Sensaciones

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Miré la hora en el reloj de mi muñeca por encima vez y suspiré. Mel está por llegar, no hace mucho que me envió un mensaje diciendo que venía en camino junto a un hablador, pero encantador y divertido Gabriel. Los nervios los tengo atravesados como daga en la garganta. ¿Y si no le gusta lo que preparé? ¿Y si piensa que es muy exagerado? ¿En verdad es muy exagerado? Me cuestioné, por primera vez en mi vida sintiéndome inseguro e indeciso.

Fijé la vista en la mesa que está en el centro del salón y volví suspirar. La mesa es para dos, las velas le hacen dar un toque más reservado y un olor delicioso y relajente, según la organizadora, se percibe en el aire. El ramo de flores está a un costado de la mesa, junto a las bandejas de comida que han preparado. Lo que más me hace querer salir corriendo es la sorpresa de Gabriel al mandar a hacer una especie de cama con almohadones grandes y amontonados entre rojos y negros, creando una especie de cama frente al balcón del apartamento. En todo su alrededor hay velas y pétalos de rosas creando un camino hacia la salida del balcón donde hay una mesa, una botella de vino, supongo yo, y dos copas de vidrio. No sé en qué momento hizo todo eso.

Pero algo no se puede negar y, es que, es perfecto para la ocasión. Tal vez es mucho, o quizás sea poco, lo importante es pasar un tiempo juntos, solos y lejos de todo. Dos toques suaves, pero seguros en la puerta alteraron aún más mis nervios. Mi corazón late con tanta fuerza y rapidez que, creo que se saldrá de mi pecho en cualquier momento. Solté todo el aire que no sabía que estaba reteniendo y abrí la puerta con las manos sudorosas, encontrándome con una sonrisa deslumbrante de su parte.

—Hola.

—Hola, Sr. Keith — saludó tímidamente.

Me quedé observando lo preciosa que es, enfundada en un vestido verde claro, escotado y largo, con esos collares de plumas que caen hasta su pecho junto a su cabello, la hace ver perfecta. Ella no necesita de maquillaje para acentuar su belleza, sabe que al natural es muy hermosa. Tiene un rostro muy angelical y tierno, pero una mirada tan coqueta y cautivante.

—Que bella estás — corté la distancia entre los dos, tomé la pluma negra entre mis dedos y sonreí—. Feliz cumpleaños, Mel.

—Gracias. Tu también te ves muy guapo, Sr. Keith — no me incómoda que me diga «Señor», menos cuando lo susurra con mucha sensualidad—. Quedó todo muy bonito. No debiste molestarte.

—No es para menos, es un día muy especial — acaricié su mejilla, antes de invadir su espacio por completo y robar sus dulces labios en un beso profundo—. Sigue.

La llevé hacia la mesa,  le ayudé a sentar y luego tomé asiento en frente de ella, sin dejar de observarla en ningún segundo. A la luz de las velas, sus ojos brillan con gran intensidad y la belleza en su rostro se acentua a la perfección. Tomé el arreglo de flores, la pequeña caja y la extendí en su dirección.

—Son muy hermosas — aspiró el aroma de las flores y sonrió—. Aciano.

—¿Cómo?

—Esta flor — señaló una de entre las tres diferentes que hay en el arreglo—, así se llama: Aciano. Es una flor muy bella. Los Tulipanes y la Amarilis lo hacen el arreglo perfecto. Tanto significado en un solo ramo de flores tan hermoso. Son muy lindas. Me encantan —suspiró profundamente.

—Veo que sabes mucho de flores.

—Así es. Estudio botánica — soltó una risita—. Te llevaré a mi pequeño invernadero. Lo hice hace unos años, ahora es mucho más grande que antes, pero hay un sinfín de plantas que quizás nunca antes hayas escuchado. Es más fácil estudiar las plantas viendo su crecimiento desde cero.

—Me encantaría conocer tu invernadero muy pronto.

—Entonces, ¿es una cita? — sonrió ladeado.

Pasión Secreta[En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora