Confesión

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—Ven, Mel, siéntate a comer — dijo Keith tan pronto me vio—. ¿Cómo te sientes?

—Un poco mejor — me senté en la mesa con el rostro sumamente avergonzado—. Siento mucho mi espectáculo de anoche, pero en mi defensa, era la primera vez que tomaba tequila.

—No le des vueltas, bonita — sonrió ladeado—. No le veo ningún problema que mi novia quiera devorarme cuando ella así guste.

—No hables tan fuerte, en cualquier momento Kat bajará. No me gustaría que te escuchara.

Su risa me avergonzó de sobremanera.

—Verte encima de mi padre fue lo más desagradable que he visto en la vida. No estaba preparada mentalmente para ver su intercambio de afecto — Katie se unió a la mesa, desplomándose en la madera como pluma—. No sé cómo permitiste que bebiéramos como lo hicimos, Melanie.

Me encogí de hombros, enterrando la cabeza en el plato de sopa. ¿Cómo es que me alboroté tanto en la noche? ¡Qué vergüenza! Nunca antes había hecho de plan borracha y con necesidad de sexo, para ser honesta, es la segunda vez que bebo y termino metiendo la pata de nuevo.

—Muchas gracias, estuvo muy rico. Ahora volveré a casa, porque después debo ir al orfanato.

—¿Quieres que te acompañe? Me gustaría visitar a los pequeños — se apresuró Keith en decir.

—No, no hace falta. Es mejor que te quedes en casa — me puse de pie para salir de la casa, pero los dos repitieron mi acción al instante y me debatí por dentro del cómo debería despedirme de ellos—. Bueno, los veo luego.

Pensaba salir corriendo de la casa, primero por la vergüenza tan enorme que siento; y, la segunda, porque no supe despedirme de ninguno de los dos. Katie soltó una risa que me detuvo antes de que abriera la puerta y la miré por encima del hombro.

—Me daré la vuelta para que le des un beso a papá, Mel — su mirada me llevó a mirar al hombre que se encontraba con la cabeza baja—. De igual manera no tengo hambre. Si llego a comer, terminaré vomitando de nuevo —me tiró un guiño antes de subir las escaleras corriendo.

—¿Quieres que te lleve a casa?

—Sí — me acerqué a él y lo abracé—. Me sentí incomoda, no lo tomes a mal.

—No estoy tomándolo a mal, así me sentí varias veces anoche. Además, te ves muy hermosa cuando te avergüenzas — depositó un beso en mi frente y reí—. Vamos.

No recuerdo ni la mitad de las cosas que hice, pero esos pequeños fragmentos son de una muy borracha Melanie en búsqueda de la pasión desenfrenada del hombre que ella ama; insinuándose de forma descarada y robándole besos cargados de deseo y amor.

Al llegar a casa, tomé una ducha rápida y me alisté para ir al orfanato mientras mamá hablaba con Keith en la sala. La reacción de mi madre cuando se enteró de nuestra relación fue como la imaginé; calma y comprensiva, retribuyendo que para el amor no hay fecha de caducidad ni mucho menos lo separa un número insignificante.

Las clases de los pequeños comienzan dentro de muy poco, y no está bien visto de mi parte llegar tarde a clase. Le aseguré a Keith una vez estuve lista que fuera a casa a pasar tiempo con Kat, puesto que hace semanas no sabía nada de ella, además de que tienen mucho de qué hablar. Aceptó, pero con la condición de pasar por mí y llevarme a cenar como lo habíamos planeado la noche anterior.

Apresurada para llegar al orfanato, no tuve otra opción que ir en el auto de Roberto, ya que había dejado la bicicleta el día anterior en la universidad. Los autos no son para nada de mi agrado, además, el nerviosismo que aparece cada que manejo me es imposible de controlar. Mis manos tiemblan y mi corazón se sacude violentamente dentro de mi pecho, aun con las manifestaciones de presagio en mi cuerpo, hice caso omiso a todo y conduje por las calles de la ciudad con rapidez y gran ansiedad. El recuerdo del terrible accidente de mi padre es algo que nunca he podido superar.

Al llegar al orfanato por poco me llevo por delante a un conocido motociclista. Mi corazón dejó de latir por unos segundos al ver como Jordán cayó con todo y moto al suelo ante el golpe que le di por atrás. Con las manos temblorosas me bajé rápidamente y me agaché a su lado, realmente preocupada.

—¿Estás bien? ¿Te lastimaste? Perdóname, Jordán, no quise llevarte por delante, pero...

—Estoy bien, no pasa nada — sonrió relajado, apoyando ambas manos en el pavimento—. La única que sufrió un leve daño fue ella, pero es lo de menos.

—¿Seguro? Es mejor que vayamos al hospital.

—Oye, Mel — tomó mis manos entre las suyas y sonrió cálidamente—. Estoy perfectamente. Caí al suelo porque no me esperaba ese golpe en la retaguardia. Me has tomado por sorpresa. ¿Ves? Me encuentro perfectamente bien.

—Perdóname, ¿sí? — sonreí aliviada, tomando la decisión de nunca más volver a conducir—. Pagaré los daños de tu moto.

Nos pusimos de pie, y él la levantó para luego observarla detenidamente. Una sonrisa astuta apareció en su rostro.

—No le pasó nada, no tienes por qué pagarme nada. Pero si quieres resarcir los daños causados, acepta cenar conmigo esta noche.

—No creo que eso sea posible, Jordán.

—¿Por qué? Por el Sr. Keith — afirmó aun sonriendo—. Somos amigos, Mel. Que salgamos a cenar, no quiere decir que sea en plan romántico.

Solté el aire que estaba reteniendo.

—Esta noche no pudo, y para evitar malos entendidos es mejor que dejemos el tema hasta aquí.

—Has venido rechazando mis invitaciones en las últimas semanas. Antes solíamos salir como amigos, ahora parece ser pecado invitarte a tomar, aunque sea un café — su tono irónico no me gustó.

—Entonces no vuelvas a hacerme invitaciones, ten presente que te rechazaré las veces que sea necesarias — suspiré—. Después de tu comentario en la feria frente a la madre superiora, de que tú y yo éramos novios, estuvo fuera de lugar y no me agradó. Tampoco hiciste nada para retractar tus palabras y, aunque he tratado de decirles a todos que no es cierto, ellos aún lo siguen pensando.

—Fue una broma, no te lo tomes tan personal.

—Eso creía también, pero esos rumores que se han expandido en el orfanato y más con los niños no me gustan, Jordán. Entiende que tengo una relación, y si esas habladurías llegan a sus oídos, él no se lo tomará a bien, así que dile a todos que no es cierto— me di media vuelta y antes de irme me aguantó suavemente del brazo.

—Fue una broma, lo juro. Jamás lo hice con mala intención. Si el Sr. Keith necesita que le explique, le diré lo mismo que te he dicho a ti. Has sido mi buena amiga durante estos seis meses, Mel — dio un paso al frente, abrumándome con su cercanía por breves instantes—. Te tengo gran cariño. Inmediatamente resolveré esos comentarios que se han extendido, pero no pienses que mis intenciones contigo van más allá de una amistad. Entendí que no vas a corresponderme como me gustaría, por la simple razón de que tu corazón y tu cuerpo tiene dueño. Y lo respeto. Créeme que respeto tu relación con el Sr. Keith. Ahora bien, vamos, los pequeños nos esperan — con una sonrisa me halo hacia el interior de la casa hogar, dejándome confundida y perpleja ante sus palabras. 

Pasión Secreta[En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora