Los Siete [24]

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Caminando por lo que parecía ser un bosque infinito cubierto por una gélida capa de nieve se sintió por lo que pareció ser una eternidad. Cada esquina que observaba con mis ojos solo me dejaba ver un paisaje blanco vacío de vida.

- Me preocupa Shin y las otras, en especial con esa encapuchada que apareció...

Me seguía aventurando a las profundidades del bosque tratando de hallar alguna salida de este, pero solo había árboles entre más árboles. Mientras caminaba, el viento comenzó a soplar, y junto a ello, comenzó una gran tormenta de nieve.

- Ah genial...

Continuando paso por paso, con dificultad debido a el clima, podía escuchar el crujir de la nieve debajo de mis pisadas junto a los aullidos del viento. Eventualmente pasaron lo que parecía ser múltiples horas, podía sentir gran frío en todo el cuerpo, mis dedos se sentían congelados; más frotaba mis manos para generar calor pero no era lo suficiente.

"Hah... a este paso me terminaré volviendo un cubo de hielo..." fue lo que pensé mientras caminaba

Fue entonces justo luego de pensar eso, que a la distancia podía ver lo que parecía ser humo en el cielo, proveniente de algún lugar entre los árboles a unos cuantos metros. No tuve que pensarlo dos veces, tan pronto ví esto comencé a correr sin detenerme.

Pasé entre múltiples árboles, cada segundo que me permanecía corriendo podía sentir mi cuerpo congelarse, pero el hecho de que quizás podía encontrar algo con que calentarme me daba la motivación necesaria.

Eventualmente llegué a lo que generaba dicho humo, a mi vista podía ver lo que parecía ser una cabaña de madera. Era pequeña en tamaño, aunque parecía estar en perfecto estado. El humo en su caso, salía de una chimenea que poseía dicha estructura. Parándome justo frente a la puerta del refugio, comencé a tocar la puerta.

- Perdone la intrusión -dije haciendo notar mi presencia para luego abrir la puerta

Al entrar un olor a lo que parecía ser canelo, el interior de la estructura parecía tener una gran chimenea cuál iluminaba el interior de esta. Cerca de la chimenea cuál fuego era crepitante, se veía una alfombra grande de color rojo, y a tope de esta una silla reclinable bastante rústica. Me adentré un poco, sacudiendo mi cuerpo para tratar de remover las capas de nieve que llevaba encima.

- Ah visita... esto no se da muy frecuente -dijo una voz proveniente detrás mío

De inmediato me dí la vuelta, para así ver quién era el emisor de esta voz. Parecía ser un anciano con un bastón cuál tenía tres carnes colgando de este.

- Haz llegado a buen momento... espero que el estofado sea algo se tu gusto -dijo este mientras pasaba por mi lado para entonces empezar a preparar la carne

Tras ver que el anciano no era una amenaza, o al menos al momento, me pude sentir un poco más calmado. Me le acerqué un poco para entonces iniciar un poco de conversación con este.

- Perdone por entrar sin permiso apropiado -dije acercándome a la chimenea - Soy Hoshitsu -añadí presentándome a este

- Oh... yo solo soy un un viejo en este bosque maldecido; me agrada poder hablar con alguien más después de tantos años -respondió mientras colocaba una olla sobre el fuego

Dentro de la olla se podía ver lo que imaginaba que era el estofado que este había mencionado, producía un olor bastante agradable; luego de tanto tiempo afuera en ese frío eternal, un alimento cálido como este sería más que perfecto.

- Agradezco su hospitalidad -comenté mirando a este

- No hay de que... -dijo este mientras comenzaba a servir dos platos de estofado

Agarrando el plato, le dí mis gracias a este para luego comenzar a comer. El sabor de esta era perfecto, el calor que tenía calentaba mi cuerpo grandemente, justo lo que necesitaba luego de mi temperatura corporal haber bajado.

Luego de terminar de comer, el anciano entonces comenzó a hablar, mi vista rápidamente se fijó en este.

- Joven... ¿Sabe el nombre de este bosque? O mejor dicho... de esta región en general

Al escuchar la pregunta de este negué con mi cabeza, pues tenía cero ideas de donde me encontraba. Parecía que este señor tenía conocimiento de la región, o eso suponía por su pregunta y por el hecho de que había encontrado animales en un ambiente como este.

- Esta región se conoce como Aeternus Pruina, la región de la nieve eterna -dijo mientras agarraba los platos para entonces ponerlos a un lado - Todo empezó cuando hace milenios atrás ocurrió el famoso Caelestiabellum -dijo mientras miraba a traves de una ventana

"Esta es la segunda vez que escucho ese nombre..." pensé de inmediato al escuchar la palabra

- ¿Y que es eso exactamente? -dije curiosamente

- Supongo que la juventud de hoy en día no sabría nada -respondió con una leve risa - Incluso la mayoría de los ancianos no saben nada del tema -añadió subsecuentemente a sus palabras iniciales

Solamente asentí a sus palabras, pues no había mucho más que pudiera decir ante lo que había dicho este.

- Este mundo, el cual llamamos Levenarde inicialmente estaba compuesto por siete grandes dioses los cuales crearon este planeta. Estos siete dioses eran: Lophis, la diosa de la vida, Perditio, dios de la destrucción, Luth, dios de la magia -entonces tomó una pequeña pausa para luego seguir - Anima, diosa de las almas, Aotrom, dios de la luz, Nox, dios de la oscuridad y Caelestia, diosa del espacio y tiempo -dijo para terminar su explicación

"Ese último nombre..." pensé por unos segundos

- Estos dioses convivían juntos en paz, o por lo menos este era el caso hasta que una gran guerra se desató entre estos. Los lugares en Levenarde que sufren de anomalías cómo lo es Aeternus Pruina fueron dadas como consecuencia de el combate de estos dioses -dijo para luego a comenzar a vertir un liquido en un vaso

Viendo el recipiente, parecía ser una especie de bebida caliente, posiblemente un producto similar a la cocoa.

- En fin, todos los dioses murieron y solo Lophis quedó como la única entre todos -mencionó este mientras me hacía entrega del vaso

Le dí las gracias las gracias para luego tomar de golpe todo el líquido, cuál tenía un sabor dulce con un toque peculiar.

- Muchas gracias por todo señ-

Traté de terminar la oración pero mi vista se sentía pesada, miré a los lados en búsqueda del anciano pero no había lugar donde este se pudiese ver, era como si hubiera desaparecido.

- Ah mier-

Y antes de que terminase de completar esa oración mi cuerpo se desplomó por completo cayendo como tronco al suelo. Ahí entonces en un abrir y cerrar de ojos ahora me encontraba en un lugar.

- Oh... cierto, olvido que de alguna forma puedes aparecer cuando quieras

La voz venía de Aikali, parece que me encontraba una vez más dentro de Valkoinen Palatsi, la albina de ojos ambar se encontraba sentada en su típica silla mientras tenía ambas manos en la mesa mientras recostaba su cabeza de estas con una sonrisa.

- Bien... creo que tienes mucho que decir -dije seriamente mientras me sentaba en una de las sillas en el lugar

CaelestiabellumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora