Imposible

6.7K 535 23
                                    

A la mañana siguiente desperté muy temprano y tuve tiempo de salir a correr. Hace años no daba vuelta al vecindario, por lo que a la cuarta me sentía agotado y regresé a la casa. Pero me hizo bien salir a tomar aire desde temprano. Me encontraba nervioso por tener a Melanie en casa. No era la primera vez que ella dormía acá, por supuesto, pero si era la primera vez en verla diferente.

Una vez tomé una ducha y bajé la barba que hace meses no me quitaba, me vestí con normalidad y me puse a preparar el desayuno. Algunas veces Katie y Melanie lo preparaban, pero me sentía con ganas de hacerlo y pasar un poco más de tiempo con las dos... ¿Qué demonios estoy pensando? Anoche descansé muy bien, no tuve esa horrenda culpa en mis hombros. Elena quería verme feliz, que me diera una nueva oportunidad, ¿no? Que haga vida nueva sin ella, no quiere decir que esté faltando al amor que una vez sentimos el uno por el otro.

En realidad, quería convencerme que no estaba haciendo mal en abrir mi mundo y vivir.

—¡Buenos días, papito! — Katie rodeó mi espalda y dejó un beso en mi mejilla, percatándose de inmediato de que la barba ya no estaba—. Pero, ¿qué fue lo que le hiciste a mi osito, Keith?

Reí, dejando el limpión sobre mi hombro.

—Un cambio para complacer a Gabriel — fue lo que se me ocurrió decir—. ¿Cómo dormiste?

—De maravilla — suspiró—. Papá, tengo que decirte una cosa.

—Dime, ¿qué cosa? — dejé un beso en su frente y aproveché para darle una mirada rápida a Melanie.

—¿Recuerdas el chico que te comenté hace unas semanas atrás?

—Sí, ¿qué pasa con él?

—Quiere conocerte. Es mi novio.

Miré a Melanie y ella solo se dedicó a sonreír mientras tomaba asiento en la barra de la cocina. Su sonrisa puso a mi corazón a mil.

—Me encantaría conocerlo también — le sonreí y me miró sorprendida—. ¿Qué pasa?

—¿No estás enojado o algo por el estilo?

—¿Por qué debería estarlo, mi amor? Eres una mujer adulta, libre de decidir con quién sales y con quién no. Ahora bien, siéntate que ya el desayuno está listo.

—Te amo, papi — besó mi mejilla de nuevo y se sentó al lado de Melanie—. Nos cambiaron al hombre, Mel.

Llevé el desayuno con ellas y me quedé viéndolas comer por un largo rato mientras hablaban de sus cosas. Melanie tenía ese tono carmesí en sus mejillas cada que nuestras miradas coincidían, y ni que decir cómo se encontraba mi corazón de acelerado con su simple presencia.

—Estuvo todo muy rico, pero ya debo irme o llegaré tarde. Muchas gracias por el desayuno, Sr. Keith — Melanie llevó el plato a la cocina y la vi lavarlo desde mi lugar.

—No trajiste tu bicicleta, espérame un poco más y te llevo — le dijo Katie.

—No, ya voy tarde. Tomaré un taxi o el autobús — secó sus manos y se dio media vuelta.

—Si quieres te puedo llevar, Mel — propuse, ganándome una pequeña sonrisa de su parte—. Sabes que por mí no hay problema. Además, la universidad queda de camino a la oficina.

—No es necesario, Sr. Keith...

—¡Ve con papá, Melanie! Vas tarde, mujer, y no quiero ser la culpable de tu intachable imagen — Katie me miró a los ojos—. ¿Cierto que no tienes problema con llevarla, papá? No es la primera vez que lo haces.

—No tengo problema con llevarte. Katie tiene razón — me levanté de mi lugar y tomé mi portafolios—. Te esperaré en el auto. Ten un buen día, mi amor.

—Igual tú, papi.

Salí de casa hecho un manojo de nervios. La esperé unos cuantos minutos fuera de la casa y, tras verla salir, me fasciné con lo bonita que es. Las faldas largas es lo que más usa, pero la hacen ver muy linda; casi como fuera un ángel.

¡Oh, no puede ser! Hace unos días estaba huyendo de ella, precisamente de esto que ha cambiado radicalmente entre nosotros. Ella ya no es la mejor amiga de mi hija; una chica cualquiera en este mundo tan inmenso. Ahora es una mujer... que no tengo claro, pero que me mantiene al filo de la muerte cada que la visualizo en sueños.

De camino a la universidad mantuvimos un silencio para nada incómodo. Ella se veía muy relajada, recostada en el asiento de al lado mientras veía por la ventana con una sonrisa en sus labios. Para ser sincero, era yo el que me encontraba muy nervioso. Esto de hacer como si nada hubiese pasado entre nosotros la noche anterior, me pone a pensar y a dudar, pero a su vez, me mantiene con la adrenalina corriendo por las venas. Me detuve en frente de la universidad y se giró para verme.

—Gracias por traerme — abrió su bolso, sacó una agenda y un esfero y escribió algo en una de sus hojas, luego la arranco y me extendió el papel—. Este es mi número, llámame cuando tengas tiempo y hablamos, ¿sí? Sé a dónde ir para que nadie nos interrumpa —dejó el papel en mi mano y se acercó a mi oído—. Déjeme decirle que está demasiado sexy y, aunque muera por besarlo, tendré que contenerme para no hacerlo —besó mi mejilla, y mi corazón se detuvo—. Hasta pronto, Sr. Keith.

Giró su cuerpo y antes de que saliera del auto, la tomé de la cabeza y uní nuestros labios fugazmente. A penas nuestras bocas hicieron contacto, se quedaron brevemente unidas, solo sintiendo nuestros labios y nuestras respiraciones. A diferencia de ella, yo no podía contenerme más; moría por besarla, pero era imposible hacerlo bajo la vista de tanta gente.

Pasión Secreta[En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora