Molestia

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A causa del nuevo proyecto de construcción, no tuve oportunidad de llamar a Melanie y quedar como habíamos planeado hace unos días atrás en mi auto. Me vi en la obligación de ir a Toronto a estar en la inauguración de la construcción del edificio de la Srta. Wilson. Han sido días muy caóticos y no me ha quedado tiempo ni de respirar, pues se empezó a trabajar una vez Gabriel dividió las labores de los trabajadores. Pero al asegurarme que la obra está marchando bien, decidí volver a la empresa. Además, Gabriel está al frente de la construcción y es él quien debe quedarse y no yo.

Estaba por irme cuando la Srta. Wilson se cruzó en mi camino. La dichosa cena de celebración es hoy, y no es como que tenga muchas ganas de ir. Sobre todo porque mañana debo regresar muy temprano a Buffalo.

—Estoy muy contenta de ver uno de mis sueños hacerse realidad — su alegría es gratificante—. Y todo te lo debo a ti.

—Me alegra mucho ser parte de ese proyecto de vida, pero más que haya confiado en nosotros. No la vamos a defraudar.

—Sé que no lo harán, confío mucho en su impecable trabajo — sonrió—. Ahora más que nada muero de ganas de celebrar como Dios manda. Nos vemos en la noche, Sr. Morrison — su sonrisa coqueta no me pasó desapercibida.

—Cuente con mi presencia. Hasta la noche — salí de la obra y me dirigí a la hotel donde nos hemos estado quedando.

Una vez tuve mi equipaje listo y me di un buen baño, me quedé mirando el celular por largo rato, dudoso en si debía llamarla o no. Melanie debe estar pensando que no me interesa hablar con ella, cuando la verdad he estado muy ansioso por verla de nuevo. Es difícil de pensar cuando la tengo en mi cabeza cada segundo del día. Tomé una gran bocanada de aire y con el corazón latiendo a mil decidí llamarla. Al tercer repique agarró la llamada.

—¿Sí? ¿Con quién hablo? — respondió agitada.

—Hablas con Keith. ¿Estás ocupada?

—¡Sr. Keith! Creí que no me llamarías — rio suavemente—. Estoy a punto de entrar a mi turno en la cafetería, pero cuéntame, soy toda oídos.

—¿Por qué pensaste que no te llamaría? — curioseé.

—Han pasado cinco días desde la última vez que nos vimos, ¿no es obvio? Lo entiendo, sé que no es fácil esta posición en la que estamos.

—Tuve que viajar por cuestiones de trabajo, aunque me hubiera gustado hablar contigo antes, lo siento — me sinceré—. Mañana estaré de regreso, entonces llamaba para invitarte un café o algo así.

Estaba muy nervioso, más por el hecho de que hace mucho no invitaba salir a una mujer. No sé cuáles sean sus gustos, por lo que se me hacía más difícil saber a dónde debía invitarla.

—No te preocupes por nada, Katie me había dicho dónde estabas. Pero recuerda que la invitación la hice yo, por lo que el lugar al que te voy a llevar será sorpresa — se oía muy animada—. Entonces, ¿hasta mañana?

—Sí, hasta mañana — sonreí inconscientemente, pero no desconectamos la llamada.

Era incómodo, porque muy en el fondo no quería dejar de hablar con ella, pero me encontraba muy nervioso y no sabía qué más decir.

—Ten un buen viaje, Sr. Keith. Debo ponerme a trabajar, pero ten por seguro que, escuchar tu vos y que aún tienes ganas de hablarme, alegra mi día. Adiós.

—Cuídate mucho, Mel — suspiré una vez corté la llamada.

Que me haya dicho esas palabras, solo provocó una taquicardia terrible en mi pecho. Lo que ella me hace sentir se está volviendo cada vez más fuerte y extraño.

Al momento que bajé al restaurante del mismo hotel en el que nos encontrábamos, vi de lejos a Gabriel hablar tranquilamente con la Srta. Wilson. Por respeto y decencia es que estoy acá, o sino, me hubiera ido esta misma noche a mi casa.

—¡Keith!

—Buenas noches. Lamento llegar tarde — tomé asiento al lado de Gabriel.

—Llegas justo a tiempo — dijo la Srta. Wilson—. Quiero hacer un brindis por los tres, por la construcción y porque estoy muy segura que este será el primer proyecto de muchos — descorchó la botella de vino y sirvió tres copas—. También quiero agradecer el empeño y la dedicación que ha puesto con cada plano, Sr. Morrison. Por supuesto, también gracias a ti por todo Gabriel. Ha sido todo un honor y gusto conocerlos y trabajar de la mano con los dos.

—En especial a Keith, ¿eh? — murmuró Gabriel q mi lado, y lo miré serio—. Quiero decir, gracias a ti por dejarnos tus sueños en nuestras manos — le tiró un guiño a la mujer—. ¡Salud!

No tenía más palabras que decirle, no es como que sea la gran cosa este trabajo ni se compare a otros que ya hemos realizado. Pues ella paga por nuestros servicios, es normal que el empeño, el esfuerzo y la dedicación se vea reflejada. Siempre me he destacado por nuestra calidad, no solo en los materiales que usamos, sino también el gran equipo que somos.

Al estrellar nuestras copas y beber del vino, nos dedicamos a cenar. La charla la llevaban ellos, mientras mi mente se encontraba en otro planeta. No veo la hora de que sea mañana y poder estar frente a frente de Melanie. Aun siento en mis labios la suavidad de ese último y descarado beso que robé cuando estábamos en mi auto.

—Ya regreso — Gabriel se marchó de la mesa.

—¿Pasa algo, Sr. Morrison? No lo veo muy a gusto estando acá, ¿acaso le molesta la celebración o será mi presencia?

—No, claro que no. No solemos celebrar, es todo.

—Ya veo — apoyó su mano en la mía y me le quedé viendo sorprendido—. Tal vez sea muy atrevida, pero me gustaría que aceptara una invitación; ya sabes, algo fuera del ámbito laboral.

—Se está equivocando conmigo, Srta. Wilson — quité mi mano de la suya y su sonrisa se desvaneció—. Lo único que me trae acá es el trabajo, no piense cosas que no son.

—Eres un hombre sin compromisos, ¿o sí? — enarcó una ceja.

Le mostré la argolla de mi matrimonio, dejando en claro que no me interesa ni un poco como mujer.

—Pero su esposa está muerta...

—Sí, lo está, pero no me interesa salir con ninguna otra mujer. Por el bien del proyecto, espero entienda cual es su lugar — me levanté de la silla muy molesto—. La cena para mí ya acabó. Tenga buen provecho.

Pasión Secreta[En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora