Capítulo 5

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Josh

No puedo creer que ella está aquí, cuando se volteó hacia mí en la primera clase estaba seguro que se trataba de una mala broma que mi cerebro me quería jugar. Pero cuando los chicos empezaron a hablar y ella me habló, supe que era real.

¿Era extraño que la quisiera abrazar inmediatamente? Seguramente, nadie lo entendería, pero cuando la vi quise abrazarla, aunque controlé ese impulso. Eso sí, no me pude controlar esa vez en el aeropuerto cuando me acerqué para darle ese pequeño beso en la mejilla. Pensé que jamás la volvería a ver así que necesitaba algo para recordar, para que ella no solo dijera que fui un simple chico con el que casi choca.

Necesitaba saber que ella me recordaría de mejor manera, ni siquiera entendía el motivo de que eso me importara tanto, pero con solo ver sus ojos verdes y oír su risa supe que ella tenía algo especial y no, no estaba como idiota por ella. Lo que estaba experimentando en ese momento era paz, paz por saber que la volvería a ver, paz porque tengo una oportunidad con ella y juro que no la desperdiciaré.

–Tierra llamando a Josh –dice Tyler lanzándome una papa frita.

–¡Oye, no tires mi comida! –se queja Steve.

–Entonces, ¿en serio es ella? –pregunta Oliver.

–Sí, ya se los dije mil veces –respondo mientras nos sentamos en el césped del patio trasero en nuestro lugar habitual para esperar a las chicas que fueron por su comida y los chicos están aprovechando para interrogarme.

–Bien, pero antes de seguir hablando sobre eso, ¿cómo está Adaline? –pregunta Steve.

–Oye, quizá Josh quiera hablar de eso solo una vez así que espera a que las chicas estén aquí –dice Tyler que me regala una sonrisa empática, sé que él tampoco quiere oír eso dos veces, porque aunque lo ha intentado ocultar, sé que mi hermana le gusta.

–De hecho, no mencionen a mi hermana frente a Valery –pido con nerviosismo.

–¿Por qué no? –pregunta Oliver extrañado.

–Hola mucho gusto, soy Josh Arango, hijo de Drake Arango y de Madison Hendriks un multimillonario gracias a su gran empresa de tecnología y una modelo con su propia marca, además el hermano de Adaline Arango la gran actriz que ahora tiene trastorno mental –digo irónico–. Vaya manera de confesarlo.

–Bueno, no es como que si al decirle que tu hermana tiene un trastorno mental lo primero que te vaya a preguntar es el nombre –explica Steve.

–Steve tiene un punto, pero siempre es tu elección –comenta Tyler.

Suelto un pequeño suspiro mientras cierro los ojos, me duele ver a Adaline así, a veces la oigo tirar todo en su cuarto y si intento entrar me expongo a que me ataque, o a que se quiera escapar. Cuando pasa eso, es todo un caos lleno de impulsividad, destrucción, agresión y episodios de depresión.

Y cuando mi hermana "vuelve", las lágrimas inician, me lástima pensar que no puedo hacer nada, por ello intento hacerla sonreír y hacerle ver lo mucho que la quiero siempre que puedo pasar tiempo con ella.

–Está... igual, la psicoterapeuta dice que no hay mejorías pero tal parece que no ha empeorado.

–¿Adaline? –pregunta Verónica a mis espaldas haciéndome dar un pequeño brinco de la sorpresa.

Joselyn se sienta mientras me ve preocupada y luego veo a Valery, quien está intentando ocultar su confusión, ¿cuánto de esto habrá escuchado?

–Oh no... lo siento, Josh –dice Verónica dándose cuenta de su error mientras le hace una seña a Valery para que se siente.

–Todo bien, Vero –respondo mientras le doy una mirada tranquilizadora.

Verónica y Valery se sientan pero puedo notar como ella se siente incómoda y fuera de lugar, levanta su mirada hacia mí y al verme viéndola vuelve a bajar la mirada. Doy un pequeño suspiro silencioso preparándome mentalmente para lo que estoy a punto de hacer.

–Sí, Adaline sigue igual –menciono cortando con el silencio viendo a Verónica, dándole a entender que respondo a su pregunta, ella solo asiente aún apenada–. Valery, ¿puedo hablar contigo un momento?

Ella levanta su mirada y asiente, me levanto para luego extenderle mi mano, duda por un segundo pero luego la toma enviando así una corriente de electricidad por mi cuerpo. Le ayudo a levantarse para después empezar a caminar hacia un árbol cercano donde no hay tantas personas, no suelto su mano inmediatamente y a ella no parece importarle; pero sé que tampoco debo ser así, entonces la suelto luego de unos segundos casi llegando a nuestro destino.

–Adaline es mi hermana... –empiezo a explicarle, cuando me interrumpe.

–No tienes que explicarme, no era mi intención molestar y sé que no nos conocemos demasiado así que no hay necesidad de que me digas.

–Sé que no debo hacerlo, pero quiero –respondo de manera tranquila–, ¿puedo continuar?

Ella solo asiente para permitirme seguir hablando.

–Adaline es mi hermana y ella está enferma.

–¿Es grave? ¿Te puedo ayudar de alguna manera? –pregunta preocupada y la genuinidad en su tono me da cierta seguridad para lo siguiente que diré.

Respiro profundamente y la miro a los ojos, una cosa es saber esto y que mis amigos lo sepan, porque ya no debemos decir el nombre para saber a lo que nos referimos; pero decir la enfermedad en voz alta... lo vuelve más doloroso.

–Gracias, pero no hay nada que puedas hacer, de hecho nadie puede hacer nada para que ella se recupere totalmente –respondo mientras le doy una sonrisa triste y luego con dolor, digo las palabras que me dieron un golpe duro hace unos años–: ella tiene trastorno de identidad disociativo.

Cierro los ojos preparándome para cualquier palabra hiriente o para que ella se aleje, pero entonces, siento como sus brazos se envuelven alrededor de mi cuerpo y acaricia mi espalda de manera reconfortante. Le devuelvo el abrazo sintiendo como me transmite todo el apoyo y la fuerza que puede darme, no tengo palabras para describir como la tormenta en mi interior se empieza a calmar.

Un momento después, nos separamos finalmente, me dirige una pequeña sonrisa y luego habla.

–Estoy aquí para lo que necesites, estaré para ayudarte con cualquier cosa.

Le sonrío y doy un leve asentimiento en señal de estar agradecido, luego señalo a nuestro grupo que está platicando tranquilamente.

–Vamos, Val, regresemos con los chicos.

Ella asiente y empieza a caminar hacia ellos, y aunque ni yo entiendo cómo, me siento más en paz después de ese abrazo y saber que cuento con ella.

Hilos DestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora