Capítulo 1

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Venecia, Italia
En la actualidad

Valery

–¡Valery, hora de irnos, date prisa! –oigo que la voz de mi madre me grita desde la planta de abajo, cierro de golpe mi cuaderno y lo meto a mi mochila, cojo mi maleta y bajo las escaleras con paso perezoso.

–Ya voy madre –digo con voz cansada.

–Valery por el amor de Dios, date prisa que no ves que perderemos el avión, el taxi lleva cinco minutos esperando –dice recogiendo sus maletas y empezando a caminar hacia la puerta.

–No entiendo la necesidad de mudarnos a otro país, simplemente hubiéramos buscado una casa aquí en Venecia que estuviera lo suficientemente alejada de estas calles –comento pensando lógicamente.

Les explico brevemente, mi padre tiene otra mujer con la cual tiene dos hijos, era secreto hasta que mi madre revisó su celular y ups, en fin, le pidió el divorcio, lo hicieron en secreto y a mí me lo contaron hace una semana ya que mamá no aguantaba estar a su lado y quería que nos mudáramos. Al principio no le vi el problema pero cuando me dijo que nos iríamos del país; fue cuando me enojé demasiado.

–Oh cielo, pero si iremos a Ámsterdam, no entiendo que te molesta de ahí, todo es muy bello, sus calles, los lugares que nunca te cansarás de visitar, podrás ir a la casa de Ana Frank cuantas veces desees –menciona sonriendo.

Ella sabía que deseaba conocer Ámsterdam pero siempre lo vi como unas vacaciones, nunca pensé en irme a vivir allá. Amo Venecia, mi linda Venecia, no me imaginaba dejarla por nada del mundo y ahora, tenía que hacerlo.

–Sí, pero... –empiezo a decir, pero no me dejan terminar.

–Melany al menos déjame llevarlas hasta el aeropuerto, no gastes dinero en taxi, yo las llevaré y las dejaré ahí y no me volveré a cruzar en sus vidas –dice mi padre llegando a donde estamos mi madre y yo.

–No Anthony, el taxi ya nos está esperando así que adiós, Valery, despídete de tu padre –me ordena mi madre.

–Adiós padre, te voy a extrañar –digo conteniendo las lágrimas, me prometí que no lloraría y no lo haría.

–Adiós hija, por favor perdóname por el error que cometí, sé que es demasiado tarde para remediarlo pero por favor perdóname –suplica cabizbajo.

–Te perdono –admito y en ese instante él me abraza, de alguna manera toma mis manos y me da un papel en una mano y un rollo de algo en la otra.

–Mi número telefónico con el código del país y dinero para que compres algo lindo allá –susurra en mi oído mientras se va alejando poco a poco de mí.

–Gracias –respondo con una pequeña sonrisa de tristeza.

–No hay de que, por favor no me olvides –pide de manera suplicante.

–Siempre vivirás en mi... –empiezo a decir cuando mi madre me toma del brazo repentinamente.

–¡Perderemos el vuelo si no nos vamos ahora mismo! –regaña mi madre jalándome del brazo con demasiada fuerza.

–Te voy a extrañar, Valery –admite mi padre dándose la vuelta y bajando la cabeza.

Mi madre me jala cada vez más deprisa como si su vida dependiera de ello, por un minuto pensé en negarme rotundamente a subir al taxi y hacer que perdiéramos el avión, pero sabía que existían más aviones y más vuelos, aparte de que me arriesgaría a una gran regañada y un buen castigo. Entonces subo de mala gana al auto y mientras nos alejamos cada vez más de la casa en la que había crecido, más difícil se me hace contener las lágrimas.

Hilos DestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora