Capítulo 33

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Valery

El día de las pruebas había llegado. Ver la cara gruñona del profesor Phillips no me consolaba para nada. A pesar de que trataba de mantenerme positiva, Josh ya no corría a mi lado pero me acompañaba junto con el resto del grupo para que entrenáramos, los últimos tres días me había atrevido a correr más de lo que había corrido en las últimas veces; aun así, no quería confiarme.

—Bien, pensé en hacerlo por grupos pero para quedarme solo con los más resistentes, haremos esto con todos juntos —dice el profesor luego de hacer sonar el silbato y atraer la atención de todos—. Las reglas son simples, diez vueltas al campo y si llegan a reducir la velocidad a tal punto de empezar a caminar, quedan descalificados.

Josh aprieta mi mano al notar mi nerviosismo y al sonreírle, un poco de la ansiedad que esto me provoca desaparece.

—Solo recuerda, no te presiones por ir rápido, ve intercalando, un rato trotas y otro rato corres —susurra en mi oído.

—Gracias —le digo, él solo guiña un ojo.

—Bien, a la línea —el profesor Phillips vuelve a sonar su silbato.

Suelto la mano de Josh para ir con el resto del grupo, pero me sorprendo al notar que él viene al lado mío.

—Arango, tú no corres —le dice el profesor.

—Dijo que esta prueba era para todos, sin excepción, si no la realizo me reprobará —comenta Josh volteándose para encararlo.

—Tienes una lesión en el hombro, si corres puedes lastimarte más —el entrenador lo mira con molestia.

—Pero no soy el único aquí que tiene una excusa razonable para no hacer la prueba —contraataca Josh—, no sería muy justo ser el único que queda libre de hacer la prueba.

—La tuya es una excusa válida, no una estupidez —veo como Josh se tensa ante las palabras del profesor.

—Creo que al director le gustaría conocer su pensamiento tan ético, profesor Phillips —la voz de Josh ahora es amenazadora, no puedo creer que le esté diciendo eso, todos están callados y atentos a la respuesta que le dará el profesor.

—¿Quiénes de aquí sienten alguna molestia como para no poder hacer la prueba? —pregunta mirando a todo el grupo.

Me sorprendo al ver varias manos levantadas, ¿todo este tiempo ha habido este tipo de conflictos?

—Como podrá ver, hay algunas cuestiones personales que los estudiantes tenemos pero que nunca expresamos porque usted se cree con la autoridad suficiente para imponernos una prueba sin preocuparse por nuestra salud —Josh da un paso hacia el profesor.

—No tienen ninguna prueba y si se niegan, siempre puedo estar dispuesto a reprobarlos y hacerlos repetir el año entero si es necesario —contesta sin ninguna expresión de culpa, vaya que este tipo es desagradable.

—Dudo mucho que pueda seguir haciendo eso, señor Phillips —la voz imponente del director se escucha a nuestras espaldas—. Creo que es tiempo de que tengamos una charla en mi oficina.

—Director, se lo puedo explicar —habla apresurado el profesor.

—Ya he escuchado suficiente —le corta con lo que fuera que iba a decir el profesor, luego se voltea a nosotros—, muchachos, la señorita Penney quedará a cargo de ustedes en esta prueba.

La señorita Penney aparece con una sonrisa amable y nos saluda, luego de que el director y el profesor Phillips se retiran, suena un silbato para atraer nuestra atención.

—Bien, ahora solo correrán los que quieran y puedan hacerlo, no importa si terminan una vuelta o diez, lo importante es que hagan lo que puedan y no lo que les obliguen a hacer —luego suena otra vez el silbato.

Algunos se retiran y otros empiezan a trotar, yo me dirijo hacia donde está Josh, quien me mira fijamente.

—Nunca he dudado de que puedes hacer lo que sea, pero no quiero que te sientas presionada, ahora puedes hacerlo solo si lo quieres —dice en el momento en que estoy frente a él.

—Te agradezco tanto lo que has hecho por mí —lo abrazo ligeramente por la cintura.

—Creo que ya era hora de ponerle un fin a su reinado de terror —rio por su comentario y él se une a mí—. ¿Nos vamos a sentar?

—No quiero desaprovechar tus entrenamientos, haré lo que aguante y no me presionaré.

Josh solo asiente. Al llegar al carril en el que corre menos gente y más despacio, volteo hacia la banca en la que está sentado Josh, sonrío ligeramente y luego empiezo a trotar.

Hacerlo frente a más gente empieza siendo intimidador, pero recuerdo que tengo a Josh viéndome y me motivo más. Poco a poco voy subiendo un poco el ritmo, inhalando y exhalando, recordando los momentos en los que jugaba con Miranda, las veces que me sentía contenta al ganar y los días en los que jugaba sin parar de sentirme con energía cuando era más pequeña.

Y luego recuerdo los entrenamientos con Josh, él tomando mi mano para hacerme saber que estaba con él, los últimos días llenos de risas y pequeños retos con el resto del grupo y recuerdo el mini juego de fútbol, en el que sentí una gran emoción y satisfacción por haber ganado. Por haber ganado estando con Josh.

—¡Diez malditas vueltas corriendo! ¡Eso es Valery! —los gritos de emoción de Tyler me traen a la realidad.

—¡Lo hiciste, Val! —grita alegre Joselyn a mi lado.

El resto de chicos se une a la celebración, incluso varios compañeros con los que nunca he entablado una conversación. Pero en este momento todos nos apoyamos, en este momento notamos que no somos tan diferentes como creemos serlo, al final del día, todos somos seres humanos con defectos y con demonios propios. Y vencerlos, requiere un gran valor.

Hilos DestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora