Calidez

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Me vi suspirando y gimiendo entre sus suaves y apasionados besos, esos mismos que me están llevando al mismísimo cielo. El calor y la humedad que desprenden sus labios me tiene envuelta en una nube.

Paseó descarada y sensualmente sus labios por mi cuello, descendiendo lentamente su lengua por el valle de mis senos, a la vez que sus manos no dejaban de acariciar mi piel desnuda. La humedad en mi ropa interior es más que evidente, no puedo controlar más tiempo esos temblores y ese calor interno que me está haciendo agonizar. Pensé que iría a lo que quería, pero se está tomando el tiempo de conocer cada rincón de mi piel y cada uno de mis puntos más sensibles. Me sorprende, no lo voy a negar.

Sus manos se adueñaron por completo de mis senos, brindándome calor inmediato por la calidez de sus palmas. Fue apretando poco a poco, mientras sus labios besaban mi pecho y su lengua hacia un recorrido directo a uno de mis pezones endurecidos. Tomó el pequeño y redondeado botón entre sus dientes, haciéndome estremecer y arquear la espalda en cuanto estiró suavemente y, seguidamente lo acaparó con su boca completa, succionando y chupando con una delicada pasión muy efervescente. Se alternó ambos senos, brindando la atención justa a cada uno por igual.

—Sr. Keith... — cerré los ojos, disfrutando de la poca rudeza de sus dientes tirando de mis pezones con suavidad.

Que tortura más deliciosa. Él se toma su tiempo, algo que Rubén en su momento nunca hizo, ni siquiera en esa primera vez en la que me entregué a él. Eliminé su recuerdo de mi mente al instate que descendió su lengua por el centro de mi pecho hasta mi vientre bajo.

La tibieza de su aliento y la humedad de su lengua es una combinación poderosa.

—No tenía ni la menor idea que tenías una perforación en el ombligo y un tatuaje tan sensual en un lugar tan escondido — murmuró, dejando besos húmedos en toda la extensión del pequeño tatuaje.

—No es como que esté diciéndole a todo aquel que tenga enfrente lo que llevo a no bajo la ropa — solté una risita tonta.

—Es un lugar del cuerpo muy... íntimo.

—Lo hizo una chica — aclaré, y el retomó sus besos por mi piel—. Pero, ¿sabes una cosa?.

—¿Qué cosa? — empezó a deslizar por mis piernas la única prenda que cubre mi cuerpo, y su rostro quedó a centímetros de mi feminidad.

—Estoy en desventaja.

—¿Por qué? — me dio una mirada rápida, antes de seguir torturando mis ansias con sus besos, arrancándome un fuerte gemido cuando dejó un sonoro beso sobre mi vagina.

—Porque aún estás con ropa.

Soltó una carcajada, antes de morder sus labios mientras observaba mi desnudez en una fracción de segundo.

—No es justo — me incorporé e incliné mi cuerpo hacia él tomando el cuello de su camisa y lo atraje hacia mí—. Tenemos que estar igual, Sr. Keith.

—¿Tienes alguna idea de lo mucho que me gusta que digas mi nombre en ese tonito?

—No sabía que te gustaba que te llamara de esa forma — sonreí divertida—. Diré tu nombre en ese "tonito" más a menudo.

Reímos.

Me tomé el tiempo de desnudarlo con la misma calma que lo hizo él, dejando besos húmedos por todo su pecho, su abdomen y su endurecido miembro, haciéndolo temblar con cada caricia que le dediqué con gran descaro y malicia.

Acomodé los almohadones en el suelo y me arrodillé en ellos, tomando su pene entre mis manos y acariciando suave, lento y apretando justo en el lugar correcto y causando temblores en sus piernas y arrancando gemidos involuntarios de ese hombre tan guapo que me fascina tanto. Acerqué mis labios a su humedecida punta y, antes de abrir la boca y tomarlo como mío, me levantó de golpe, sorprendiéndome de inmediato.

Pasión Secreta[En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora