La cabañita se encontraba rumbo a Valle de Guadalupe, escondida tras los matorrales. Esta vez Damián y yo iríamos en el mismo auto, ya que el camino era más largo—también por seguridad—.
Mandé a mi buen amigo a comprar un tequila para Kike. Le dije que se lo pagaría con mi primer sueldo de mi aun inexistente empleo. Accedió y no pude evitar amarlo más. Me alisté, vistiendo un vestido casual corto color gris con estampado de flores diminutas en colores rosa y azul. Tenía una tira que se amarraba por la cintura cuya función era meramente de adorno. Lo compré de oferta. De zapatos usaría mis tan amadas plataformas de correa color negro. Me maquillé como de costumbre, pintando mis labios de rojo. Amaba ese color. Mis uñas estaban perfectamente pintadas de negro. Mi cabello necesitaba mantenimiento urgente, sin embargo, por el momento no podía darme el lujo de gastar en un salón de belleza o, en productos para darle vida al desgastado color turquesa.
Damián llegó con la compra, alistándose más rápido que yo. Bueno, él no iba a una cita con su amorcito, aunque ver a Pipián le llenaba de vida.
Svahn ya se había comunicado conmigo. Nos veríamos allá y no podía evitar estar emocionada y súper feliz por verlo de nuevo. Era como si el día no tuviera suficientes horas para disfrutar de su compañía.
Le conté a Damián lo ocurrido con Xavier. No se cansó de decir lo idiota que estaba y que ni se le ocurriera decirme otra pendejada porque le rompería el hocico. Eso no pasaría, mi amigo no era violento y era pésimo y deplorable a la hora de partirle la madre a alguien. Eso sí, sabía insultar muy bonito.
En todo el camino la música urbana estuvo presente. Lo dejé pasar porque no había nada que pudiera empañar mi felicidad. Ni siquiera escuchar las canciones a todo volumen de J Bunny o como se llame ese cuate. Damián cantaba a todo pulmón.
Como a eso de las 9:03 de la noche llegamos a la pequeña casita situada en un punto medio de un cerro. Era el lugar de escondite y locuras sexuales de Nacho. Cada tanto veníamos a cotorrear y hacer pendejadas.
Toqué fuerte a la puerta. Kike nos recibió.
—Puntuales como siempre.
—Ya nos conoces.
—La que se tardó fue nana—comentó Damián.
—Me lo imaginaba.
—Ten—le entregué la botella transparente a Kike. La miró con una gran sonrisa.
—Uy, qué bonito Dije botana, pero esto está mucho mejor.
—Tómalo como un pequeño regalo de cumpleaños adelantado—indiqué feliz.
—Pues gracias, patrona—volteó—¡Hey! ¡Virza trajo chupe!
Los chicos en el interior hicieron escándalo. Cinco chicas nos acompañaban—no podían faltar. Eso sería un pecado para estos cabrones—. Mi visión de búho cazador se puso a trabajar, verificando la identidad de todos los invitados.
Faltaba uno, el más importante.
Que no estuviera ya en la fiesta no quería decir que no vendría, es decir, el que se junte con este distinguido grupo no significa que siempre estén juntos. Svahn era socio, un peldaño más alto que el de estos cuates. Probablemente estaba atendiendo algún trabajo nada ilegal—nótese el sarcasmo—.
Mierda...me gusta un mafioso.
Como sea, él me dijo que vendría. Confiaba en su palabra.
Damián se dispuso a saludar a todos, empezando así con el desmadre.
Me acerqué a la cocina, la zona del bar.
—Ten— Kike me dio una cerveza, abriéndomela ahí mismo. En esta ocasión tenía el cabello suelto. Se le veía bien. Sus rizos se agitaban como resorte ante el más mínimo movimiento.
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Siempre Incorrecta© (#1) +21 ✓ ✓ ✓ COMPLETA [SAGA INCORRECTA]
Romance[Libro 1 de la Saga Incorrecta] Virza es una universitaria de 21 años a la que su familia desprecia por "mentirosa" y para sobrellevar el dolor que carga y sus episodios de ansiedad, gusta por beber y drogarse. Siempre ha creído que nadie la querrá...