Capítulo 25

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Valery

Primer día de entrenamiento con Josh, decir que estaba nerviosa era poco. Había logrado convencerlo de retrasar el inicio por un día, pero sabía que no podría posponerlo más. Mi madre se puso como loca en el momento en que le dije lo que había pasado con el profesor, no la culpaba, yo me puse igual de molesta y desesperada a la vez.

Quería llamarle inmediatamente al director y tratar el tema, pero en parte, Josh tenía razón, no podía dejar que dos personas me pararan en la vida. El trato fue que empezaría a entrenar con Josh, pero que si en algún momento era demasiado para mí, podía retirarme sin preocupación; mi madre hablaría en ese caso con el director y el profesor, en el peor de los casos, reprobaría.

El golpe en la puerta me saca de mis pensamientos, debe ser Josh, quedamos en hacerlo luego de clases pero a una hora que todavía tuviéramos luz del día, y como siempre, estaba siendo puntual.

–Hola –le saludo intentando calmarme, él me sonríe y le da una repasada a mi atuendo.

–Fue buena elección de atuendo –comenta al regresar sus ojos a mi cara.

–No es la primera vez que hago ejercicio –le recuerdo rodando lo ojos–. ¿Nos vamos?

Josh asiente y cuando se dirige a su auto puedo ver mejor su atuendo, playera blanca, una pantaloneta negra y zapatos deportivos negros; se veía muy bien.

Es ropa común, no te distraigas.

–Bien, iremos a una zona alejada donde podamos entrenar sin preocupación –dice mientras va hacia la puerta del copiloto, pero me le adelanto y la abro yo misma.

–Agradezco el gesto, Josh, pero siento que estaría mejor que lo hiciera yo –digo con gentileza, una pequeña muestra de decepción aparece en su rostro pero la aparta rápidamente.

Asiente y luego se dirige a la puerta del piloto, nos abrochamos los cinturones de seguridad y entonces él empieza a manejar, el camino es algo largo y puedo notar que poco a poco hay menos casas.

–¿No planeas matarme o sí? –bromeo.

–¡Demonios, descubriste mi plan! –ambos reímos y luego me voltea a ver serio por un momento–. En realidad, no estaba bromeando.

–Oh, vamos, no te veo capaz de matar a alguien.

–No sé si debería ofenderme o alegrarme.

Sonrío divertida pero no le contesto, prefiero torturarlo un poco más con eso. El resto del viaje pasa en un silencio cómodo. Finalmente llegamos a un campo de fútbol, está bien cuidado y de más.

–¿Seguro que no viene nadie aquí? –pregunto admirando la vista.

–Descuida, nadie nos molestará –me tranquiliza, pero yo le dirijo una mirada escéptica que hace que se pase una mano por el cabello–, bien, es el campo privado de la familia.

–Un pequeño Josh ha jugado aquí entonces –comento sonriendo e intentando imaginara a Josh de niño corriendo por el campo con un balón.

–Sí, el fútbol es otra cosa que me apasiona.

–¿Has pensado en jugar en grandes ligas?

–A veces –admite–, pero para eso tendría que cambiar los objetivos, renunciar a la tecnología, consumiría mucho de mi tiempo el ser jugador profesional.

–¿No estás renunciando al fútbol al momento de escoger la tecnología?

–Aún puedo hacer tiempo para jugar, no tanto, pero tendré tiempo de jugar –a pesar de su tono seguro, su mirada dice otra cosa.

Hilos DestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora