Adrián V

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Rebusqué en uno de los bolsillos.

Pasé al otro.

Miré ciento de veces en la cartera.

Pero no lo encontraba.

Una presión en el pecho se fue formando cuando reconocí que lo había perdido.

No podía respirar.

Era lo único que tenía de ella.

Y de nuevo los recuerdos se introdujeron en mi cabeza.

Nunca supe lo mala que era la vida conmigo cuando ocurrió.

Luces.

Sirenas de ambulancia.

Muerte.

Todo iba bien, mi vida era estupenda.

Amigos.

Pareja.

Hermana.

Estudios de sobresaliente.

Pero no era consciente de que cuánto más subía por esa montaña rusa de la vida, en la que me sentía feliz, agusto, en paz...La caída iba a ser muchísimo peor.

Y no me di cuenta de que la vida, tan hija de puta como es, me lo tenía preparado.

Viéndome feliz.

Alegre.

Todo para arrebatarme lo que más quería.

Me acordé de sus ojos azules y pelo rubio. Muchas veces me reía de ella por cómo se enfadaba cuando le decía que se parecía a una princesa, siempre me repetía que no quería ser eso. Prefería ser guerrera.

Hubiera dado días de mi vida por haberla visto crecer. Y me arrepentí por no haberle dicho lo mucho que la quería, por no haberle abrazado lo suficiente o por simplemente no haberle recordado lo mucho que valía.

Pero ella ya no estaba aquí.

La ecuación de LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora