—Es mejor que hablemos en un lugar privado. Además, vamos a hablar de la apasionada noche que tuvimos en medio de un callejón sin siquiera saber ni nuestros nombres, pero que, a la mañana siguiente, nos estrellamos en...
—Ya comprendí... — desvió la mirada.
— Quiero decir — carraspeé—, no podemos darnos el lujo que las personas escuchen la intimidad que tuvimos tú y yo.
—Toma asiento, por favor — su rostro se encontraba sumamente rojo—. ¿Te apetece un café o un té?
—No, así estoy bien, muchas gracias.
Me señaló el enorme sofá que decoraba su oficina, y tras darme el paso me senté con el corazón a mil. Que imprudencia la mía, pero soy una persona que le gusta decir las cosas como son. Además, es de lo que vamos a hablar, no del cómo va el clima.
—Lo que sucedió entre tú y yo fue algo que nunca debió pasar — dejó las manos sobre sus muslos, por el mismo temblor que tenía en ellas.
¿Será la situación la que lo tiene tan nervioso, o será mi presencia?
—¿Te arrepientes, Sr. Keith? — ataqué, ganándome una mirada extraña de su parte—. Entiendo, supongo que ver mi rostro lo tuvo que desanimar bastante. En fin. Puede que tengas razón, no debió pasar, porque los dos nos encontrábamos fuera de nuestros sentidos y responsabilidad, pero tampoco hay que arrepentirse... fue como un pequeño desliz. Como te lo dije esa noche; lo que pasó allá, allá se quedará, pero esto — nos señalé con el dedo a ambos—, lo cambia mucho. Eres el padre de mi mejor amiga, y estoy segura de que la perderé en cuanto sepa lo que sucedió entre nosotros.
—Katie no se puede enterar por nada en el mundo lo que sucedió esa noche. Ella no me perdonaría el hecho de haberle fallado a mi esposa — peinó su cabello hacia atrás, despeinándolo un poco—. Suficiente culpa tengo ahora.
—¿Se siente culpable? ¿Por qué? ¿A quién le falló, Sr. Keith? A la Sra. Elena, que en paz descanse — realicé la cruz en señal de respeto—. Disculpe que me meta en cosas que no son de mi incumbencia, pero usted es un hombre que se encuentra soltero, no ha cometido ningún fallo a nadie. Probablemente, Katie se enoje, pero ella pueda que nos entienda si le explicamos con la verdad.
—Por favor, Melanie, no me hagas sentir más miserable de lo que me siento ahora. El hecho de que mi esposa haya muerto, no me da ningún derecho a engañarla. Esa noche fuiste un momento de debilidad. Ahora bien, olvidemos lo que sucedió, como bien dijiste, eres la amiga de mi hija, una chica que es mucho menor de lo que soy yo...
Me sorprendí ante sus palabras, no podía creer que él pensara de esa forma. Su esposa pudo haber fallecido, pero eso no quiere decir que, él no pueda divertirse un poco o ser feliz.
—No tiene que sentirse miserable, Sr. Keith — apoyé una mano en la suya, y como no me apartó, dejé un suave apretón en ella—. Somos de carne y hueso, no estamos hechos de acero. Es normal querer distraerse y tener sexo con algún desconocido, pues es de humanos tener ciertas necesidades. Lo que pasó entre los dos, puedo haber sucedido con otra mujer, incluso pueda que suceda más adelante con otra. Vivir, desahogarse, divertirse, pasarla bien, ser feliz o tener amistades con derechos no es fallarle a su esposa. Ella lo quiere ver feliz, no encerrado en esa soledad y dolor en la que muchas veces lo he visto. Usted me recuerda a mi madre, ella temía a lo mismo, pero al darse una oportunidad se dio cuenta de que mi padre quedó como el más bello recuerdo de su vida; tal vez fue él mismo quien envió a Roberto para que la hiciera feliz y la acompañara.
Me observó en silencio, detallando mi rostro con suma atención. Mi mano seguía sobre la suya, percibiendo el calor y los pequeños temblores de ella. Mi corazón se agitó tras darme cuenta lo cerca que nos encontrábamos. El olor de su colonia acaricia mis sentidos.
—No se sienta culpable por lo que pasó; no fue nada que su subconsciente no hubiera querido — sus labios me tentaron, quería volver a probarlos—. Sr. Keith, usted es un hombre muy guapo, capaz de conseguir a cualquier mujer si así se lo propusiera, pero ese amor que aún guarda en lo más profundo de sí para su esposa, habla muy bien de su persona, De corazón espero que pueda sanar internamente la partida que la Sr. Elena dejó su vida, y por fin se permita ser feliz en su ausencia. Ella será feliz estará en paz al verlo revivir. Más si sigue irradiando tristeza e inundando su corazón de más dolor, ella nunca encontrará el camino para poder descansar. Perita que ella descanse, porque el propósito y su misión de vida, quedó en la tierra.
—Eres demasiado madura, Mel — susurró, sus ojos claros se encontraban acuosos. El brillo de sus lágrimas las podía notar a simple vista—. Ella está muy viva en mi corazón.
—Y siempre lo estará, Sr. Keith; ella nuca saldrá de aquí — sonreí, apoyando mi mano en su pecho—. Recuerde todos esos únicos y divinos momentos que pasó junto a ella; y en lugar de convertirlos en dolor y vacío, transfórmelos en felicidad y alegría. Siéntase en paz, porque no estás faltándole.
Tal vez no era lo que debía decir, pero sí era lo que él tenía que escuchar. En sus ojos lo único que hay, es una profunda culpa que, estoy segura no lo ha dejado descansar como es debido.
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Pasión Secreta[En Físico]
RomanceNo siempre la vida está escrita, esta misma se encarga en ponernos adversidades que nos deparan soledad en el futuro. Keith no fue la excepción; tras la repentina muerte de su esposa, en su pena y en su dolor se encerró en un mundo lleno de oscurida...