

Con ella se me olvidaron los malos ratos que me hicieron pasar mis papás que no dejan de pelear.

Tampoco sé como tomar aquel alivio que me invadió con su confesión de que no pudo acostarse con Rayan.

Definitivamente esta chica me va causar tortícolis y un priapismo si sigue con los contactos de anoche.

Toda la semana en clases ha evitado hacer contacto visual conmigo escudándose en su libro nuevamente y se aprovechó de que Emily no ha asistido para sentarse en su pupitre lo más lejos de mi.

Lo bueno es que no me podrá evitar por mucho tiempo ya que tenemos que hacer el trabajo investigativo.

—Ada... —me acerco a su puesto cuando toca la campana final y termina tirando su toma todo regando el agua empapando la parte baja de mi camisa.

—Ay, lo siento, lo siento —me intenta limpiar con su abrigo.

—Ada, solo es agua. Tranquila.

De repente solo veo un rubor en sus mejillas y me causa gracia su nerviosismo.

Es tan sensualmente tierna y divertida.

—Necesitamos hablar...

—No, ¿de que o que? —responde recogiendo sus pertenencias todavía alterada.

¿En serio soy yo quien la está poniendo así?

—Hay que hacerlo —le digo —¿Tu casa o la mía?

—¿Qué? —chilla —en ninguna ¿Qué te pasa?

—El trabajo, Ada —le recuerdo —me refiero al trabajo de investigación.

—Ah, era eso... —suspira aliviada —en tu casa. 3pm.

Y se va sin darme tiempo de opinar, afirmar o discrepar.

Me encamino a mi casa y como siempre me recibe mi nana con un delicioso almuerzo casero.

Papá está encerrado en su despacho y mamá todavía no ha llegado. Él debe estar concentrado en cerrar un negocio de la empresa.

Aquí él es el gerente de la sede de la transnacional de mi tío que desde que tengo memoria ha sido increíble para los negocios y sociedades e incluso entre esas está la empresa del papá de Rayan.

Así que sigue siendo como si viviera solo porque mamá también debe estar reunida con alguna de las agencias con las que trabaja como relacionista pública.

Me concentro en lo que tengo que hacer y no puedo evitar volver a pensar en ella, en Ada.

Le envío la ubicación por WhatsApp pero faltando 30 minutos para la 3 de la tarde suena el citófono y le abro la puerta al imbécil que sigo sin entender porque es mi amigo.

¿Quién enamora primero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora