7. CUENTO IRREAL

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Suspiré. Soñaba despierta. Mis pensamientos andaban libres como conejos saltando en la pradera y con cada salto que daban, corazones de todo tamaño eran creados. Todo era bello, verde, vivo, hermoso.

Suspiré de nuevo, profundo.

—Me es tan extraño verte así—habló Damián con la boca llena—. Es la primera vez que te veo apunto de encularte con alguien.

Sus palabras me hicieron regresar en chinga. Mi amigo estaba sentado frente a mí, comiendo cereal sin quitarme la mirada de encima. Su expresión era clara: se burlaba de mi estado, uno el cual no era para nada normal en mi persona.

Aclaré mi garganta.

—No estoy enculada—rebatí, tomando la cuchara. También me había servido un tazón de cereal que, al probar, descubrí que por estar en la lela se había puesto aguado.

Guácala.

—Dije apunto de. Acéptalo, nana. Ese hombre te gusta y mucho. Lo besaste ayer y no te dignaste a ir más a fondo, examinándole el cuerpo. Eso dice mucho—no contesté nada, recordando sus labios sobre los míos.

Suspiré de nuevo. Damián se rio.

—Cállate—me metí a la boca otra cucharada de mi desayuno.

—Svahn me cae bien. Y está de diez. No, más que diez. Es un veinte—era un cincuenta, si nos ponemos serios—. Kike hizo bien en presentártelo. ¿Ya viste lo que te pondrás hoy? Tienes que verte chulísima para conquistarlo, aunque con lo de ayer sé que ya lo lograste.

No pude evitar sonreír. Carajo, me sentía tan rara.

Svahn y yo quedamos de salir hoy. Me lo preguntó después de que nos besamos como cuatro veces. O más. ¿Quién lleva la cuenta? Yo no. Estaba nerviosa y a la vez emocionada. Era la primera vez que experimentaba ese hormigueo intenso y vibrante en la boca de mi estómago. Sentía que flotaba. Mi primer novio no me hizo sentir así, como si todo fuese mágico y posible. Tampoco el segundo ni el que le siguió. Abraham quedaba por mucho lejos de sentir algo remotamente similar.

¿Acaso así se sentía el amor?

Sonreí al pensar que en cuestión de horas lo vería de nuevo.

Cuarto suspiro.

Todo iba bien hasta que llegó la hora de arreglarme. Envuelta en la toalla busqué que ponerme, tirando todo al suelo al no encontrar nada que me agradara usar. Al irme de casa empaqué pocas prendas y cosas esenciales del día a día. No había tenido la necesidad de usar ropa súper linda para salir, hasta ahora. La mayoría de mi vestuario consistía en pantalones de mezclilla y blusas holgadas—algunas se las agarraba a Damián—, nada extravagante. Las pocas compras que hice no me agradaban para la cita. Nada de lo que tenía me gustaba.

Comencé a estresarme. Entré en pánico.

—¡No tengo que ponerme!

Di vueltas como león enjaulado.

Tenía que verme muy linda, no como si fuera a comer hamburguesas a la esquina de la casa. Hiperventilé.

Svahn vendría al departamento a recogerme. Faltaba una hora para eso y yo seguía en toalla.

—Respira profundo, nana.

—Mejor cancelo.

—Cállate, ni se te ocurra hacer eso. Irás, aunque sea desnuda—puse los ojos en blanco, viendo el mundo caer sobre mí. Me aventé a la cama, con mis brazos abiertos, derrotada

—Cancelaré.

—Cancelarás una madre—Damián recogió pieza por pieza mi ropa, poniéndola sobre la cama. Fue un trabajo rápido—. ¿Por qué no te pones algo mío? Tengo camisas muy chidoris.

Siempre Incorrecta© (#1) +21 ✓ ✓ ✓ COMPLETA [SAGA INCORRECTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora