Mel y yo nos encontrábamos riendo nerviosamente por los planes de Kat durante el fin de semana. Se alegró muchísimo al mismo instante en que la invité al pequeño viaje de negocios; no obstante, no he dejado de pensar ni un solo segundo en cómo decirle sin causar ese daño que inevitablemente le ocasionaremos. No quiero arruinar la felicidad que hay en sus ojos. No es justo opacarla con mi felicidad, pero entonces pienso que más daño le haremos si seguimos ocultándonos.
El vuelo a New York tardó un poco más de una hora, por lo que una vez llegamos al Hotel, dejamos las maletas en nuestras habitaciones y salimos a dar un pequeño paseo por los alrededores. Melanie veía fascinada cada uno de los edificios, y con gran emoción no dejaba de hablar con Katie sobre todo lo que sus ojos vieran.
«Asegúrate de contemplar su sonrisa cada que puedas; sé que mi ausencia los marcará de por vida, pero mientras sean felices y tengan una vida tan maravillosa como la tuvimos una vez estando juntos, entenderás que las persona somos pasajeras incluso para otras; vive al máximo y disfruta de la nueva oportunidad de vivir. Guárdame en el baúl de tus recuerdos y sé feliz junto al mujer que tu corazón decidió amar de nuevo, mi amor».
«Muchas veces me plantee lo que era una vida sin ti, pero, ¿sabes qué? Ahora comprendo que el egoísmo es más que veneno que hiere a profundidad. Tengo mucho miedo de morir, no lo voy a negar; tan solo de pensar que algún día llegues a olvidar mi voz o mi rostro, asusta muchísimo, pero debo entender que no hay nada que pueda hacer contra el destino. Mi camino a tu lado está llegando a su final, y tú vas a continuar en un sendero con cientos de posibilidades; en algún punto de tu camino te encontrarás con la mujer con la que probablemente llegue tu fin, y nada me haría más que feliz que disfrutes a plenitud del amor. Te amo, y siempre te amaré, pero no puedo ser egoísta contigo, mi amor»,
«Soñé la otra noche con un rostro tierno, una sonrisa muy hermosa y un par de ojos que destilaban nobleza; era una mujer, adorándote con todas las fuerzas de su ser. En su inocente mirada, ella te veía con mucho amor; al principio sentí celos, pero comprendí que ella era la única capaz de salvarte de la muerte en la que mi ausencia te había dejado. Amala con la misma fuerza que ella lo hace; sé que su amor es sincero, aunque no tenga ni la misma mínima idea de su nombre, estoy segura que allá afuera hay alguien que te amará con mucha más fuerza de lo que lo hice yo».
Recordé las pequeñas notas de Elena y mi corazón se estrelló contra mi pecho con violencia. No debía leer algo tan íntimo como su diario, pero la curiosidad me ganó una noche en la que los latidos de mi corazón se debían a la mejor amiga de mi hija, y no de dolor por la ausencia de mi esposa. En el afán de querer sentirla cerca de mí, me encontré con párrafos dedicados a mi felicidad con otra mujer; y, extrañamente, entre más leía, más mi mente recreaba esa vida feliz junto a Melanie. Fue fácil comprender mis sentimientos por Melanie, pues una vez mi corazón elige quiere con total locura y sinceridad.
—¡Es una vista preciosa! Siempre soñé con ver la estatua de la libertad — Katie se aferró de mi brazo—. Gracias por traerme, papá. Espero que podamos subir allá y ver la ciudad. Debe ser hermoso. Claro, si tienen el tiempo, sino no hay problema.
—Por mí no hay problema, yo también quiero subir. Además, prometí a mamá muchas fotos de la ciudad.
—Si quieren subir, ¿por qué no hacerlo? — sonreí de oreja a orea una vez vi la emoción en sus ojos—. Déjenmelo todo a mí, chicas. Ahora bien, ¿qué les parece si vamos a cenar?
—Eres el mejor, papá, ¿no te lo había dicho antes? — la envolví entre mis brazos con una sonrisa—. Muero de hambre.
Luego de cenar fui a mi habitación y ellas fueron a la suya. No tuve oportunidad de hablar con Melanie, pero ambos nos pusimos de acuerdo para decirle la verdad al día siguiente. Antes de ir a descansar compré los boletos tanto del ferry como de la estatua de la libertad. Nunca me había sentido tan nervioso en la vida, quizá porque jamás me llegué a ver en una situación de estas.
Despertamos desde muy temprano, y una vez desayunamos, nos dirigimos al muelle de Liberty State Park, desde donde abordamos el ferry luego de una larga espera para poder subir. Mis chichas estuvieron tirando fotos de todo lo que sus ojos captaban, incluso se emocionaron demás con las gaviotas en busca de comida.
—Tómanos una foto, Sr. Keith — Mel extendió una pequeña cámara en mi dirección.
Ellas se abrazaron por los hombros y sonrieron alegremente mientras me perdía en su momento de felicidad y tiraba varias fotografías. Se veían muy preciosas una junto a la otra. Luego nos tiramos una donde salimos los tres; yo en medio de las dos mujercitas que me hacen inmensamente feliz. Hacía mucho no reía como ahora lo hago. Hace años no mantenía una sonrisa al pasar de un agradable tiempo junto a ellas. En mi corazón se extendió un goce que no se puede explicar mediante palabras.
—La señorita libertad es mucho más pequeña de lo que creí — bromeó Katie, una vez bajamos del ferry.
—¿Bromeas? Es enorme — Mel frunció el ceño—. Y muy alta.
—¿No me digas que le temes a las alturas?
—No, Kat, no le temo a las alturas. Solo le tengo respeto — sonrió.
—No va a pasar nada, Mel. Eres pequeña y delgada, pero estoy segura que por las ventanillas no pasas.
Melanie la golpeó suavemente antes de echarse a reír. Me encanta escuchar la naturalidad de su risa. Cuando estábamos desayunando la vi un poco distraída y nerviosa, en cambio ahora la siento un poco más relajada.
Luego de pasar por las taquillas, empezamos a subir las estrechas escaleras en forma de caracol con destino a la corona de la estatua. Luego de una eternidad, el vértigo y varios descansos para recobrar el aliento, llegamos a una pequeña habitación de estrechas ventanas.
Melanie se encontraba a mi lado cuando bajé la vista y contemplé las pequeñas personas que paseaban alrededor de la estatua. Tras sentir su mano entrelazarse con la mía, la miré por pocos segundos; segundos suficientes para perderme en el brillo de su hermosa mirada. Sus ojos se encontraban deleitados con la hermosa vista de la isla, y mejor momento no podría ser para unir mis labios con los suyos, mas tuve que contenerme para no atacarla, pues no es la forma en la que Kat debe enterarse.
—Gracias por traerme a este hermoso lugar — murmuró—. Lo atesoraré para siempre.
—Muero por darte un beso — mi confesión la llevó a mirarme inmediatamente.
—Keith — lamió sus labios paulatinamente y luego negó con la cabeza—. Contrólate.
—Es difícil hacerlo, bonita.
—¡Qué pequeño se ve todo! — exclamó Kat a pocos pasos de nosotros, tirando fotos una detrás de la otra y sin descansar.
La bajada fue mucho más sencilla que la subida, y de vuelta en el ferry mantuvimos un silencio agradable hasta llegar de nuevo al Hotel.
Mientras Katie ordenaba junto a una distraída Melanie, los nervios afloraron en una mínima fracción de segunda, pero con la gran seguridad de que este es el lugar perfecto para que mi hija se entere del único que secreto que he guardado a lo largo de mi vida.
—¿Qué les sucede? ¿Están cansados? Tienen unas caras.
—Estamos bien, mi amor — me obligué a tomar aire—. Tenemos algo muy importante que hablar.
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Pasión Secreta[En Físico]
RomanceNo siempre la vida está escrita, esta misma se encarga en ponernos adversidades que nos deparan soledad en el futuro. Keith no fue la excepción; tras la repentina muerte de su esposa, en su pena y en su dolor se encerró en un mundo lleno de oscurida...