Capitulo 2

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-Ésto no puede estar pasando. - digo en voz alta reprendiéndome a mi misma por ser tan descuidada.

Por mi mente cruza la idea de volver a la cafetería y esperar a que Viktor se dé cuenta de lo que ocurrió y regrese también para hacer el cambio. Realmente es lo que más sentido tiene hacer en una situación así, creer en que la otra persona tiene la intención de regresar por algo con tanto valor.

Sin embargo ya van más de una hora y media desde que salí de la cafetería, aún así el estará ahí?

Intento recordar las palabras que me dijo al hablarme de su trabajo, pero el nombre del hospital no reluce en mi mente, maldita sea la falta de retención de información importante.

Cierro nuevamente la puerta de mi departamento y salgo una vez más a la calle, abriéndome paso entre la multitud decido ir primero a la cafetería, con la esperanza de que él siga ahí, esperando que le devuelva su teléfono.

Voy casi corriendo al recorrer por segunda vez las calles de la ciudad, tardo la mitad de tiempo que usualmente me toma llegar hasta el lugar que se ha convertido en mi sitio más frecuentado en lo que va de mi estadía aquí.

Al divisar el lugar miro por las ventana principal si a caso se encuentra el dueño del móvil que tengo en los vaqueros, pero no logro encontrarlo, entonces entro para buscarlo.

Doy una vuelta rápida por el lugar pero no logro divisar ni un rastro de él, pregunto a la empleada del mostrador si a caso vio a un chico con la descripción del desconocido que me acompañó hacía un rato.

Por supuesto me dijo que no reconocía a nadie con la escueta descripción que le había proporcionado a la pobre chica que escribía con un rotulador el nombre de algún cliente mientras estaba siendo asaltada por una pelirroja desesperada.

Salí del lugar intentando recordar los datos que me había dado hacía unas horas, pero mi mente de mantequilla no ayudaba para nada.

Decido cruzar la calle para ir al central park, gracias a la increíble surte que poseo, encuentro un mapa de la zona con lugares como el hospital general muy bien señalizados.

Al leer el listado de nombres de los hospitales aledaños hay uno que resuena en mi mente, ¿será posible que sea ese?

Sin más opciones decido aventurarme al recinto Icahn, del lado oeste del parque.

Con el móvil que no me pertenecía en mi bolsillo y los brazos en jarras me adentré por el camino en dirección al recinto, a la par que caminaba mil preguntas asaltaban mi mente.

Ya habría intentado contactar conmigo Adam?

Me habría dado ya una respuesta al mensaje que había enviado?

De verdad quería saber la respuesta que podría darme?

Mientras mi mente carburaba y mis pies se abrían camino logré recordar un detalle bastante importante para la situación, tengo que ir al área de pediatría, gracias a esos días de varicela que llenaron mi mente de desagradables memorias.

Apenas diviso el lugar que tiene (por fortuna) un conjunto de letras enormes indicando el hospital, me adentro para preguntar en la recepción por el área pediátrica. La amable recepcionista me señala el camino al sitio solicitado, derecho hasta el área de los cuneros, después a la izquierda, unas instrucciones bastante sencillas que consigo memorizar y ejecutar a la perfección.

Una vez allí mi mirada busca con desesperación al chico de ojos azules que había tenido de frente hacía unas horas, el lugar separaba el pasillo con un conjunto de puertas que daban acceso a lo parecía una sala común con distintos consultorios, a pesar de contar con puertas de cristal no divisé a Viktor por ningún lado.

-¿Puedo ayudarla? - dijo una voz bastante melodiosa a mi lado.

Una chica de mi estatura que sostenía una tabla me miraba sonriente con la fila de dientes más blancos que había visto en mi vida.

-Sabes si está aquí un chico de ojos azules, cabello algo largo, mucho más alto que yo? Su nombre es Viktor.

Mientras daba la descripción podía notar a la chica algo confundida, hasta que dije el nombre y de inmediato asintió recobrando su sonrisa amigable.

-Me parece que se está aseando, si gustas puedes esperar a que termine, justo ahí. - dijo señalándome un pasillo que terminaba con una puerta doble, éste contaba con un par de sofás en su salida.
-¿El está del otro lado? - pregunté intentando no parecer sospechosa.

-Si... Pero tú puedes esperarlo justo ahí, donde te indiqué.

Ella señaló la sala de espera mientras asentía claramente advirtiéndome que no hiciera lo que fuera que pensara.

-Gracias. - dije encaminándome para sentarme y esperar.

No quería causar un lío, pero mi mente comenzaba a sacarme de quicio, mi pierna se sacudía de arriba a abajo intentando liberar estrés. Mis manos estaban entrelazadas y mis dedos jugaban entre sí.

No sé que es lo que más me causaba angustia.

El no recibir respuesta de Adam.

O recibir una respuesta que no quería.

La manecilla del reloj que colgaba sobre las puertas a mi izquierda hacían parecer que el tiempo iba demasiado lento, contabilice por lo menos 5 minutos que en mi mente se vivieron como media hora, no quería hacerlo, pero mientras más tiempo pasará comiéndome la cabeza con la intriga, peor me podría.

Respiré un par de veces antes de ponerme de pie, me aseguré de que nadie me viera y sin detenerme cruce al otro lado de las puertas.

Cómo si de una película se tratara un doctor bien identificado me sonrió y asintió a la par que pasaba junto a mi para salir por el mismo lugar por el que yo había entrado hacía nada.

Fingí que también lo reconocía y le imité, caminando por las filas de casilleros que se extendían por la habitación. Revisé los pasillos con cautela, probando suerte para ver si lo encontraba, pero no di con ningún rastro.

Giré a la derecha del lugar y un espacio casi vacío se encontraba frente a mi, con un par de duchas justo al frente y casilleros a los alrededores me recordó a un gimnasio coml en casa, uni que visité única y exclusivamente porque Adam me había arrastrado allí.

Pero una voz me sacó de mis pensamientos.

-Emma.

Vuelve a mí, Adam [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora