Adrián II

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Hasta respirar era cada vez más difícil.

Se me hacia pesado memorizar cada una de las pastillas que tenía que tomar.

Había días en los que dormir se hacia placer y en los que despertar se hacia un infierno.

Días en los que pensaba en ella y días en los que no podía seguir así.

Vivía escondido, en la oscuridad.

Sin ninguna esperanza de que nadie llegase para salvarme.

Estaba solo y hundido.

Y es que a veces sólo deseaba que los minutos pasasen más rápidos para deshacerme de esa agonía.

Miré la foto en la que sus ojos azules adornaban el rostro redondo que tenía. La echaba de menos. Tanto, que el pecho dolía.

Pero era difícil hacer volver a alguien que decidió llevarse una parte de tu alma para no devolvértela.

Y es que al final... ¿Podía sobrevivir sin ese pedazo de alma?

La ecuación de LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora