Extrañeza.

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Sorpresa o asombro por algo extraño.

Viernes, 31 de enero.

20:02

Nunca sabes cuándo tú vida puede volver a comenzar de cero.

Cuándo puedes volver a transformarte en una nueva persona.

Siempre he creído que cuando nacemos somos un lienzo en blanco que debe de ser pintado a partir de las experiencias, aprendizajes, errores que pasamos durante toda nuestra vida hasta que morimos...Pero a veces, te puedes permitir volver a nacer y ser una nueva persona. Quitarte esa máscara que has ido llevando durante toda tú vida que no te pertenecía.

Como la metamorfosis.

La palabra "metamorfosis" viene del lenguaje Griego y significa transformar. Existen muchos ejemplos de este tipo de cambio. Las ranas comienzan como huevos, luego se vuelven renacuajos y después adultos. Peces como el salmón, se transforman para poder moverse del agua dulce al agua salada y luego de regreso al agua fresca.

Pero no, no hablo de un cambio físico completo. Hablo de una metamorfosis en la que hay una transformación en el alma, la mente y el presente.

Al ser humano le asusta el cambio, lo extraño, lo poco visto...Es por eso por lo que muchos no tienen esa oportunidad de transformarse o de volver a nacer. Por el miedo de esa nueva persona en la que se va a convertir y soltar a la antigua que una vez fue. A veces ese temor te carcome tanto la cabeza que hace que vivas condenado a ser una persona que ya no eres.

Y es por eso por lo que vivimos tan encerrados en nosotros mismos, por la incapacidad de volver a comenzar de cero, de volver a vivir como merecemos, por miedo de cómo será esa nueva persona...

Quizás si en aquel diminuto instante no hubiese estado corriendo como una loca porque mi padre quería que llegase a la cafetería lo antes posible, no hubiera empezado de cero mi vida.

Quizás si no hubiese llevado los cordones desatados y atenta a la desesperada e insistente voz de mi padre, no hubiera comenzado de cero mi vida.

O incluso si el idiota que se chocó conmigo, haciéndome caer en el suelo, en ese momento hubiese cogido por otro camino o simplemente mirase por dónde iba, no hubiera comenzado de cero mi vida.

Pero ocurrió, dejándome con una profunda marca invisible que duraría toda mi vida.

—Papá, te estoy diciendo que voy de camino —sujeté con fuerza el móvil a mi oreja incluso hasta tal punto que me estaba haciendo daño.

Agarré como pude con mi mano libre las bolsas llenas de azúcar, café y no sé qué mierda más.

Sí, estaba enfurecida, exasperada, molesta...

—Ágata te pedí que llegases a las 13:00 —suspiró mi padre.

Separé el móvil de la oreja para observar la hora.

Mi padre y su maravillosa característica de ser la persona más puntual que conozco.

—Pero si son las 13:00.

—¡Y dos minutos! ¿Sabes lo que estoy perdiendo en estos dos minutos? Ágata los clientes se me están amontonando y el tren saldrá en menos de cinco minutos. Ya sabes que no me gusta ver como la cafetería se llena.

Desde hace unas semanas decidí quedarme a vivir con mi padre y su conocida cafetería al lado de la estación, donde todo el mundo entraba para tomar el característico café que siempre hacía y a todos les gustaban. A mi madre no le hizo mucha gracia la idea, y aunque me intentase sobornar haciéndome creer que era porque me echaría de menos y porque era su hija favorita, yo ya sabía que era porque no quería que estuviese con mi padre mucho tiempo.

La ecuación de LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora