MELANIE
Entre tanto buscar en mi ropa, el vestido que compré hace unos días para mí cumpleaños fue el que me llamó la atención y sin pensarlo dos veces me lo fui poniendo. Sé que solo vamos a hablar de lo que ha pasado y de lo correcto a hacer, pero mi mente no deja de irse por lados que no debería.
Primero tenemos que tener las cuentas claras, ademas, no es como que tengamos algún tipo de relación o algo por el estilo. Tal vez es la mera atracción que sentimos el uno por el otro que, este lado más pervertido y desconocido, sale de mí con gran facilidad.
Tomé las llaves de la casa y el casco de mi bicicleta y bajé las escaleras a toda velocidad. Le envié un mensaje muy temprano diciéndole la dirección a donde planeo hablar con él sin que nadie nos interrumpa, sin contar que, el faro es mi lugar donde más me gusta estar. De camino a la salida, mi mamá me detuvo al verme.
—¿A dónde vas tan arreglada y bonita? ¿Ese vestido es nuevo? Estoy muy segura que no lo había visto antes — caminó hasta mí con el ceño fruncido—. ¿Vas a verte con ese tal Rubén? Si es así...
—No, mamá, lo último que haría en esta vida es volver con Rubén. Voy a salir con alguien más.
—¿Con quién? ¿Un nuevo amigo?
—Sí, algo así — desvié la mirada.
—¿Qué me ocultas, mi amor? — ella me conoce a la perfección, será muy difícil mentirle con respecto a Keith.
—Nada. Es un poco complicado de explicar — me puse el casco en la cabeza—. Te lo contaré todo, pero debe ser en otro momento.
—¿Vas a irte en esa cosa? Vete en el auto, Mel. Quedaste muy bonita como para que arruines el vestido yendo en bicicleta.
—Sabes que no me gusta manejar — besé su mejilla—. Te amo, mamá.
—Cuidate mucho, mi amor. — sonrió—. Buena suerte.
Salí de casa en la bicicleta y agarré camino por la carretera. Pensé en venir en el auto, pero cada que intento subirme a el, los recuerdos me asaltan. Después del accidente de papá, ese auto no ha salido del garaje de la casa. Dudo mucho que algún día logre arrancar esa tristeza que me inunda cada que entro al auto y su olor sigue tan intacto en mi alma.
El clima jugó en mi contra, se supone que estaba haciendo un día bien favorable y por eso no me pareció tan mala idea venir en la bicicleta. Pero al faltarme muy poco de camino, el cielo cayó encima de mí, literalmente. Las gruesas gotas de lluvia caían con fuerza sobre mi cuerpo.
Tan pronto llegué a la casa, tiré la bicicleta al suelo y corrí hacia la puerta para abrirla. Es bueno que Keith aún no haya llegado, pues me da algo de tiempo para cambiarme de ropa. La nostalgia me abarcó por breves minutos, pero deseché ese sentimiento y sonreí. Amaba venir cada fin de semana con mis padres a esta casa; era nuestro lugar de escape, el lugar donde nuestra familia era muy feliz, en el cual nos quedábamos deleitándonos con los atardeceres desde lo alto del faro. Hacia años no entraba, solo me quedaba viendo todo desde el faro.
Quité el casco y la chaqueta que traía puesta y, antes de subir hacia mi habitación, escuché varios toques seguidos en la puerta. Mi corazón se aceleró de inmediato. Ha llegado antes de tiempo.
Le abrí la puerta y nos quedamos viéndonos por largos segundos en los que no dijimos nada. Keith se ve muy guapo; en un traje gris ajustado a su buen cuerpo. La barba la tiene muy bien cuidada, lo que lo hace ver el doble de atractivo. Su perfume me hizo suspirar, y sus labios me llamaban a gritos. Nuestros ojos conectaron, fue razón suficiente para enviar corrientes por todo mi cuerpo. La atracción entre nosotros es más que palpable, pero ese pequeño detalle de ser el padre de mi mejor amiga me frena mucho.
—¿Por qué estás toda mojada? — entró a la casa y todos mis sentidos se nublaron ante el roce de su mano en mi mejilla—. Hola.
—Hola, Sr. Keith — ronroneé, de esa forma sensual y decente que descubrí que le gusta—. El clima no estuvo a mi favor hoy.
—Puedes enfermarte, será mejor que te cambies — cortó la distancia que nos separaba y, entrelazando su mano en mi pelo, robó mis labios en un beso vehemente.
Entrelacé mis brazos alrededor de su cuello y lo besé de vuelta. Sus besos se han vuelto una adición. No sé qué pensar con este hombre tan diferente de hace unas semanas atrás. Antes temía a dar un paso, ahora es como si no le importara absolutamente nada. Me gusta. Me encanta que deje ese lado lleno de inhibiciones y se permita sentir libremente.
—Iré a cambiarme el vestido, ya regreso, ¿sí? — estaba ardiendo en llamas a causa de ese beso tan desenfadado, pero lo primero que debemos hacer es hablar—. Sigue, estás en tu casa. No tardaré mucho.
—¿Por qué huyes? — me encaró de repente, esbozando una sonrisa que jamás había visto de él—. ¿Esta casa de quién es?
—Es mía, pero no suelo venir muy seguido — me liberé de su agarre casi a la fuerza y me adentré a mi habitación con el corazón a punto de salir de mi boca.
Al tener años de no venir, la poca ropa que tenía guardada en los cajones me quedaba algo pequeña. Me puse un chandal que apenas si cubría mi trasero, pero no tenía más opciones, así que dejé la vergüenza de lado y salí con Keith.
—Es un lugar retirado y muy bonito. La vista debe ser genial desde allá arriba, ¿no? — comentó observando el faro desde la ventana.
—Es muy hermosa, ¿quieres verla?
—Sí, me encantaría — se dio vuelta para verme y tragó saliva—. Será difícil.
—¿Qué cosa?
—Nada, no me hagas caso — desvió la mirada—. ¿Vamos a salir así lloviendo?
—Llevaremos paraguas, por supuesto — le indiqué y salimos de la casa en completo silencio.
Una vez en el faro, me tomó por sorpresa su repentino abrazo desde atrás. La calidez de sus brazos me llevaron a grabar en mi mente ese momento tan único e íntimo, sobre todo por la hermosa vista que se extendía frente a nosotros. No puedo negarlo más, me gusta más de lo que debería. Apoyó su barbilla en mi hombro y lo escuché suspirar.
—Es relajante, pero es mucho mejor tener a alguien con quién observar tan bonita vista — de reojo lo veía sonreír—. ¿A dónde nos llevará esto que aún no sabemos qué sea, Melanie? Quiero decir, le temo a muchas cosas, pero otra parte de mí me dice que no está mal y tampoco quiere frenar esa atracción que siento hacia ti.
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Pasión Secreta[En Físico]
RomanceNo siempre la vida está escrita, esta misma se encarga en ponernos adversidades que nos deparan soledad en el futuro. Keith no fue la excepción; tras la repentina muerte de su esposa, en su pena y en su dolor se encerró en un mundo lleno de oscurida...