Capítulo 28

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El sol se colaba por la abertura que dejaba descubierta la pequeña ventana del avión, la poca luz que se hacía presente en el pequeño espacio llegaba directamente a mi cara haciéndome despertar de a poco contra mi voluntad, me removí sobre el cálido contacto que tenía debajo de mi hasta que un par de brazos provenientes del mismo me tomaron y apegaron mi cuerpo al suyo.

Un quejido salió de la boca del dueño de dichas extremidades, dejándome helada al recordar lo que había pasado unas horas atrás, sin embargo, al instante me doy cuenta de lo ridículo de la situación, si bien, no estaba dispuesta a quedarme así como así después de lo ocurrido con mi ex novio, pensando en el consejo de mi mejor amiga no me como la cabeza por algo tan cotidiano que ocurría regularmente entre nosotros como lo era dormir en paz uno al lado del otro.

Al ver tan tranquilo y profundamente dormido a Adam decido subir mi mano hasta sus cabellos para arreglar uno que otro mechón que cae sobe su frente, al hacer esto soy consciente de lo mucho que había extrañado su cercanía, la familiaridad que me provoca aquel gesto es tal que un pequeño suspiro sale de mí sin ser capaz de controlarlo.

¿Alguna vez sería capaz de dejar de sentir aquello por este hombre?

El pensamiento que me cruza por la cabeza deja un sabor a amargura tras de sí, no podía negar lo evidente, seguía completamente enamorada de el, pero cómo sería capaz de imaginarme un futuro a su lado después de abandonarme sin explicaciones y regresar así como así?

Esta vez yo no podía decidir por ambos, no quería ser yo la única que pondría de su parte, si lo que él decía era cierto, entonces tendría que demostrarme que podía confiar en el nuevamente.

***

Mientras caminábamos por el pasillo de la zona de embarque hasta llegar al centro del aeropuerto, Viktor me acompañaba de cerca y me sonreía emocionado, tras de nosotros estaban mi hermano y Adam hablando de trivialidades a las que opinaba de vez en cuando, hasta que accidentalmente choqué mi hombro con el de alguien más provocando que nuestros cuerpos se apegaran por un pequeño instante, al girarme hacia el chico para disculparme, mi mirada se encuentra con un par de ojos azules hipnotizantes bajo la sombra de una gorra, algo dentro de mi me decía que ya los había visto antes, sin embargo, el contacto dura muy poco debido a que el dueño de los mismos se limita a sonreírme e irse unos segundos después, dándome únicamente tiempo a mi de verle directamente.

-¿Estás bien enana?.

-Eh! Ten más cuidado por donde vas. - gritaba Adam al extraño mientras esté se alejaba.

-Oye, unas disculpas no vendrían mal. - le apoyaba Viktor con el mismo tono de voz.

-Todo bien, creo que él recibió el golpe peor que yo.

Dije mirando hacia la dirección por donde se había esfumado el extraño, ninguno le dio más importancia y nos dirigimos a las afueras del aeropuerto para buscar un transporte que nos pudiera acercar al hotel.

El recinto dónde nos hospedaríamos durante las dos primeras noches en la ciudad era un complejo frente al Río Tajo, la primera parada en el país consistía de visitar las zonas más modernizadas de la ciudad de Lisboa.

El edificio que se levantaba frente a nosotros y el complejo a su al rededor lucían como una sección atemporal del lugar, las modernas estructuras contrastaban con las calles tradicionales, formando entre sí, un paisaje peculiar que terminaba colisionando entre sí a la orilla del rio que desembocaba al océano.

-Las habitaciones están en el cuarto, sexto y quinto piso. - anunció mi hermano entregándonos las llaves de distintos cuartos luego de terminar de hablar con la recepcionista. -Blake y Viktor están en el sexto, tu en el quinto y yo en el cuarto. - continúo hablando mientras me miraba. - ¿Qué te apetece hacer hoy?.

Su pregunta me hizo algo de gracia debido a que en casa, me había dejado en claro que no estaría dispuesto a pasar todo el día en el hotel, por ello me pidió encargarme de buscar entretenimiento en la ciudad y así evitar "desperdiciar su espíritu jóven".

-Estaba pensando en ir al muelle, escuché que hay algunos botes para rentar.

Los tres chicos me miraron con un pequeño brillo en los ojos, visiblemente interesados en la propuesta que acababa de hacer.

-Te refieres a... - preguntó Todd haciendo el gesto de manejar un timón. -Quiero decir, nosotros podemos...

-Si, me parece que vamos con un instructor y te permiten conducir el barco un rato.

-Dame media hora y vamos a intentar esa cosa. - terminó diciendo mi hermano con una evidente alegría en su voz.

En nuestra familia logramos crear una verdadera conexión gracias al océano, es por ello que ambos disfrutamos de él y compartimos la misma emoción al recorrerlo, cuando pasaba por una de las crisis existenciales de la adolescencia, esas que asaltaban mí joven mente con un millón de preguntas y escenarios acerca de mi antigua vida y situaciones pasadas, la familia de mi padre realizó una escapada a las aguas del Pacífico, al principio no veía mayor emoción en ello, pues al fin y al cabo, no me sentía parte de la familia y dentro de mi mente, daba lo mismo si me llevaban a mi o a una mascota, usualmente mis padres y Todd solían salir a las aguas cerca de Boston los fines de semana y ese viaje no parecía más especial que aquellas salidas a las afueras de la ciudad.

Sin embargo, durante ese viaje la conexión que formamos Todd y yo fue algo casi mágico, a mis diez años me di cuenta del amor que existía en aquella familia peculiar en la que crecía, desde mis padres animándome a entrar al agua hasta mi hermano tomándome de la mano para entrar entre las olas sin separarse de mi en ningún momento.

Para ese entonces yo sabía nadar, las clases privadas eran algo común en nuestro hogar, mamá decía que probablemente prefería pasar el tiempo lejos de casa para hacer menos difícil mi adaptación y creo que no se equivocaba, el amor y acogida que me daban llegaba a abrumarme, no estaba acostumbrada a ser la prioridad para nadie y costó bastante adaptarme en ese entonces, pero ese viaje lo cambió todo, cuando mi hermano estuvo dispuesto a cederme su salvavidas sin importar que el mismo tuviera miedo de terminar ahogándose pero con una sonrisa mientras me decía que todo estaría bien, fue el gesto de mayor amor que había conocido, aquel niño dispuesto a enfrentarse con sus temores con tal de ver a su hermana pequeña a salvo y feliz fue lo que necesitaba para saber que esa familia realmente me amaba como decía.

Asentí y nos dirigimos al ascensor seguidos de Adam y Viktor, ambos estuvieron de acuerdo con la idea y se mantenían callados mientras subíamos los pisos del hotel.

Todd fue el primero en bajar al llegar a su piso, con la promesa de encontrarnos en un rato, las puertas se cerraron dejándonos a los 3 dentro.

Vuelve a mí, Adam [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora