Adrián XIX

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Todos verán el daño que has provocado.

Los gritos.

Los cristales rotos.

Las lágrimas de los familiares.

Todos te culparán.

Pero siempre lo harán cuando no sepan la historia completa. Cuando sólo sepan una parte de ella, y quizá sea por ello por lo que las personas se apoyan a lo que escuchan de los demás.

Son tan necios los que viven de los comentarios que no son conscientes del daño que pueden provocar por la falsa información que llevan en su cabeza.

Por eso, en ese momento me sentí miserable. Tanto que dudé por un segundo si seguir viviendo iba a ser una liberación o una tortura más. Me negué más de una vez aquella semana en tener esos pensamientos, pero era imposible cuando la negatividad mandaba más que cualquier cosa.

A veces me abrazaba a mí mismo, y ahí, cuando caía la noche y las estrellas me observaban con pena, sabía que estaba solo. Que nadie sería capaz de entenderme y que no merecía la pena seguir robando los minutos a un reloj que debía de haberse parado hace tiempo.

Todo era culpa mía.

El accidente.

Mi hermana.

Ella.

Lo siento.

La ecuación de LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora