Amor y perdón

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KEITH

Tan pronto llegué a casa, un chico que muy conozco a simple vista se encontraba en un debate interno de si tocar el timbre de la casa o no. Resignado y bajando los hombros dio media vuelta estrellándose de frente con mi mirada inquisitiva. Desde un principio Brian me pareció un buen muchacho, además de educado y muy animoso, a pesar de que su auto último modelo le dé una impresión contraria. No sé por qué razón se ve tan afligido, puesto que Kat y él parecían estar solos en el mundo.

—Buen día, Sr. Keith, ¿cómo se encuentra?

—Hola, Bri. Estoy muy bien, ¿y tú como estas? ¿Estás buscando a Kat? Déjame abro la puerta y... — estaba a punto de abrir la puerta cuando sus palabras me detuvieron.

—¡No, no hay necesidad de que le digo que estoy aquí!

—¿Y por qué no quieres que sepa que estás aquí? — fruncí el ceño, ahora sí muy curioso de su actitud—. ¿Ocurrió algo en estas semanas que no sepa?

—Algo así — suspiró—. Digamos que tuvimos una pequeña pelea y ella decidió volver a casa con usted.

—En una relación siempre hay peleas, no creo que sea algo que no puedan resolverlo.

Desvió la mirada a su lujoso auto.

—No es la pelea, son las palabras que nos dijimos...

Comprendiendo a lo que se refiere, apoyé una mano en su hombro y le brindé una cálida sonrisa. Ahora entiendo el por qué mi hija y su mejor amiga bebían sin parar la noche anterior. No hay golpe más doloroso que una palabra causada por la calentura del momento.

—Muchas veces decimos palabras que realmente no sentimos, pero que en un acto de inconciencia salen sin siquiera detenernos a pensar en su poder. Lo mejor es que se tomen un tiempo para pensar; así sabrán que es lo que quieren lograr ya sean juntos o cada quien por su lado. Dale unos días. Ella es un poco sensible, y le gusta estar sola cuanto se siente afectada o herida.

—Tendré en cuenta sus palabras. Muchas gracias, Sr. Keith, tenga buena tarde. Hasta luego...

—Que te vaya bien.

Se alejó con las manos en el interior de sus bolsillos, y con la cabeza baja entró a su auto y se marchó. Los recuerdos de los inicios de mi relación con Elena me sacaron un suspiro. Las peleas son tan necesarias para que el amor se fortalezca.

Entré a la casa con una sonrisa en el rostro; cada que pienso en mi Elena, la alegría me inunda el alma. Ahora todo ese dolor y tristeza que dejó su recuerdo, se ha convertido en lo más bonito que alguna vez tuve en mis manos.

—¿Qué te dijo? — aun con la vista fija en la ventana, Katie murmuró—. ¿Por qué no tocó la puerta?

—¿Estabas dispuesta a abrirle? — indagué.

Hubo un prolongado silencio de su parte que me dio su clara respuesta.

—Te diré lo mismo que le dije a Bri; tomen un tiempo para pensar y tomar una decisión correcta. Aún son muy jóvenes. Todos somos diferentes, por lo que esa pequeña diferencia los hará conocer sus gustos y disgustos un poco más. Vivir por primera vez con la persona que amas, no es ni la mitad de lo que hemos soñado. Hay problemas hasta por la más mínima cosa. Hay diferencias que vas conociendo con el pasar de los días que ni siquiera conocías en un principio. Pero lo importante es siempre saber comprender y amar con sinceridad; si no es él la persona correcta, la misma vida te lo dirá.

El fuerte abrazo que me dio no tardé en corresponderlo con la misma fuerza. Kat es lo único que no me hizo desfallecer cuando más mal me encontraba. Para mí siempre será la bella luz de mi mundo; mi dulce bebé. Aunque sea una mujer hecha y derecha, siempre me emocionaré sin importar los años que tenga. Que busque refugio en mis brazos como si fuese una pequeña niña es mi mayor felicidad.

—¿Cómo te sientes, papá?

—Muy feliz de tenerte en casa.

—No me refiero a eso... me refiero a que, ¿cómo te sientes con Mel? Sé que es una chica muy buena, lo sé de sobra, pero quiero saber si eres feliz a su lado.

No tuve mucho que pensar, pues desde hace mucho es ella la razón súbita de mi buen humor y mis cambios.

—A su lado me siento vivo, feliz, muy cambiado — nos sentamos en el sofá, ella apoyando la cabeza sobre mi pecho, mientras mi mente y mi cuerpo se dividía en tres—. Tú eres y serás siempre mi primer amor; ese amor que trajo alegría a nuestras vidas de un momento para otro. Elena fue la mujer con la que formé un hogar y amé con toda mi alma hasta su último suspiro; ella es y será siempre lo mejor de mi vida, quien me brindó todo de su ser sin reparos. Melanie es un ángel que me salvó del pozo oscuro y vacío, levantándome en sus alas y arropándome con su bondad y fortaleza. En un principio me prohibí a mí mismo dejarme llevar por el magnetismo de su ternura, pero cada intento fue inevitable; entre más me rehusaba, ella más se adentraba en mi corazón. Lo que siento por ella no es el mismo amor que sentí por tu madre. A tu madre la amé con locura desde el primer instante en el que sus ojos me cautivaron. Melanie me enamoró ciegamente con la fortaleza de su corazón.

—¿La amas más que a mamá?

—Por supuesto que no. Ningún amor se puede comparar; todos son diferentes; todos traen una marca distinta, además de que no todos son constantes. Sí, amé a tu madre con toda mi alma, pero también me permití abrir el corazón en un nuevo comienzo de sanar la tristeza de mi alma, y me enamoré perdidamente de Mel.

—Leí el diario de mamá — confesó—. Si no lo hubiera leído, no habría aceptado tu relación con mi mejor amiga.

—En verdad lo siento mucho, mi amor. Mel no tiene la culpa, ella muchas veces insistió en que debíamos contarte, pero tenía mucho miedo.

—Eso ya no tiene importancia, papá. Los he perdonado de corazón, además de que no hicieron nada malo; solo necesitarse hasta quererse. Bri también me hizo ver que enamorarse no es malo; lo verdaderamente malo es no amar, aun si sabes cuan herido puede resultar —levantó la cabeza y acarició mi mejilla con extrema ternura—. Soy feliz al verte sonreír por y con ella. Ni siquiera el imbécil ese hacía que a Mel le brillaran los ojos, como tú sí lo provocas. Soy feliz por los dos; amala hasta que diga basta, sé que ella te corresponderá con la misma fuerza.

Nos quedamos en silencio, cada uno sumido en suspensamientos. Hace unos meses estaba solo y llorando por la muerte de miesposa, por la ausencia de su cariño y por la falta tan inmensa que me hacíaescuchar su voz. Ahora todo mi mundo ha dado un gran giro, poniendo en micamino una persona con grandes virtudes y, que, además, está siempre dispuestaa brindarme de su luz para guiar mi nuevo destino. No sé si Melanie sea lamujer que acompañará el resto de mi vida, pero sí fue la mujer que Elena meenvió desde su cielo para que la amara con todas las fuerzas que aun habitan enmi interior

Pasión Secreta[En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora