Estaré para ti

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La ansiedad se adueñó de mí tras el prolongado silencio en el que nos sumimos. Sus lindos ojos no dejaban de verme con asombro y sin pestañear. Abrió y cerró la boca varias veces seguidas, pero finamente no salió ni una sola palabra. Mi corazón no dejaba de palpitar furiosamente, ansioso y expectante por la respuesta de la mujer frente a mí. Cada palabra salió sinceramente de lo más profundo de mi ser, además, escucharla confesar sus sentimientos me animó a lo que hace días venia planeando.

New York iba a ser la oportunidad para dar el siguiente paso, pero no me arrepiento de haberle propuesto que sea mi novia ahora mismo. Presiento que este es el momento perfecto. Después de una eternidad, esbozó una sonrisa deslumbrante y con ojos brillosos se abrazó a mí con fuerza, enterrando el rostro en mi cuello y sollozando suavemente. Mi piel se humedeció con sus lágrimas.

—He tenido el tiempo justo para pensar en lo que deseo y en lo que me hace feliz; tu, Melanie, eres tú quien arrancó esa profunda tristeza de mi corazón.

Lágrimas rodaron por sus mejillas libremente.

—Me parte el alma verte llorar, y saber que soy el culpable no me hace para nada feliz — acaricié sus lágrimas, borrándolas lentamente de su piel—. El poco tiempo que hemos salido he aprendido mucho de ti. Y, debo confesar que, amo a la Melanie que hace brillar la oscuridad con su bella sonrisa.

—Sí, sí quiero ser formalmente tu novia, Sr. Keith — acarició mi mejilla aun con lágrimas brotando de sus ojos—. También te quiero. Sé que llegar a lo más profundo de tu corazón es un camino difícil y lleno de espinas, pero vale la pena recórrelo si al final del sendero eres feliz estando a mi lado.

—Lo soy, Melanie, no lo dudes — besé sus labios hasta que mis pulmones nos exigieron un poco de aire—. Habiendo aclarado nuestra relación, lo más correcto es hablar con Katie.

—Es lo más conveniente. Tú y ella son muy importantes para mí. No quiero perderla por ocultar lo nuestro, y mucho menos que ella te juzgue...

—Katie comprenderá, estoy seguro. Tengo mucho miedo, al igual que tú, no puedo cargar más con el peso de este secreto en mis hombros. Desearía poder besarte libremente frente a todos. Que todos se enteren que eres mía — confesé.

Particularmente que le quede claro a Jordan que el único dueño del corazón de ella soy yo. Desde luego no planeo decirle a Melanie los terribles celos que sentí al ver como otro hombre la tocó. Dejando mis pensamientos de lado, retomé el andar el auto en dirección a la casa del lago.

—Llévame a mi casa, Sr. Keith — bromeó.

—Para allá vamos, bonita — contesté juguetonamente, pero me puse serio en un solo segundo—. También debemos hablar con tu madre.

—Mamá lo presiente — por poco y me da un infarto al pensar que ella sabe de lo nuestro—. Quiero decir, sabe que estoy muy enrollada con un hombre desconocido, pero aún no sabe de quién se trata. No me gusta tener secretos con mi madre, por lo que le hablado mucho de ti, pero sin darle tu nombre, por supuesto. Ya sabes, intenta persuadirme con sus conocimientos en psicología; sin embargo, ha fallado terriblemente en cada intento por saber el nombre de quien me hace suspirar —rio con gracia—. A veces pienso que debí inclinarme en esa ciencia.

—Eres muy persuasiva y perspicaz. Serías una excelente psicóloga— aludí con el corazón a mil por hora.

—No, gracias. No tengo la capacidad mental para afrontar los problemas y los temores de las personas. Soy muy sensible; escuchar el dolor o los traumas de otros me llevaría a llorar por horas — confesó encogiéndose hombros—. Sería una psicóloga en busca de ayuda después de cada sesión.

Tan pronto llegamos, fuimos al faro. Ese lugar se ha vuelto un fiel testigo de lo nuestro. La tranquilidad y el silencio que no rodea es muy confortante. Me gusta admirar la extensión del lago, ya sea bajo el sol o la luna. Creo que nunca me cansaría de esta vista, y menos cuando tengo la mejor compañía a mi lado.

—Estaba pensando que sería buena idea que Kat nos acompañar a New York. No sé, tal vez un ambiente diferente nos de valentía — se apoyó de las barandas, observando el lago con atención—. Yo también tengo mucho miedo.

Rodeé su cuerpo desde atrás y estampé los labios suavemente en su cuello., tardándome mucho más mientras disfruto del delicioso aroma que brota de su piel.

—Hace mucho no tenemos un fin de semana juntos — cerré los ojos con fuerza tras el último recuerdo de Elena que invadió mi mente—. Desde que Elena murió me he dedicado a la empresa sin detenerme a pensar en mi hija. Me refugié en la soledad olvidando por completo el dolor de Kat.

Melanie se giró en mis brazos y me estrechó con la calma y ternura entre los suyos. Aunque la resignación ha ido llegando poco a poco, aun es doloroso pensar en el sufrimiento que vivimos tras su muerte.

Y mi calma es Melanie.

En sus brazos he encontrado eso que había perdido.

Su cariño sincero ha sido una cura para mi alma.

—Has sido un buen padre, no te des tan duramente tú mismo. Katie te ama con locura, no se cansa de presumir tu gran labor como papá cada que tiene oportunidad. Siempre has estado ahí para ella; protegiéndola, velando por su bienestar, haciéndola feliz con pequeños detalles que ella ha guardado en lo más profundo de sí con gran amor — suspiró—. Te convertiste en su todo de un segundo para otro, y tú te perdiste en la soledad y en la tristeza cuando te aseguraste que ella era feliz y no necesitaba más de ti. Verte solo, alejado y con pocas ganas de vivir es lo que más le ha dolido a ella a lo largo de estos cinco años, Keith. Nosotros deseamos de todo corazón la felicidad de nuestros padres, aunque estemos o no de acuerdo. La felicidad es efímera, y ella mejor que nadie lo tiene muy presente.

Cada palabra de ánimo y fuerza que siempre me da, tiene la capacidad de hacerme sentir mucho mejor. Ella no solo me vuelve loco con su pasión o su cuerpo, también enloquece mi corazón con la entereza que enfrenta cada situación. Durante estos dos meses, sus palabras se han complementado con sus actos, dejándome en claro la nobleza de su persona. Nunca imaginé que Melanie se convertiría en una gran confidente que, en lugar de desfallecer a mis constantes temores, se levanta con firmeza y se une a mí como si fuera parte esencial de mi alma.

—Gracias por permanecer a mi lado aun cuando no tienes por qué hacerlo — levanté su rostro y besé sus labios cariñosamente.

—No tienes que agradecerme nada. Estaré para ti cada que me necesites. No pienso dejarte solo nunca, a menos que ya no quieras que esté a tu lado — sonrió con picardía—. Mientras tanto me encantaría que me beses hasta que amanezca.

—¿Me estás proponiendo que pase la noche contigo? — de un rápido movimiento la tomé en mis brazos y rio aferrándose de mi cuello.

—Sí, quiero pasar toda la noche contigo, mi amor — se adueñó no solo de mis labios, también se apoderó de mi ser por completo. 

Pasión Secreta[En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora