Pdta.: Espero que hayan tenido un apoteósico día de los inocentes el día de ayer✌...
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MELANIE
Me detuve a pensar en el tiempo que había pasado y lo mucho que nos habíamos conocido con Keith, aun teniendo la distancia como una filosa daga a cuestas de nuestras espaldas. Cada día nos estábamos acercando más, a pesar de lo lejanos que nos encontrábamos en cuerpos. Aun trato de entender qué fue lo que hice de mal, como para ser tirada hacia un lado, así como así; sin explicaciones sólidas y sin siquiera permitirme pelear por lo que se ha vuelto mi sueño. Realmente pensé que nuestro amor era verdadero y fuerte, que no habría nada que nos separara, pero me equivoqué.
Me equivoqué en todo lo que una vez aseguré a ojos cerrados.
¿Por qué? Es lo que me sigue martillando la cabeza y el corazón cada que llegan a mis recuerdos sus últimas palabras. ¿Por qué me dejó, como si lo nuestro hubiera sido nada?
Hace dos semanas que no sé nada de Keith, por lo que la ansiedad, la preocupación, la tristeza, la desilusión y la rabia han jugado en mi contra. No he tenido paz ni concentración en los ensayos para la última presentación, todo debido a que Keith ha estado ignorándome cruelmente y sin motivos. Porque para mí no hay absolutamente nada claro. Es que ni siquiera asimilo lo que pasó.
Extraño su voz. Extraño verlo, aunque sea a través de una pantalla. Este año lejos de mi hogar ha sido horrible, pero he tenido que soportar la soledad para no rendirme ante mis sueños. Pero poco a poco me di cuenta que aquellos sueños se transforman y nacen nuevos.
—¿Por qué no estas lista, Mel? ¿Acaso no vas a ir a la ceremonia de graduación? — preguntó mi compañera de cuarto, saliendo de la ducha envuelta en una toalla.
—Hace unos días le pedí mi certificado al decano, por lo que hoy volveré a casa.
—¿Cómo? ¿Eso se puede hacer?
—Sí, además que, ¿de qué sirve estar en una ceremonia donde mi familia no estará acompañando este logro? Londres es hermoso y, aunque me faltó mucho por conocer, mi familia espera por mí — tomé mi equipaje y sonreí—. Gracias por todo, Nico.
—Entonces, eso quiere decir que, ¿no vas aceptar la oferta del profesor?
—Ese mismo día en el que me ofreció el trabajo; lo rechacé. Tomé la beca para aprender y llevar mi conocimiento con quienes más lo necesitan; y créeme, los niños tienen grandes talentos ocultos. Aquí no, aquí hay profesores especializados.
—¿Regresarás al orfanato? — inquirió estupefacta.
—Sí, volveré con mis niños. Aquí aprendí, disfruté y conocí un mundo diferente al que no estaba acostumbrada, pero no es lo que quiero para mi vida. Además, tengo quien espera por mí...
—Entiendo, bueno, la verdad no entiendo — me abrazó con un solo brazo y besó mi mejilla—. Sabes que puedes hablarme cuando quieras, ¿no? Te deseo buena suerte con tus niños y tu hombre.
—Cuídate mucho, Nico. También puedes hablarme cuando desees — tomé mis cosas y salí del instituto, dejando atrás un sueño más cumplido.
Las casi once horas de vuelo de regreso a casa se me hicieron eternas, por lo que cuando llegué a casa, me encontraba sumamente agotada. No quise darle aviso a nadie de mi llegado, quería sorprenderlos. Sin embargo, en la única escala que hizo el avión en New York, aproveché para llamarlo una última vez, guardando la esperanza de que tomara la llamada y me respondiera todas mis dudas, pero no fue así.
Con la ansiedad y el corazón a mil, fui directamente a la oficina de Keith. Necesitaba verlo, enfrentarlo y cuestionarle muchas cosas, pero me encontré con el vacío y la soledad en su lugar. Gabriel entró a la oficina, sorprendiéndose al verme ahí de pie como si me hubieran clavado los pies al suelo y no pudiera moverme.
—Oh, vaya, que grata sorpresa — sonrió el igual de encantador que siempre—. No sabía que llegabas hoy, Melanie.
—Llegué de sorpresa, nadie sabe que estoy aquí — murmuré—. ¿Dónde está?
—No sabría decirte dónde está ese idiota. Ni siquiera se dignó a venir a trabajar hoy, ¿puedes creerlo? Eso es lo malo de ser el jefe — sonrió ladeado—. ¿Qué te parece si te llevo a su casa? Creo que esta vez sí morirá cuando te vea.
—Te lo agradezco, pero no...
—No hay discusión — ajustó su corbata y me señaló la salida—. Después de ti, bella dama.
Suspirando, lo vi tomar las maletas y me dio el paso para salir. Una vez estando en su auto, bromeó sobre una y otra cosa que había pasado durante aquel año en el que estuve por fuera de la ciudad. Gabriel tiende hacer feliz a los demás con sus bromas, aunque en sus ojos hay la misma soledad que vi muchas veces en Keith.
—Quédate en el auto, ¿sí? Cuando te dé la señal, sales.
—¿Cuál señal? — reí.
—Tu sabrás cual — salió del auto con una sonrisa plasmada en los labios.
—Tranquila, Mel, no estés nerviosa — limpié el sudor de mis manos en el vestido, viendo con el corazón a punto de un colapso la casa.
Los recuerdos del tiempo que estuvimos juntos y esas últimas palabras me atacaron de repente. ¿Por qué me dejaste, Keith? Pensé, aguantando las ganas de derrumbarme.
Gabriel tocó la puerta por largo rato, pero ni Katie ni Keith salieron de ella, por lo que empecé a preocuparme aún más. ¿Acaso el destino no nos quiere ver juntos? ¿O es que he estado tan ciega como para comprender la realidad de que un nosotros no existimos?
—Como que no están — subió al auto y lo encendió.
Pensaba decirle que me llevara a casa, pero empezó a conducir mientras se perdía en sus pensamientos.
—Solo hay un lugar donde él puede estar...
Las gotas gruesas y rápidas cayeron del cielo de un momento para el otro, dando aviso a la tempestad tan común en la ciudad. Ver la lluvia a través del cristal, oprimió mi pecho y pude sentir como el cielo se compaginaba con mi dolor y tristeza. No quería derramar una sola lagrima, pero era muy tarde ya. Las lágrimas brotaron de mis ojos, pensando en lo que pudo haber sido y lo que ahora es; un amor roto y herido.
De camino al cementerio, Gabriel mantuvo un silencio de apoyo, mientras mis pensamientos divagaban entre lágrimas y suposiciones que queman poco a poco el alma y hunden el corazón en un hueco oscuro y vacío.
—Iré... ah, míralo, creo que va de vuelta a casa.
Su auto cruzó por nuestro lado, y solo bastó tenerlo a pocos pies para que el corazón estallara de emoción y de tristeza. No se supone que me sienta así, pero es inevitable no sentirme nostálgica. ¿Y si teniéndome cara a cara asegura no quererme más? No soportaría escucharlo y verlo a los ojos, simplemente moriría allí mismo; en el gran puñal de sus palabras...
Gabriel dio la vuelta y lo siguió a escasos metros, mientras que mi cabeza escogía la palabra correcta para decirle una vez lo tuviera frente a mí. Me estuvo extraño que, en lugar de ir a casa, se desviara de camino hacia un lugar que nunca podré olvidar por más que el tiempo pase; aquel club donde supo desnudarme la piel. Sin embargo, aquella emoción que sentí se desvaneció tras verlo salir del auto con una mujer. Mi corazón se quebró, incluso Gabriel escuchó los cristales rotos dentro de mi pecho. Entonces, mi loca suposición resultó ser real, no solo una terrible pesadilla.
—¿Qué demonios hace ella con él? — lo escuché a lo lejos, pero lo único que pude hacer, fue bajar del auto y salir corriendo sin rumbo fijo.
El nuevo comienzo que nos esperaba, ya no es uno de los planes en el cual estoy incluida. Porque en el lugar que juró ser solo mío, está siendo ocupado por alguien más.
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Pasión Secreta[En Físico]
RomanceNo siempre la vida está escrita, esta misma se encarga en ponernos adversidades que nos deparan soledad en el futuro. Keith no fue la excepción; tras la repentina muerte de su esposa, en su pena y en su dolor se encerró en un mundo lleno de oscurida...