Remordimiento.

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Sentimiento de culpabilidad que tiene una persona por algo que
ha hecho y que la intranquiliza.

20:20

A partir de todos los recuerdos que he ido recopilando a lo largo de mi vida, siempre me ha gustado aprender de cada persona que conocía o estaba conociendo, es como si cada ser humano fuese una asignatura nueva que debo de estudiar. Y aunque pareciese lo más raro del mundo, me servía para vivir el día a día. Siempre había pensado que era imposible crecer como persona sin llevarte algo de alguien quién conoces. Por ejemplo de mi padre aprendí el cariño, de mi madre el miedo, de Mario el egoísmo y la hipocresía. Parece fácil, pero para nada lo es.

Todo lleva su tiempo y al igual cuando estudiaba para un examen, también lo tenía que hacer con cada persona que aparecía en mi vida. La sorpresa a todo eso, es que a veces ese aprendizaje te puede hacer ver la vida de otra manera, ser más feliz, más madura...Pero te puede doler tanto que no quieres seguir más.

A veces llegaba a pensar que hubiese dado todo de mi, por no haber aprendido nada de mi madre, de su carácter, su apatía, su crueldad...Pero quizá sino hubiese sido por ello, no sería la Ágata de ahora.

—¿Y a dónde vamos? —pregunté por décima vez ya aburrida del trayecto.

Giró su cabeza manteniendo las manos erguidas en el volante y centró su mirada en mí. Podía ver algo de diversión pero lo disimulaba con el ceño fruncido.

—Cuánto más me lo preguntes, menos te responderé.

Giré mis ojos cansada de la misma respuesta. Mi cabeza quedó a poyada sobre el respaldo del asiento y mis ojos se movieron por el cielo oscuro. Ninguno de los dos volvimos a decir nada, entre lo poco hablador que era Lobo y lo que ocurrió con Mario, el ambiente estaba algo raro.

Me acerqué, con confianza, a la radio del coche sintiendo la mirada de reojo de Lobo sobre mí. Sin importarme eso último, como las últimas veces que estuve en su vehículo, encendí el aparato y dejé que la música retumbase por todo el coche.

De lo que me cuenta mi padre, de pequeña odiaba la música tan alta, pero después de todo con Lobo, no me parecía odiarla tanto.

—¿Otra vez Bon Jovi? Deberías de cambiar de disco ya.

—¿Y cuál crees tú que debería de poner chica que sabe tanto sobre música?

Sonreí disimuladamente por lo último.

Aerosmith —solté—. Mi padre me decía que de pequeña siempre bailaba y cantaba sus canciones y siempre que entres en la cafetería escucharás sus canciones. Son increíbles. ¿Los conoces?

Asintió.

—Me gusta mucho la de I don't wanna miss a thing. Recuerdo que mi madre odiaba tanto esa canción que me obligaba a quitarla, aún así me ponía los cascos y volvía a escucharlos —reí al recordarlos.

—Prefiero antes Bon Jovi, no me gustan tanto las canciones de Aerosmith son como muy...No sé, no me gustan —limitó a decir.

—Eres muy raro.

Mis ojos cayeron sobre mi regazo y la venda que estaba envolviendo mi muñeca. Apenas dolía, pero de vez en cuando notaba un pinchazo por esa zona que se me hizo familiar.

Por unos segundos nos volvimos a quedar callados, pero el ambiente dejó de estar tan tenso.

—¿Descubriste algo sobre lo que te pasó? —su voz era ronca e indiferente.

Suspiré.

—Un accidente. Era justo lo que creía que era.

—¿Sólo estabas tú en el accidente?

La ecuación de LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora