Decepción

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El mesero llegó justo en ese momento con nuestras ordenes, callando las palabras de Katie de inmediato. Siento sofocar con mi propio aire ya que hace mucho no me encontraba en una situación tan incómoda y casi mortal para mi nervioso corazón. Incluso las manos no me dejan de sudar, delatando los nervios tan grandes que siento por dentro. Vamos, Keith, no es momento para acobardarse, y menos cuando la mujer que tienes a lado tuyo está mirándote con ternura y comprensión.

—Soy toda oídos, papá — dijo Katie una vez el mesero se marchó—. ¿Qué sucede? Te escucho.

Tomé una gran bocanada de aire antes de empezar con mis palabras. Bajo el mismo nerviosismo, limpié mis manos sudorosas con mi pantalón, y Melanie atrapó una de mis manos con la suya. Acarició el dorso de ella, brindándome un poco de tranquilidad y fuerza, pero sobre todo diciéndome ante el suave toque que estamos juntos sin importar lo que suceda.

—Antes que todo, quiero que sepas que, lo que ha pasado, en ningún momento fue planeado ni mucho menos premeditado; simplemente sucedió sin que nos diéramos cuenta cómo.

—No estoy entendiendo. ¿Qué pasó? ¿Es algo malo? ¿Nos diéramos? — frunció el ceño—. ¿Quiénes?

—Para mí no fue malo, todo lo contrario, ha sido lo mejor que me ha pasado en estos últimos años... — el fuerte apretón de Melanie me arrancó una sonrisa melancólica.

—¿Qué quieres decir con eso, papá? — tragó saliva—. ¿Estás queriendo decir que conociste a alguien? ¿Es eso? — apenas su voz si salió.

—Sí, Kat, desde hace un tiempo he empezado a salir...

—¿Quién es? ¿La conozco? — se veía genuinamente interesada, mientras Melanie bajó la cabeza y de su boca salió un gran suspiro.

—Sí, la conoces — le di una breve mirada a Melanie, por lo que cuando me centré de nuevo en Kat, sus ojos nos veían del uno al otro sin comprender—. Melanie es la mujer con la que he empezado a salir formalmente desde hace un par de días.

El brutal silencio que nos envolvió se prolongó por varios minutos en los que Katie parecía haber dejado de respirar. Solo el sonido externo y lejano de los demás comensales susurrando y golpeando sus cubiertos contras los platos nos decía que el tiempo seguía corriendo en el reloj, mientras nosotros parecíamos habernos congelado en el espacio.

Mi corazón parecía haber dejado de latir, incluso retuve todo el aire en mis pulmones hasta que esa mirada llena de tristeza, furia, pero sobre todo de decepción cayó sobre Melanie; y, mi corazón se quebró ante ese hecho. Sabíamos que su reacción era inevitable, pero nos es necesario decirle de nuestra relación si queremos llegar a ser felices juntos; un secreto y un escondite no es lo que deseo para el resto de mi vida.

—¿Desde cuándo? — Katie no apartaba los ojos de Melanie, increpándola con tan solo una mirada que solo ellas tienen la capacidad de descifrar—. ¡Melanie, contéstame! ¿Cuándo pensabas decirme que ese hombre misterioso y del cual te enamoraste era mi papá? —preguntó sin titubear.

La culpa recayó sobre mis hombros instantáneamente; el único culpable que existe soy yo. Ella insistió por muchos días, pero se contuvo a causa de mis malditos temores.

—En un principio me dije a mí misma que quizás me estaba volviendo loca al notar ciertas actitudes inusuales entre ustedes dos; no obstante, me aseguré de que solo era una mala jugada de mi pensamiento y que esas sonrisas escondidas solo existían en mi cabeza — rio con amargura—. Pero resultó ser cierto. No me malentiendan, los seres humanos son libres de elegir con quien estar, además de que en el amor el que manda es el corazón, no el razonamiento de una persona. Me decepciona saber que me han escondido su relación, ¿por cuánto tiempo?

—Un poco más de dos meses — dijo Melanie con ojos acuosos—. Estuvo muy mal, lo sabemos. Nuca debimos ocultártelo, menos cuando...

—Pero lo hicieron, Melanie — sus lágrimas me rompían cada segundo más por dentro—. Eres mi mejor amiga; y, él es mi padre. La traición duele como no tienen idea, más cuando vienen de las únicas dos personas que decían amarme incondicional e infinitamente... — se levantó de la silla y salió como alma que lleva el diablo del restaurante.

—¡Katie! — la llamamos al unísono, pero ella solo se marchó sin siquiera mirar atrás.

Llegué a pensar que nos odiaría, incluso pensé que me echaría en cara el hecho de faltar a mi palabra de amor y fidelidad que una vez le juré a Elena en cuanto se enterara de la verdad. Pero para mi sorpresa, esa mirada llena de decepción fue una daga directo al centro de mi pecho, rompiéndome en miles de pedazos por mi falta de honestidad. A ella le punzó nuestra falta de confianza.

—Démosle un poco de espacio. Es normal que se sienta decepcionada de nosotros — engullí a Melanie entre mis brazos, y pronto sus sollozos inundaron mis oídos.

—Lo sé, pero no deja de ser doloroso. Mi único deber como amiga es ser fiel a nuestra amistad... y le fallé.

—Déjame hablo con ella, ¿sí? Aquí el único culpable soy yo. Tú me lo dijiste desde el primer instante en el que nos enteramos quienes éramos, y yo con mis estúpidos miedos causé todo esto.

Negó con la cabeza, abrazándose a mi cuerpo con fuerza. Allí, de pie y en medio de miradas curiosas besó mis labios sin importarle nada ni nadie. La suave caricia de sus labios calmó mi agitado y triste corazón. Duele muchísimo sentir y ver la tristeza de mi propia hija; y, que, para hacerlo aún más punzante, sea yo el causante de sus lágrimas. 

Pasión Secreta[En Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora